viernes, 22 de enero de 2010

GUSTAVO BUENO.






Gustavo Bueno: «La patria es mucho más importante que la democracia»

El filósofo presentó su libro «El fundamentalismo democrático» y anunció que espera las elecciones para corroborar que «España es un rebaño»

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El público abarrotó el salón de actos del Club Prensa Asturiana.
El público abarrotó el salón de actos del Club Prensa Asturiana. luisma murias
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Oviedo, Javier NEIRA (La Nueva España)

El filósofo asturiano Gustavo Bueno cogió el testigo de la política vasca Rosa Díez en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Una sesión doble para la tarde-noche de ayer. Y es que tras la conferencia de Díez vino la presentación del libro de Bueno «El fundamentalismo democrático». En el intermedio de la larga velada, Díez y Bueno se saludaron y la política permaneció en la sala durante la primera parte de la conferencia del filósofo.

Presentó el acto Tomás García, profesor de Filosofía, que repasó el libro y dijo que «los hombres justos como Gustavo Bueno siempre aceptan los sinsabores consecuencia de decir la verdad», en alusión a las críticas que le suelen llover por sus valientes y decididos ensayos y declaraciones.

Bueno tomó la palabra y en una hora y diez minutos abordó los mil ángulos de la cuestión que da título a su último libro.

Se remontó, primero, a la tradición del término fundamentalismo -más reciente de lo que se cree: es de inicios del siglo XX- y comentó que el filósofo Popper decía que en la ciencia no caben verdades, sino proposiciones falsables. Las no falsables son metafísicas. De igual modo, añadió, la democracia se ve como un sistema de gobierno que permite la falsación, que, para el caso, equivale a perder las elecciones.

Bueno criticó esa concepción por procedimental y superficial, y afirmó que cuando en ese esquema gana y gobierna la derecha, como ocurrió con Aznar, entonces se lo tacha de criptofranquista y fascista encubierto.

El filósofo indicó que era imprescindible partir de una teoría del Estado y ofreció la suya, que apenas pudo dibujar por razones de tiempo. Dijo que todo Estado es de derecho -contra lo que se suele afirmar- y criticó la exigencia de un Estado propio a partir de una cultura diferenciada. En ese punto dijo que se sacralizaba la cultura, que pasaba a ocupar el papel de la gracia santificante.

Distinguió tres capas en el Estado -conjuntiva, propia de la sociedad política; basal, del pueblo, y cortical- e indicó que la capa basal, relativa al pueblo, siempre tiene un componente territorial, una patria y de ahí el Estado. No es una afirmación técnica. El fundamentalismo democrático intercambia los países, si son democracias, los iguala e identifica, y por eso se permite prescindir de los territorios, validando los separatismos. En ese punto criticó también el patriotismo constitucional de Habermas -prácticamente la doctrina oficial planetaria- porque es puro idealismo y no hace referencia a una base fisicalista o territorial.

El pueblo es muy anterior a la Constitución, señaló Bueno, y «la patria es mucho más importante que la democracia», entre otras cosas porque «la democracia no flota al margen de cualquier patria».
Bueno arremetió contra la tolerancia ante los secesionistas. «Se respeta a los ladrones», insistió, «a gente que quiere corromper nuestra patria». Con un país de casi 50 millones de habitantes, comentó, no hay asambleísmo directo posible, hacen falta representantes. Se acepta, pues, el procedimiento electivo, pero «no hay ninguna razón a favor de la mayoría».

En ese sentido, dijo que la nueva ley del aborto, aun contando con mayoría parlamentaria, «es monstruosa porque tan arbitrario y monstruoso es permitir un aborto hasta las 14 semanas como matar a un niño de 3 años, ya que, como el feto, no está terminado».
Bueno finalizó diciendo que «hay más corrupción en la nueva ley del aborto que en el "caso Gürtel"» y se emplazó para las próximas elecciones para corroborar que «España es un rebaño».

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ESPAÑA Y EL REBAÑO.

España (una forma resumida de referirme a los españoles) ha permitido, y permite, que los delincuentes políticos campen por sus respetos. ¿A qué me refiero? Una democracia digna de este nombre exige, al menos, respetar el principio de 'un hombre un voto'. Esto no es así. Los nacionalistas (los delincuentes políticos) tienen un poder y una influencia que no les dan los votos. Un ejemplo repetido lo tenemos en las pasadas elecciones. Unos 300.000 votos le dieron al PNV, seis escaños. En cambio, 303.000 votos y pico, le dieron a UPyD, un escaño.

En resumen, los nacionalistas tienen un poder que no les corresponde, democráticamente hablando. Tienen un poder antidemocrático. ¿Cómo ha sido esto posible? Por que los grandes partidos (ya no nacionales) han renunciado a cumplir con la Constitución española, o partes de ella, y porque han renunciado a sus propios principios, a los que supuestamente defienden. Naturalmente, no quieren modificar la ley electoral. Son demasiado mezquinos y no piensan en el interés general de España. De ahí que la democracia española sea de tan bajo nivel. De ahí que España esté en una grave crisis institucional, con negativos efectos en la economía y en la convivencia. Y me temo que se agravará.

Y no se trata, como les gustaría a los nacionalistas, de correrles a gorrazos. Podríamos hacerlo porque somos muchos más que ellos. Pero tienen la suerte de que no somos iguales. No somos como ellos, para suerte nuestra y de ellos mismos. De ahí que la solución no sea tratarles como si su voto valiera por tres de los nuestros, ni tampoco meterles en una granja de reeducación. La solución democrática es tratarles como a los demás ciudadanos. Ni más, ni menos. Este ha sido, y sigue siendo, el imperdonable fallo del PSOE y el PP. De ahí su traición política que merece mi más profundo desprecio.

Veremos si el rebaño despierta, o sigue tan tonto y cobarde como hasta ahora.

Sebastián Urbina.


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