martes, 8 de marzo de 2016

EL MACHO ES CULPABLE










 SOY MACHO Y POR TANTO CULPABLE.

Pido perdón, señoras, por ser varón. Lo siento.

Milenios de machismo me pesan en la entraña.
Quiero enmendar mi instinto chulángano y violento.


Mi condición despótica de bárbara alimaña.


En casos de maltrato, la culpa es mía en parte.

Si ocurren violaciones, también me toca un cacho.


Y en el feminicidio, mi género comparte
la deuda originaria de la índole del macho.


Ser macho no es un lance de albures anatómicos.

Tenemos el estigma debajo del gayumbo.


Maldigo a mis maléficos azares cromosómicos.


Pero eso sí, prometo que cambiaré mi rumbo.


¡Voy a amputarme el pene, y usarlo como fusta
para disciplinarme con fuerza las espaldas!


¡Y gritaré entre tanto lo mucho que me gusta
que al fin a los semáforos les hayan puesto faldas!


Fray Josepho/LD. 




Magistral lección de gramática para 'feministas y feministos'.


Por su interés, reproducimos íntegramente una carta que, escrita por una profesora de instituto público, está volviéndose viral en las redes sociales por su ejemplaridad y crítica valiosa a la corrección política que lleva, en muchos casos, a rozar el ridículo.

SOBRE IGNORANTES E IGNORANTAS

Yo no soy víctima de la Ley Nacional de Educación.

Tengo 60 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política.

En jardín (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente:

La A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña".

Luego, cuando eras un poco mayor, llegaba "Semillitas", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto.

Eso sí, en el Semillitas, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.

En Primaria estudiábamos Lengua , Matemáticas , Ciencias, no teníamos Educación Física.

En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te bajaban y bien bajada la nota.

En Bachillerato, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía.

Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección.
Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y... vamos con la Gramática.

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales.

El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir,"existente".
¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene identidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "ente".

Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta",independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice"estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta”.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son"periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

Les propongo que pasen el mensaje a sus amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

SI ESTE ASUNTO "NO TE DA IGUAL",
PÁSALO, POR AHÍ, CON SUERTE, TERMINA HACIENDO BIEN HASTA EN LOS MINISTERIOS.

Porque no es lo mismo tener "UN CARGO PÚBLICO" que ser "UNA CARGA PÚBLICA".


(La Gaceta) 







Ese Tenorio machista.

XLSemanal - 25/11/2013.

En blogs interneteros y sitios así, algunas militantes de la rama ultrarradical feminazi -no mezclar ni agitar con las feministas respetables, cultas, razonables, de infantería- echan espumarajos de indignación porque, en este noviembre que ya fenece, ha vuelto a representarse el tradicional Don Juan Tenorio en algunos teatros españoles.

Argumentan las individuas que la famosa obra teatral de Zorrilla está protagonizada por un chulo machista y violento, un misógino desalmado que medra con la mentira, el engaño y la seducción de mujeres desvalidas; y cuya alma, para más Inri, acaba salvándose in artículo mortis gracias al amor puro y los buenos oficios de la dulce e inocente doña Inés. O sea, que ni siquiera el desenlace proporciona a la espectadora concienciada el consuelo final de ver al infame seductor ardiendo en los infiernos.

Recomiendan las antedichas radicalfeminatas, con esa deslumbrante facilidad para la simpleza sin complejos que a algunas de ellas adorna, que el Tenorio -«Pesadilla recurrente», lo llaman- no se vuelva a representar en jamás de los jamases«El personaje es machista hasta el ridículo», afirma por escrito una de ellas, añadiendo -con cierta dislexia sintáctica, dicho sea de paso-: «Es el prototipo de aquello que buena parte de la ciudadanía queremos erradicar: la actitud chulesca, el desprecio a las mujeres, la exaltación de algo a lo que llaman amor hasta la muerte... Forma parte de una tradición que habría que desterrar de una vez por todas».


Uno, modestamente, conoce un poco el Tenorio. Desde niño. Entre otras cosas, porque mi abuela materna -a la que ninguna feminista de hoy podría dar clases de lucidez, cultura e independencia personal e intelectual- me lo recitaba a menudo, pues lo sabía de memoria, como casi toda la gente educada de su generación. Después, que yo recuerde, lo he visto innumerables veces, tanto en el añorado Estudio 1 de la tele como a lo vivo en teatros, representado por Armando Calvo, Fernando Guillén, Sancho Gracia, Juan Diego y otros -todos, en realidad- grandes actores de cada momento, con mujeres extraordinarias como Gemma Cuervo, Emma Cohen o Concha Velasco dándoles la replica en el papel de doña Inés. 

