(Recordemos las declaraciones de Ridao (ERC): 'Cataluña es la teta de la que chupan todos').
Cataluña, de motor de la economía a lastre de la recuperación
Artur Mas sabía que llegaba a la Generalitat con las manos atadas por la crisis, que la contención era la prioridad en sus primeros tiempos al mando. Pero no esperaba tal agujero. La herencia de José Montilla conduce a Cataluña, tradicional motor de la economía, a lastrar el progreso de España, como detalló el Financial Times recientemente. Unas declaraciones alarmantes que hablaban de la dificultad para pagar a sus funcionarios y las últimas cifras del paro en la región no animan al optimismo.
Cataluña ha sido motor económico de España. Su potencial ha alimentado los anhelos independentistas de quienes defienden que es posible su autosuficiencia. Pero las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte, especialmente durante el mandato de José Montilla y sus socios. El motor echa humo, se detiene y obliga al Estado a esperarle y echarle una mano.
Artur Mas es el primer interesado en reflotar la economía catalana, pero su Presidencia ha comenzado con una revisión del legado de los antecesores que pocas alegrías le ha deparado. Pocos días después de tomar el mando, hizo saber del agujero en las arcas: “La verdad se ha de explicar. La Generalitat tiene un sobre déficit, una situación heredada compartida por el Gobierno central y el tripartito”.
La estrategia de Mas, que asegura tener un ’plan B’ si fracasa el diálogo con Madrid, es precisamente cargar la responsabilidad en José Luis Rodríguez Zapatero y exigirle a él la solución. No hay que olvidar, en clave electoral, que CiU se presume determinante para proyectar mayorías en el Congreso después de las generales. Si Mas logra sacar partido a esa baza, lo que Montilla dilapidó lo puede devolver Rodríguez Zapatero, con mucho en juego en Cataluña en 2012.
Sin embargo, por el momento, Zapatero se desentiende. El presidente, en la entrevista que le realizó Veo7, tiró de las orejas a Cataluña por no haber “hecho los deberes” para reducir su déficit, palabras que señalan y culpan a Montilla, pero cree que esta comunidad “lo hará, por supuesto que lo hará”, dirigiéndose ya esta vez a Mas. Era el comienzo del intercambio de golpes.
La Generalitat ha encargado un estudio que calcula cuál es, en cifras, la incidencia de las malas políticas en Madrid en las cuentas catalanas. El portavoz del Ejecutivo regional, Francesc Homs, aclaró el objetivo de las pesquisas: "Como mínimo, hemos de saber de qué mal hemos de morir. Si el resultado es que la administración del Estado pone el dedo en la llaga en que las comunidades autónomas gastan de manera maliciosa y resulta que es consecuencia de las decisiones que se toman en las Cortes, esto como mínimo se ha de poner en evidencia". Homs achaca al Gobierno central el alto precio de leyes como la normativa en Dependencia.
Mas se compromete a reducir el gasto en 3.000 millones de euros a través de un plan de estabilidad y reequilibrio, pero exige al mismo tiempo que el Gobierno le aporte "los mismos" recursos que en 2010. A cambio, y para recortar esos 3.000 millones, venderá empresas públicas rentables, establecerá políticas para sacar partido al máximo su patrimonio y obligará a políticas de personal austeras, que incluyen congelación salarial, la no contratación recursos humanos y la no sustitución de bajas por jubilación.
El presidente catalán es consciente de que estas medidas no le harán ganar “ninguna adhesión popular", pero también de que no aplicar este tijeretazo conllevaría consecuencias "mucho peores" y conduciría a la región al "colapso". Pero Mas advierte: "No tiene sentido que Cataluña se sacrifique mientras el Estado malgasta".
No empleó el término “colapso” pero no se alejó demasiado Oriol Pujol, mano derecha de Mas, quien calificó de “dramática” la situación de la economía catalana, hasta el punto, afirmó, de no poder pagar las nóminas. Sólo tres horas tardó la Generalitat en corregir a Pujol y tranquilizar a los funcionarios. No es tan fácil de silenciar el desempleo. Cataluña ocupa puestos dramáticamente privilegiados. En este territorio, el paro creció un 4,79 por ciento, con un total de 583.623 personas sin trabajo.
En una situación tan delicada, crece el número de voces que denuncian gastos como los 256 millones de euros en alquiler de oficinas, algunas de ellas en las zonas más exclusivas de Barcelona, para consejerías y oficinas del Ejecutivo catalán. Y surge de nuevo el coste de las embajadas, repartidas por todo el globo y que Mas mantendrá porque "sería un error grande pretender prescindir de delegados en el mundo".
El diario El País, en un editorial, igualó la salud de la economía catalana a la portuguesa, en la cuerda floja, e invitó al nuevo presidente a no echar culpas a otros y centrarse en solventarlo. A escala internacional, el prestigioso Financial Times puso el foco también en Cataluña y concluyó que lastra la recuperación, lenta en sí misma, de España, en un texto que duda de la efectividad del modelo autonómico.
Mas, asustado aún por el vacío en las arcas, actuará en consecuencia pese a la impopularidad que estas medidas le van a acarrear, pero no dejará de recordar al presidente del Gobierno que fue Montilla quien dejó así las cuentas, así como que son algunas de las normas sociales promovidas desde La Moncloa las que frenan el avance. El mensaje se intensificará cuando asomen las generales, momento en que una comunión PSOE-CiU daría a los primeros el Gobierno de España y a los segundos la inyección de dinero que los convergentes necesitan para dos últimos años de legislatura con fuertes inversiones en los que recuperar la imagen después de severos recortes.
Sin embargo, aún queda lejos en el horizonte la prosperidad económica de Cataluña, mucho más lejano que los años en que ha sido motor y ha encabezado la competitividad en España. (El Imparcial)
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