“Al Qaeda está muy presente en España"
Nombrado Caballero de la Orden del Mérito Nacional de Francia en 2008 por el Presidente Sarkozy, el Dr. Brisard es experto en un campo esencial en la lucha contra Al-Qaeda. Es autor del primer y más exhaustivo estudio sobre la red financiera de la organización de Bin Laden. Con una sólida experiencia en EEUU y Europa, el Dr. Brisard ha aportado un asesoramiento capital a varios servicios de inteligencia, ayudando a formarlos para desmantelar las redes de financiación de los terroristas, y ha sido un punto de apoyo esencial para las víctimas del 11 de septiembre en sus esfuerzos por reclamar justicia para su caso. Jean-Charles Brisard es sin duda uno de los principales expertos mundiales en la lucha contra el terrorismo islamista internacional.
Álvaro Ballesteros
28-10-2010 (El Imparcial)
Usted ha profundizado más que nadie en las entrañas del sistema financiero de Al-Qaeda. ¿Tiene la red de Bin Laden tanto poder y recursos como se piensa?
Antes del 11 de septiembre, la red de Bin Laden era la organización terrorista con más poder y recursos de la historia mundial. Ello se debía a que Bin Laden hizo de las finanzas el punto central de su ambición. Según varias estimaciones gubernamentales, el presupuesto de Al-Qaeda antes del 11 de septiembre era de unos 30 millones de dólares al año. Bin Laden consiguió organizar una compleja red de organizaciones de caridad, donantes y compañías tapadera para reunir y mover fondos como nunca antes ninguna organización terrorista había sabido organizar. A día de hoy, la mayor parte de esta red ha sido impactada por las presiones internacionales y los mecanismos de sanciones, hasta el punto de que las versiones locales de Al-Qaeda y los grupos terroristas afiliados a la red de Bin Laden disponen a veces de más fondos que la propia Al-Qaeda central.
Usted ha cooperado en importantes procesos judiciales contra las redes de lavado de dinero y financiación del terrorismo de Al-Qaeda en Francia, Suiza, Reino Unido y EE.UU. ¿Actúa la red de Bin Laden del mismo modo en el campo financiero en todos los países en los que está presente?
No en todos los países. Hay de hecho distintos patrones de actuación definidos. En algunos países, como en España o Alemania, las células locales fueron financiadas a través de fuentes externas; mientras que en la mayoría de Estados europeos, dichas células locales se auto-mantuvieron y financiaron a través de actividades criminales autóctonas. Igual ocurre con los planes y atentados terroristas. Si bien la mayoría de los atentados se financian localmente (como los de Londres en 2005), en otros casos las acciones terroristas se ejecutan con financiación externa, proveniente de Al-Qaeda central o entidades del binomio AF-PAK (Afganistán-Pakistán). Así ocurrió en los atentados de Bali en 2002, o en el complot fallido para atacar Nueva York en 2010. Cada célula local se adapta a las necesidades locales y a las posibilidades de financiación existentes. En África, se financian enteramente a través de actividades criminales, como los secuestros de extranjeros y la piratería, el tráfico de armas, drogas, diamantes, órganos y seres humanos. En Europa, utilizan principalmente sistemas de fraude financiero para suministrar los fondos que luego financian los atentados.
Hablando de cooperación internacional, a través de su colaboración con el juez Garzón usted descubrió que Al-Qaeda está profundamente implantada en España. ¿Cuáles son las áreas principales en las que la red de Bin Laden opera en nuestro país?
La investigación española dirigida por el juez Baltasar Garzón descubrió que Al-Qaeda tiene un grado de implantación profunda en España, como en Francia, Italia y Alemania. A lo largo de los años 90, los países del sur de Europa han sido muy atractivos para Al-Qaeda, como centros de apoyo y como objetivo de sus ataques, dada la cercanía al norte de África. Los ejemplos son múltiples: la campaña argelina de atentados en Francia en 1995-1996; o el asesinato de turistas españoles en Marrakech en 1994. Desde entonces, las investigaciones anti-terroristas internacionales han descubierto decenas de redes financieras y de apoyo a grupos salafistas del norte de África en países como España, Francia e Italia. El mismo Bin Laden lo expuso públicamente de modo claro: los países del norte de África aportan la “infantería” que lleva a cabo los atentados terroristas. Los grupos salafistas del norte de África presentes en Europa se mantienen aun activos, tras haber conseguido asegurarse una sólida vía de ingresos al compaginar actividades legítimas, con actividades terroristas y criminales. El dinero les llega a través de empresas tapadera, del crimen organizado, la criminalidad callejera y otras fuentes externas.
