NOSOTRAS PARIMOS, NOSOTRAS DECIDIMOS.
La base de las ideologías es una combinación de narcisismo y victimismo, que crea un círculo vicioso y genera lo que podríamos llamar el "pensamiento histérico". Una de las expresiones más típicas de ese pensamiento, en el caso de la ideología feminista, es la frase con la que estas han distinguido su afición incontrolable al aborto, pues no es que ellas paran demasiado, seguramente paren muy poco, aunque aborten mucho más. En La democracia ahogada hago algún comentario al respecto:
Con su consigna, los feministas ostentan un deliberado desprecio por el padre. Pero la consecuencia, que debería ser entonces tan legal como el aborto, es que la madre pierde todo derecho a reclamar al padre ayuda, protección o intervención económica en la crianza de los hijos. Lógicamente, la mujer feminista preferirá no parir en ningún caso y sí hacer uso de su presunto derecho a abortar, es decir, a liquidar la vida humana dentro de su seno. La esencia del feminismo consiste en la destrucción de la familia, y en esas está este Gobierno de cotorrillas y locuelos. (Pío Moa)El socavamiento de la relación de pareja, acompañado de prédicas moralistas y vanas en contra, se manifiesta a la perfección en el problema del aborto, acaso el más machacón caballo de batalla internacional del feminismo en años recientes. La doctrina al respecto se concentra en el lema "Nosotras parimos, nosotras decidimos", el cual condensa a su vez la filosofía de fondo de las legislaciones abortistas adoptadas en muchas naciones. Ello equivale a una invitación, punto menos que irresistible, a la irresponsabilidad paterna. Y siendo el sentimiento paterno más débil que el materno, el efecto no podría ser otro que el conocido: un cada vez mayor desentendimiento del varón respecto de la prole y de la relación estable, percibidas como simple carga.
Sorprende entonces que los mismos feministas se embarquen en campañas de persuasión y hasta de persecución legal al padre, para que peche con sus "responsabilidades" (económicas, porque otras se vuelve arduo). Pero el padre irresponsable y feministizado replicará: "¿No es la mujer quien decide? Que cargue con las consecuencias y no me arrastre a mí, que no deseaba más que un rato de diversión. ¿Voy a tener que pagar la vida entera por un impulso momentáneo? No dramaticemos el sexo. Si ella quiso tener un niño, o se descuidó, que no me complique. Que el Estado la ayude".
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