Quiero decir con esto que llevo cincuenta años de mi vida oyendo decir «Cuán gritan esos malditos», y algo me suena su materia: la ironía, la vanidad, la vileza, el orgullo, la culpa, el castigo, la redención, el honor ridículo y trasnochado

También, claro, los estereotipados personajes, la imperfección del verso, los ripios infames, lo antipático del protagonista y sus amigos. Esa clase de cosas. Y sobre todo, la certeza absoluta de que en esa obra teatral a menudo torpe, tópica de sí misma, late también algo genial que la hizo famosa y que todavía hoy le permite, ante cualquier clase de público, subyugar y divertir como pocas. La inmensa intuición dramática de Zorrilla, el instinto narrativo que circula bajo la piel de cada torpe y facilón verso del Tenorio, lo convirtieron en la obra de teatro más conocida y representada en la historia del teatro español. Un clásico indiscutible, incluso a pesar suyo. Historia inmortal de la escena dramática.


No hay nada más estúpido que mirar el pasado sólo con los exclusivos ojos del presenteDon Juan Tenorio, que recogió eficazmente una tradición literaria clásica, poniéndola al día con un deslumbrante barniz de romanticismo populista para el gran público del siglo XIX, debe ser vista como lo que es, o fue, y disfrutada en su contexto. Ya no existen donjuanes a lo Zorrilla, por fortuna hasta para ellos mismos, porque son, efectivamente, ridículos. Y eso es lo que hace aún más interesante comprobar, en el teatro o fuera de él, cómo esos personajes eran vistos en el pasado.

 Ésa es, creo, la única forma de encarar con criterio lúcido los cambios necesarios del presente: desde un punto de vista culto, conocedor del asunto, y no desde clichés fáciles y lugares comunes que apenas disimulan la ignorancia y la indigencia intelectual de quienes tras ellos se escudan.


Pretender que se proscriba el Tenorio por machista es como pedir que, por el mismo motivo, se proscriban el tango, la copla, el corrido o el bolero. Por las mismas imbéciles razones habría que desterrar de la vida, la educación y la cultura, entre otras muchas cosas, gran parte del teatro y la poesía españoles del Siglo de Oro, los dramas románticos o el teatro y las novelas de Jardiel Poncela. Por ejemplo. Y tampoco el Quijote se libraría del expurgo. Ni, por supuesto, la poesía extraordinaria, crisol fascinante de la lengua española, de aquel despiadado y genial misógino que fue don Francisco de Quevedo. 
  

 (Arturo Pérez Reverte)





Caso Sandra Palo

Las feministas ausentes y la osa de Madrid.


El 17 de mayo de 2003, Sandra Palo fue secuestrada, violada, atropellada y quemada viva por cuatro individuos. Tenía 22 años de edad. Sus asesinos y torturadores eran del "género masculino", como dirían nuestras doctas feministras

Sin embargo, entre las más conspicuas asociaciones dizque feministas, redes contra la violencia dizque de género y mujeres dizque progresistas, buscará en vano el lector algún pronunciamiento sobre el caso. Tampoco encontrará, por supuesto, muestra alguna de respaldo o de afecto a la familia de la víctima en su larga e infructuosa búsqueda de apoyos. Hete aquí a unos grupos que se precian de luchar contra los malos tratos y abusos del macho contra la hembra, absoluta y clamorosamente ausentes en un atroz suceso de agresión sexual y violencia contra una mujer.

No puedo decir que he echado de menos su voz o su presencia. Ni se me ocurre reclamarla. Y no por la inutilidad evidente. Es que supondría dar por cierto que las intenciones que proclaman los lobbies del feminismo de género son, en verdad, las que mueven sus campañas. Lo suyo no es un caso de libro de doble moral, sino de organizaciones fachada. De tinglados que sirven de correas de transmisión política e ideológica y que rigen su actividad por criterios ajenos a los objetivos que sitúan en su frontispicio retórico. 

No hay incoherencia, sino lógica en que las mismas que escupían fuego contra los críticos de la Ley de Violencia de Género permanecieran mudas ante las levísimas condenas a tres de los asesinos de Sandra y estos días mantengan su silencio ante la puesta en libertad de uno de ellos. Pues una cosa es el primer gran proyecto legislativo y propagandístico del Gobierno socialista y otra distinta, la amarga suerte de las víctimas. De esta guisa han funcionado siempre los "satélites".

Además, por absurdo que parezca, el asesinato de Sandra Palo no entra en la categoría de la "violencia de género", establecida con tanto ruido y furia como falta de rigor por las supuestas feministas

El concepto, y la Ley, apellidada Integral para más inri, se circunscriben a las agresiones y crímenes perpetrados por parejas o ex parejas. Las demás, que se las arreglen como puedan. Como ha tenido que arreglárselas la madre de Sandra. En solitario, a contracorriente y a riesgo de su integridad física, como cuando fue desalojada violentamente del Ayuntamiento de Getafe por orden de su alcalde entonces, el socialista Pedro Castro. La soledad, en todo caso, es preferible a según qué compañías. Y la de nuestras feministas de género no se la recomiendo.

