miércoles, 14 de agosto de 2013

UN PAÍS IDIOTA

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     El gran Antonio Machado, escribió, refiriéndose a España:
     "De diez cabezas, nueve embisten y una piensa.
     
     
     
     
     
    Orden espontáneo
    Estulticia 'made in Spain' 
    La estulticia de la que hace gala la clase política española y, por ende, la sociedad que la sustenta no deja de deparar sorpresas, a cada cual peor.
  • Uno de los ejemplos más sangrantes de necedad nacional es, sin duda, la polémica que, desde hace meses, protagoniza Canarias en cuanto a la posible extracción de crudo. El archipiélago es, realmente, un compendio de Islas Afortunadas gracias a su clima tropical y sus playas, que lo convierten en uno de los destinos turísticos más atractivos de Europa. Pero es que, por si fuera poco, esconde un auténtico tesoro bajo sus aguas en forma de petróleo. Según las primeras estimaciones, Canarias posee un potencial de producción de 1.390 millones de barriles, como mínimo.

    Esto significa que, a poco que los cálculos sean correctos, se podrían extraer cerca de 150.000 barriles al día durante más de veinte años, reduciendo así la importación nacional de hidrocarburos en un 10%. Además, dicho descubrimiento supondría un impacto de primer orden en la economía de las Islas debido al enorme volumen de inversión que mueve la industria del crudo. Para empezar, Repsol ya ha anunciado que destinará más de 7.500 millones de euros en caso de que las exploraciones arrojen resultados positivos.

    Es evidente que tal hallazgo supone una extraordinaria oportunidad para los canarios, a quienes, sin duda, les habrá tocado la lotería en caso de que la prospección tenga éxito. Habría que estar ciego para no percatarse de su potencial, y, sin embargo, tanto sus políticos como una parte considerable de su población lo están, ya que rechazan este regalo del destino escudándose en absurdos y falsos argumentos medioambientales. Es como si usted se negara a extraer diamantes de una mina a cielo abierto, de su propiedad, por miedo a agujerear el suelo. Que Canarias, con un paro del 34%, se plantee siquiera despreciar la histórica oportunidad del oro negro es una señal clara de enfermedad. Por desgracia, no es la única región que sufre una dolencia similar.

    El fracking (fracturación hidráulica) está revolucionando el sector energético a nivel mundial. Esta técnica permite extraer recursos que, hasta ahora, carecían de provecho. España, por ejemplo, posee un potencial de gas natural no convencional que serviría para cubrir casi 40 años de demanda nacional y, de hecho, esta estimación incluso podría duplicarse, tal y como ha ocurrido en Reino Unido, según un estudio elaborado por el Consejo Superior de Ingenieros de Minas. Así pues, esta opción permitiría reducir la intensa dependencia energética de España, cuya factura supera los 56.000 millones de euros al año en importación de hidrocarburos.

    Algunos países, como Estados Unidos, no dudaron ni un segundo en aprovechar esta oportunidad, y los resultados saltan a la vista. La primera potencia económica también aspira a convertirse en el primer productor mundial de crudo en 2020, por encima de Arabia Saudí, y en un exportador neto de petróleo en 2030, según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía. De este modo, no sólo logrará la ansiada autosuficiencia energética sino que incluso exportará recursos a otros países, modificando así el actual mapa geopolítico. España, por desgracia, no se parece en nada a Estados Unidos en éste y otros muchos ámbitos. La reacción de las comunidades autónomas a la mera posibilidad de autorizar el fracking en sus particulares feudos ha sido justo la opuesta a la que dicta el raciocinio y el sentido común. ¿Qué es eso de crear riqueza, empleo y energía barata mediante la explotación de recursos naturales? ¿A quién se le ocurre semejante estupidez? 

    No -piensan sus políticos y votantes-, es mejor seguir extrayendo carbón e instalando ruinosas energías renovables a costa de ingentes subvenciones públicas y una de las facturas de luz más caras de Europa, empleando la protección medioambiental como cortina de humo. Esta actitud masoquista que tanto abunda en España es el gran lastre del país. No en vano, necio es aquél que ignora lo que podía o debía saber por imprudencia, terquedad o falta de razón.

    (Manuel Llamas/La Gaceta.)

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