En el caso de España, el modo de actuación de Al-Qaeda es un ejemplo perfecto de cómo la red de Bin Laden se infiltra en los sectores legítimos de negocio para operar desde ellos. A principios de 1996, diferentes empresarios vinculados a Al-Qaeda establecieron una red de lavado de dinero que implicaba a compañías saudíes y españolas para financiar células terroristas y a sus afiliados. Estas compañías, principalmente del mundo de la construcción y del sector inmobiliario fueron condenadas por tráfico de armas, fraude de tarjetas de crédito, robo de vehículos y falsificación documental. A través de dichas actividades ilegales, estas compañías aportaban a Al-Qaeda apoyo financiero en lugares tan distantes como Alemania o Yemen, llegando a blanquear 2,5 millones de dólares en solo 5 años.
Parece haber demasiados enigmas en relación con los atentados terroristas de 2004 en Madrid. ¿En su experta opinión, fue Al-Qaeda el único actor detrás de dichos atentados?
Estos enigmas son resultantes de un complejo entramado de conexiones que fueron las que posibilitaron los atentados. Al-Qaeda lleva tiempo evolucionando desde una organización terrorista centralizada hasta una red altamente descentralizada de grupos e individuos con una motivación terrorista, de modo que es infinitamente más difícil predecir el nivel de amenaza e investigar estos vínculos terroristas. Los atentados de Madrid fueron el fruto de una conjunción de elementos locales en la planificación y ejecución (células locales presentes en Madrid), y de vínculos foráneos con Al-Qaeda central y sus conexiones en Europa, el norte de África, Irak, Afganistán y Pakistán. Los atentados de Madrid fueron fruto directo de la acción de Al-Qaeda central, pero fueron perpetrados por operativos locales.
Cada vez es más obvio que sin altos niveles de cooperación internacional será imposible derrotar a Al-Qaeda en su campaña de terror. ¿Cómo evaluaría usted el actual nivel de cooperación entre los miembros de la UE? ¿Y entre la UE y los EE.UU.?
Las redes terroristas a las que nos enfrentamos son en esencia transnacionales. Incluyen multitud de organizaciones y células, individuos y grupos que están en constante evolución y que se adaptan rápidamente en función de la situación existente. La cooperación internacional efectiva es esencial a la hora de estudiar, prevenir y combatir la acción de estas redes terroristas. Hasta hace poco, la cooperación a nivel europeo se entendía como un modo de armonizar políticas, compartir datos e intercambiar información caso a caso y siempre a nivel nacional. Pero la realidad es que al bajar al nivel operativo, a pesar de las buenas palabras e intenciones del Coordinador de la UE en la lucha Anti-terrorista (Gijs de Vries, de 2004 a 2007, y desde 2008, Gilles de Kerchove), no existe una cooperación sistemática y multilateral sobre el terreno. Caso a caso, los europeos han ido construyendo herramientas de trabajo comunes (como los equipos de investigación conjuntos) que han permitido a los Estados miembros impulsar a modo individual investigaciones bilaterales e incluso multilaterales en Europa, con el apoyo de organismos como EUROPOL y EUROJUST. Pero la realidad es que, a parte de cooperaciones en investigaciones multilaterales concretas a nivel europeo, en el día a día los Estados miembros de la UE siguen basándose en mecanismos de cooperación bilateral y desconfían de arquitecturas de colaboración más generales. Es precisamente por esto que la propia UE ha fracasado a la hora de implantar un entendimiento común de la amenaza que el terrorismo supone.
A modo de ejemplo, yo mismo he sido testigo de la falta de cooperación real antes y después de los atentados de 2004 en Madrid. El juez Garzón antes mencionado llevó a cabo en 2002 una profunda investigación sobre Al-Qaeda en España y descubrió que la red de Bin Laden mantenía toda una serie de contactos operativos en Francia. Sin embargo, en 2003 (un año después de concluir la investigación española), el juez antiterrorista francés Bruguiere aun no había pedido una copia de la investigación del juez Garzón. Algo verdaderamente fácil de obtener a través de una petición formal de cooperación judicial. En 2004, horas después de los atentados de Madrid, cuando el gobierno español aun sospechaba de ETA, yo ya había conseguido vincular a varios de los terroristas con redes islamistas en el norte de África y en otros lugares. Este profundo fracaso de la UE a la hora de vincular a las autoridades competentes y a la hora de intercambiar información crucial y bases de datos sobre terrorismo, supone que los europeos hemos perdido hasta ahora una oportunidad dorada para combatir el terrorismo y proteger a nuestros ciudadanos.