Pero no hay peligro. Otros asuntos les ocupan, más interesantes, más simbólicos, más de género. Como la campaña Soy una osa

Con ese lema encantador se reunirán este jueves en Madrid para tributarle un homenaje al animal que adorna, junto al madroño, el escudo de la Villa. Y es que resulta que no es un oso, señores, sino una osa. Así, mientras la madre de Sandra espera angustiada la suelta de uno de los violadores y asesinos de su hija, las feministas de género compensarán a la osa con una placa por los largos años de olvido. Será todo un retrato y no de familia.

(Cristina Losada/ld.) 




24-XII-2009

Una verdad incómoda para las feministas.


    Una veintena de organizaciones feministas está llevando a cabo una campaña para denigrar públicamente al juez Francisco Serrano, al tiempo que han elevado un escrito de queja al presidente del CGPJ, Carlos Dívar, en el que solicitan la apertura de un expediente disciplinario por causa muy grave. El "delito" del juez sevillano no ha sido otro que romper el tabú sobre la violencia de género al señalar el doble rasero implícito en la Ley aprobada en 2004, dependiendo de si el agresor es hombre o mujer, así como la multitud de casos de denuncias falsas por parte de mujeres o las silenciadas muertes de hombres que también causa la violencia domestica.

    Ya es grave que las feministas traten de cercenar la libertad de expresión de un juez cuando este emite opiniones que no les gustan. Sin embargo, a lo que se limitó el juez Serrano en sus declaraciones y en su informe, más que a emitir opiniones, fue a describir hechos. Así, basta leer la exposición de motivos y numerosos artículos de la Ley de Violencia de Género para constatar que este tipo de violencia se circunscribe solamente al maltrato de los hombres contra las mujeres. Cuando se habla de medidas preventivas, de apoyo y de reinserción social sólo se considera posibles beneficiarias a las mujeres. 

    Según el legislador, o no hay hombres que sufren agresiones o no merecen esas ayudas. Que esta norma establezca, en clara violación del principio de igualdad ante la ley, una serie de castigos penales mucho más graves si los maltratadores son hombres que si son mujeres no es una opinión; es un hecho constatable con sólo leer la norma de marras. Eso, por no hablar de la desigualdad que conlleva el hecho, también señalado por Serrano, de que si una mujer presenta una denuncia se dicten medidas cautelares casi siempre de forma inmediata, lo que jamás sucede cuando el afectado es un varón.

    Esta desigualdad resulta más injusta si tenemos presente el elevado número de denuncias falsas: que de los 9.800 procedimientos que se incoaron en 2008 en Andalucía por esta causa, más de un 90 por ciento se hayan archivado o hayan acabado en absolución no es una opinión del juez Serrano, sino un dato de la propia Fiscalía. 

    Naturalmente, el juez Serrano es el primero en admitir que, en algunos casos, la falta de condena podría deberse, no a que la denuncia fuera falsa, sino a la falta de pruebas. Sin embargo, que también hay muchas mujeres que se inventan esos malos tratos, bien sea por despecho, bien sea para mejorar las condiciones del divorcio, es un hecho del que ya dejara constancia y denunciara públicamente la jueza de Barcelona María Sanahuja.

    Así mismo, en el informe que hizo público el juez Serrano se da un dato silenciado y no recogido en las estadísticas oficiales, según el cual la violencia doméstica ha provocado la muerte a treinta hombres este año. Naturalmente nadie discute por este hecho que es mucho más frecuente que el maltratador sea varón que mujer. Sin embargo, vistas las reacciones de las feministas, más destinadas a insultarle que a desmentirlo, parecería que lo que les ha molestado del juez no es la supuesta falsedad de sus datos, sino que los haya hechos públicos.

    Y es que las asociaciones feministas, lejos de refutar uno solo de los argumentos o datos ofrecidos por Serrano, a lo que se han dedicado es a calificarlo nada menos que de "maltratador". Un "maltrato institucional y psicológico" que, según una de las portavoces de esas asociaciones, Ana María Pérez del Campo, el juez Serrano "emplea para hacer daño a las mujeres, como hace cualquier otro maltratador, que utiliza el teléfono o a los niños para seguir insultando y maltratando".

    La presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro, ha ido todavía más lejos al plantearse otras acciones legales contra el juez como la de acusarlo de prevaricación. Y es que, para Besteiro, que Serrano siga juzgando causas relacionadas con la violencia de género "es como si una persona que defiende las acciones de ETA, juzgara a personas de ETA".

    Ya es grave que haya asociaciones que silencien las denuncias falsas por malos tratos, pero peor es que ellas mismas las perpetren contra quien se ha limitado a proclamar una verdad que les incomoda.


    (Edit.ld.)
     

    - Seguir leyendo: http://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/las-feministas-ausentes-y-la-osa-de-madrid-37974/

    - Seguir leyendo: http://www.libertaddigital.com/opinion/fray-josepho/soy-macho-y-por-tanto-culpable-78340/

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