jueves, 29 de noviembre de 2012

ORGULLO ESPAÑOL



 (Dedicado a los gilipollas del 'genocidio español'. Incluido Fray Bartolomé. Gentes, de ayer y de hoy, que solamente quieren ver lo negativo. Que siempre lo hay. Tanto odio albergan en sus hígados, que llevan puestas las orejeras unidireccionales.)







¿POR QUÉ ESTOY ORGULLOSO DE SER ESPAÑOL?

Los españoles disfrutamos hablando mal de nosotros mismos. A este fenómeno de crítica extrema al propio país se le llama en nuestro idioma "malinchismo". Esta palabra deriva del nombre de pila de la india Malinche, intérprete de Hernán Cortes, a quien la leyenda negra mexicana atribuye la "entrega" de su civilización a los españoles. Tanto odiaba Malinche a su pueblo que se empeñó en destruirlo colaborando con el invasor.

Escribo desde Mexico, donde llegué procedente de Colombia. Salí de Bogota escuchando a Alejandro Sanz en la radio del aeropuerto y entré en Ciudad de Mexico oyendo a Alex Ubago en la radio del taxi suicida que me llevó al hotel. 

En ambos países pude ver, oír y tratar a profesionales españoles haciendo las Américas. El español peninsular de negocios se oye hoy en todas las calles de todas las ciudades de Iberoamérica. Y no estoy hablando de grandes empresas privatizadas como Indra o Telefonica -con el peso del Estado detrás-, sino de empresas pequeñas, medianas y grandes operando en todos los campos. Hijas exclusivas del trabajo, el esfuerzo, el talento y la ilusión de sus promotores, valores a veces obviados por nuestro pueblo siempre deseoso de que el Estado –y no la propia iniciativa- nos arregle la vida.

 La crisis ha multiplicado la presencia de nuestros empresarios en todo el mundo. Son gente formada, trabajadora y talentosa en la que yo quiero ver a la España real. Esta es la España con la que yo y millones de españoles de mi generación nos identificamos. Gente honesta y valiente que no tiene nada que ver con Leires ni Bibianas ni Camps ni RicardoCostas. Quiero creer que la España de Luis Roldán, del saqueo del clan Pujol y de la tomadura de pelo de la fortuna de Jose Bono es el pasado.

Démonos una tregua en nuestra autocrítica. Tenemos razones para estar orgullosos. Como poco, del comportamiento ejemplar de la iniciativa privada y las familias en esta época tan dura. España no es un país de segunda, por más que se empeñen nuestros enemigos de dentro y fuera de nuestras fronteras en hacérnoslo creer. No somos perfectos, pero tampoco lo son quienes tanto nos acusan y tanto disfrutan viéndonos caer

Alemania, país de Merkel, generó con su arrogancia millones de muertos en el siglo XX y el Reino Unido, siempre dando lecciones, fue instrumental en el Apartheid, vergüenza del mundo hasta antes de ayer. Hemos convertido en algo muy español el permitir que hablen mal de nosotros dándoles la razón con nuestro silencio. España ha sido muchas veces ejemplo para el mundo, la última vez con una reconciliación ejemplar en el siglo XX. Pero el orgullo de ser españoles tenemos que extenderlo también y sin complejos a nuestro pasado.

En un proceso de romanización que duró tres siglos, los españoles levantamos en América universidades, hospitales, catedrales, y tribunales que aún perduran. Replicando en estas tierras lo que quince siglos antes habían hecho los romanos con los pueblos de la península ibérica, insertamos a América en la Historia. Así, España construyó en América iglesias cristianas sobre templos indígenas como Roma levantó altares romanos sobre templos íberos. España explotó minas de oro en México –las catedrales y hospitales en el siglo XVII que hoy vemos no se pagaban solas- como los romanos explotaron minas de oro en Leon –el acueducto de Segovia aún en pie tampoco fue gratis-. 

En ambos casos hubo sangre, pero la gran triunfadora de la Conquista española fue la propia Hispanoamérica del mismo modo que Hispania se llevó la mejor parte del paso de Roma por la península. Hay que decirlo bien alto.
Quiero recordar a modo de despedida unas palabras del expresidente Manuel Azaña con plena validez hoy:
 "A pesar de todo lo que se hace para destruirla, España subsiste. Donde haya un español o un puñado de españoles que se angustien pensando en la salvación del país, hay un ánimo y una voluntad que entran en cuenta".

(Stas Radziwill/ld)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sebastián,

Muy bien traído el artículo. La diferencia entre España y esos otros países que NO se auto-denostan es que estos no tienen izquierdas que rechazan su propia identidad, tradiciones o historia. El problema, el de siempre: el rebaño tiene memoria de pez y compra el mensaje antiespañol.

Saludos. Misael