sábado, 23 de enero de 2010

LA LEY DE LYNCH.









LA LEY DE LYNCH.

FRENTE AL SILENCIO DE MÉDICOS Y POLICÍAS

ABC pide disculpas a Diego. En un gesto que le honra y que todavía no se ha producido por quienes generaron la confusión, es decir el médico y la policía, el director de ABC, Ángel Expósito, ha pedido disculpas a Diego Pastrana, el joven al que se acusó de asesinar y violar a una niña en Tenerife.

El juez Charles Lynch (siglo XVIII) ordenó la ejecución de un grupo de conservadores partidarios de los británicos durante la guerra de independencia norteamericana. Sin mediar proceso alguno. En sentido estricto, hablamos de linchamiento cuando se produce una ejecución sin proceso. En sentido amplio, podemos hablar de linchamiento cuando no se respeta la presunción de inocencia y la opinión pública, con la ayuda de los medios de comunicación, condena a alguien antes de la celebración del debido proceso y la publicación de la sentencia judicial.

¿Es excepcional lo sucedido a Diego Pastrana? Creo que no. Cuando los ciudadanos son bombardeados continuamente contra algo o alguien, se trate de judíos, palestinos, violadores, maltratadores o multimillonarios, se suelen producir algunos efectos. Queridos, o no. Hablemos, de momento, de ‘side effects’.

Los ‘side effects’ son resultados o consecuencias dañosas no deseadas. Por ejemplo, un bombardeo en una zona puede pretender la eliminación de un grupo terrorista pero, sin pretenderlo, se ha visto afectada una pequeña aldea en la que se han refugiados los terroristas. Los ‘side effects’ pueden consistir en varios muertos civiles.

¿Es que no hay que hablar mal de los maltratadores? Por supuesto. Los maltratos constituyen un delito y una inmoralidad. Nadie en su sano juicio negaría esto. El problema no está ahí. El problema está en el clima de opinión que se crea. ¿Cuál es? Este clima tiene un aspecto positivo, el de concienciar a la gente de la necesidad de rechazar estas conductas y denunciarlas. Ayudar a las mujeres afectadas y animarlas a no soportar estas vejaciones y maltratos inadmisibles.

¿Cuál es el aspecto negativo? Crear la idea de que ‘el hombre’ es sospechoso. Es fácil pasar de la denuncia de maltratadores concretos a la descalificación, implícita, de ‘los hombres’, en general. ¿Cómo se produce este tránsito?

Cuando vemos las imágenes de anuncios en que hay mujeres llorando y pidiendo ayuda porque han sido maltratadas, la reacción inmediata es de indignación contra el maltratador (aunque no lo conocemos, ni lo vemos) y de simpatía y apoyo a la víctima, a la maltratada. Hasta aquí todo es positivo. El paso peligroso se produce cuando el caso concreto se generaliza y se habla de ‘los hombres’, como maltratadores. Quiero recordar que, según el filósofo Ludwig Wittgenstein, entender un término general no consiste en captar alguna esencia común a diferentes objetos porque no hay esta esencia común. Sin embargo, tenemos una tendencia a la generalización. Por ejemplo, hablamos de ‘los médicos’, ‘los abogados’, etcétera, como si tuvieran alguna esencia común. ‘Buenos’, ‘malos’, ‘peseteros’, o lo que sea.

Aplicada esta idea al caso que nos ocupa quiere decir que ‘los hombres’ no tenemos una esencia común maltratadora. De ahí que no sea justo sospechar de todos los hombres. Este es el problema, crear la imagen implícita de la sospecha. Y si se vive en una sociedad democrática, tampoco es admisible saltarse la presunción de inocencia.

Pongamos otro ejemplo. Desde hace décadas, en Cataluña, se habla mal (por ser suave) del Partido Popular. No sólo esto, es que los partidos catalanistas aprobaron el Pacto de Tinell por el que se excluye al Partido Popular de las instituciones democráticas.

Algunos artistas progresistas inventaron la expresión, ‘cinturón sanitario’ para referirse a la necesidad de defenderse de los apestados. Los apestados son los políticos, militantes y simpatizantes del Partido Popular. Creo recordar que la brillante idea fue del actor Federico Luppi, un hombre del mundo del cine.

En estas circunstancias no debe sorprender que Ramón Bagó, un acreditado empresario catalán, con cargos institucionales importantes, dijera que ‘habría que matar a todos los militantes del Partido Popular’. No tengo noticias de que la clase política haya condenado estas graves palabras. El resto calla. ¿Otorga?

A esto me refería cuando hablaba de un clima propicio a la comisión de arbitrariedades e injusticias. El primer paso es criminalizar a una clase de personas. Esto lo hicieron de forma eficiente los nazis. Deshumanizaron a los judíos de forma que el siguiente paso, deshacerse físicamente de ellos, no fue difícil.

Tenemos que evitar ambos tipos de abusos. Y no estar tan preocupados por ser políticamente correctos.

Sebastián Urbina.

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