Lo que más me preocupa, cada vez que hay un atentado o se desarticula un complot terrorista en Europa, es que virtualmente en todos los casos, los terroristas identificados y encargados de planear y ejecutar el atentado ya habían sido detenidos anteriormente, habían sido sentenciados o estaban bajo sospecha por otros atentados previos. Esto significa que la noción de reinserción ha fracasado en estos casos, y que debemos vigilar minuciosamente a estos individuos aunque no se los haya condenado en investigaciones anteriores, para desentrañar su vinculación a Al-Qaeda y prevenir futuros atentados. Se trata de entre 1.000 y 2.000 militantes en Europa con nombres y apellidos que participan en la planificación de atentados, en el suministro de explosivos, en la justificación ideológica de futuros atentados, en el reclutamiento de nuevos terroristas, etc… Son los que hacen las bombas, los que imprimen los documentos de identidad falsos, los que habilitan las rutas de escapada a los terroristas, etc. Sabemos quiénes son, están identificados, pero los países europeos han fracasado hasta ahora en el intento de neutralizar a estos individuos a través del sistema judicial. Como ejemplo, el último complot desmantelado hace unas semanas en el que células en Afganistán y Pakistán prepararon atentados en varios países de Europa estuvo planificado por militantes de Al-Qaeda en Europa que habían sido identificados como islamistas radicales vinculados a organizaciones terroristas desde 2001 e incluso antes. Ahora nos referimos a menudo a la noción de “terroristas autóctonos” para explicar el proceso por el que individuos aislados llegan a auto-radicalizarse y a convertirse en terroristas impredecibles. Pero es importante entender que la principal amenaza del terrorismo islamista en Europa no procede de operativos recién llegados a la UE, si no de terroristas “en serie” que llevan mucho tiempo en Europa y que participan en atentados y complots una y otra vez, repetidamente. Por desgracia, hemos de asumir que la UE y los Estados miembros a nivel individual no están aun capacitados para lidiar correctamente con estos casos.
La opinión general es que “los americanos son de Marte y los europeos son de Venus”. ¿Cree usted que es posible derrotar a Al-Qaeda sin el factor militar? ¿Es correcto plantearse la retirada aliada de Afganistán en este momento?
La ofensiva militar aliada en Afganistán ha sido esencial para reducir la amenaza terrorista directa proveniente del binomio Al-Qaeda/talibanes. Al eliminar el santuario en tierras afganas desde el que Al-Qaeda y muchos de sus líderes operaban, hemos sin duda limitado su capacidad de alcance. También hemos conseguido reducir la capacidad directa de la red de Bin Laden para lanzar ataques contra objetivos en nuestros países. Pero aun así, y esto hay que entenderlo: aun no hemos reducido la amenaza global. El centrarse exclusivamente en la vertiente militar de la guerra contra el terrorismo ha sido un gran error, porque los terroristas han evolucionado y han trasladado su epicentro a varios puntos del globo. La respuesta militar es correcta, pero solo si va acompañada de una respuesta judicial, ya que ese debería ser el objetivo final de nuestros esfuerzos: llevar a los terroristas ante la justicia. Desde mi punto vista, la guerra en Irak fue un gran error que abrió a los yihadistas un nuevo campo de batalla mundial y que contribuyó a revitalizar y reestructurar redes terroristas que había literalmente desaparecido antes, especialmente en el norte de África, ofreciéndoles una “segunda vida”. La ofensiva aliada en Afganistán tenía como objetivo eliminar la amenaza de Al-Qaeda y los talibanes, pero todavía no podemos clamar victoria en ese campo. Aun hoy, la mayoría de las amenazas contra los países occidentales emanan de la región AF-PAK. Creo que el principal problema es que nuestros esfuerzos militares siguen centrados en Afganistán, cuando la amenaza mayor se ha trasladado al territorio de Pakistán, donde se refugia en la actualidad la columna dorsal de la estructura de Al-Qaeda. Hace falta una nueva estrategia para lidiar con este desafío, haciendo uso de los instrumentos económicos, políticos y diplomáticos, más que de una estrategia puramente militar.
¿Puede Occidente ganar la guerra contra el terrorismo? ¿Qué hace falta mejorar y qué debe hacerse de modo distinto?
A día de hoy, la amenaza de Al-Qaeda es principalmente de índole ideológica. La red terrorista de Bin Laden está muy descentralizada y cuenta con varios centros de control. Pero Al-Qaeda es aun una fuerza ideológica que impulsa a nivel global la acción de los yihadistas y de aquellos que quieren convertirse en terroristas. Para derrotar la amenaza de Al-Qaeda, hemos de ganar en la guerra de las ideas. Tenemos que demostrar cada día que estas redes terroristas también abusan y violan los derechos de los musulmanes. Hemos de afrontar este reto con el apoyo de los académicos musulmanes y los imanes moderados en nuestros países y en todo el mundo musulmán. Y hemos de ser tajantes con los imanes y con los académicos musulmanes que promueven la violencia en el seno de nuestras sociedades. En cuanto a la amenaza terrorista, altamente descentralizada, debemos construir estructuras de cooperación regional en el Magreb, en el Cuerno de África, en Oriente Medio, y en Asia suroriental. La mayoría de los Estados en estas regiones quieren combatir el terrorismo, pero quieren hacerlo a su manera y aun se resisten a compartir información y métodos de trabajo. Es sin duda en este campo donde los expertos en seguridad internacional y las organizaciones internacionales de carácter regional deberían jugar un papel más activo a la hora de promover herramientas y mecanismos comunes.
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