viernes, 23 de agosto de 2013

GENTUZA SANITARIA


 (Esta vez con bata blanca.)







 O HIPÓCRATES O MARX; NO A LA CHEKA SANITARIA.

Mucho se ha escrito sobre la vil marejada tuitera contra Cristina Cifuentes, cuya rápida recuperación deseo por su bien y el del orden público. Es tan obvio como repugnante el vudú de los Llamazares y Mínimo Pradera (para los que lo conocimos, el Máximo era su padre), aprovechando que la delegada del Gobierno está gravísima en la UCI para atacar la política sanitaria de la Comunidad de Madrid, en la que ella no tiene arte ni parte. 

Pero más allá de definir a señoritos de la peor ralea cainita, lo más grave, políticamente hablando, es el comportamiento de una izquierda a la que le duele en los bolsillos del alma el recorte de prebendas y el achique de cortijos sindicales acometidos por Aguirre y continuados por Ignacio González, sobre todo en áreas que consideran feudalmente suyas, como Educación y Sanidad.

La manifestación de un centenar de trabajadores del hospital La Paz pidiendo el desalojo de una enferma gravísima, Cristina Cifuentes, cuando se estaba jugando la vida en la UCI, plantea un problema ético, profesional y político muchísimo más urgente y que no deberían obviar los políticos: ¿puede esa gente que sobrepone su odio a su deber profesional trabajar en la sanidad pública?

En mi opinión, no. Cabe que alguno de los vociferantes sea de los que cambian de bata según la marea de turno, verde, blanca o infrarroja, pero la mayoría serían trabajadores del centro, y nadie significado o simplemente identificado con la derecha (que vota más de la mitad de los madrileños y a la que odian los que nunca consiguen que los voten) puede sentirse seguro si lo atienden enfermeros, anestesistas u otros supuestos profesionales del personal médico de La Paz que se manifestaban haciendo alarde de inhumanidad y de desprecio por la vida humana cuando no es de su secta.

Urge una investigación inmediata de la manifestación y sancionar drásticamente a los que de forma tan contraria a los principios básicos de la medicina usaron su condición de empleados públicos para agredir a una empleada pública -por añadidura, ejemplar- y a todos los madrileños que representa el PP. O Hipócrates o Marx. No a la checa de Sanidad.

(Blog de Federico Jiménez Losantos.).

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 CIFUENTES Y LA IZQUIERDA.

En una película que aquí se estrenó con el título de Candidata al poder, Joan Allen, que interpreta a una cándida senadora demócrata, se niega a contraatacar con los mismos sucios medios que emplea contra ella el malvado Gary Oldman, republicano él. La izquierdista basa su negativa en que ellos, los demócratas, no pueden recurrir a esos métodos porque son mejores que los republicanos. 

Un asesor presidencial, también demócrata y con mucha más experiencia, la saca del error y le dice: "no somos mejores que ellos". En todas partes, pues, hay izquierdistas convencidos de que son mejores por el mero hecho de ser de izquierdas. Sabemos que en la piel de toro ese complejo es ya un clásico. Un reciente artículo de Daniel Rodríguez Herrera lo denuncia muy bien.

Pero, ¿y los de derechas? También ahí se ha pecado de complejo de superioridad, aunque no en el orden estrictamente ético. Creyeron que los suyos gestionaban mejor, estaban mejor preparados y eran mucho más honrados, no por superioridad moral, sino porque no necesitaban la política para ganar dinero. A la vista de cómo gestionan, de cómo rellenan las listas con enchufados y enchufadas con o sin apartamento en Biarritz y de lo que está saliendo del caso Bárcenas, quizá debería venir algún correligionario a explicarles que no, que los dirigentes de la derecha no son mejores que los socialistas.

Pero siempre hay una izquierda dispuesta a desmentirlo y demostrar que, por malos que sean en la derecha, ellos son peores. Después de la visita de cortesía dispensada por Elena Valenciano a Cristina Cifiuentes, parte de la izquierda, encabezada por Llamazares, uno de los líderes de los comunistas con los que el PSOE gobierna en Andalucía y espera gobernar España, reacciona del modo en que lo ha hecho.

 El último acto ha sido la manifestación sindical a las puertas de La Paz pidiendo que trasladen a la delegada a un hospital privado. ¿Es capaz la derecha de tanta bajeza? Quizá, pero de momento, salvo error u omisión, no recuerdo una reacción comparable entre líderes y organizaciones de derechas estando un líder de la izquierda debatiéndose entre la vida y la muerte a causa de un accidente o por cualquier otra razón.

Cuando veo estas cosas, recuerdo eso de que cada país tiene los gobernantes que se merecen. Y si fuera verdad que nos hemos ganado a pulso este tener que elegir entre lo peor y lo pésimo, es que somos un pueblo con el alma podrida. La única esperanza que nos cabe es confiar en que el dicho no sea más que eso, un dicho sin fundamento real alguno y resulte que de ninguna manera merecemos este castigo. Ahora, que no nos lo merezcamos no nos exime de la obligación de sacudirnos a los que no lo infligen, empezando por Llamazares, si quieren, pero con todos los demás, de derechas y de izquierdas, desfilando detrás de él. Salvo quizá, por cierto, Cristina Cifuentes.

(Emilio  Campmany/ld.)
 

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