Antonio Fernández: Pujol & Puig
27/09/2015@19:00:53 GMT+1
Por Alfredo Crespo Alcázar
Al hilo de las elecciones
autonómicas en Cataluña (las terceras en cinco años, todo un récord)
pocos libros pueden resultar más apropiados para entender algunas de las
claves, no solo políticas, que mueven al nacionalismo/independentismo
en la citada Comunidad Autónoma.
En efecto, Antonio Fernández, a través de un laborioso trabajo de investigación, describe y analiza la capacidad que tiene el denominado nacionalismo “moderado” catalán (si bien, conforme se avance en la lectura de la obra, se apreciará que la etiqueta de “moderado” resulta gratuita) para mezclar las esferas pública y privada, con la peculiaridad de que la primera actúa siempre en beneficio de la segunda.
El autor quiere transmitirnos un mensaje muy concreto y por ello facilita la comprensión del mismo. En primer lugar, a través de una narración ordenada, con perfiles personales de la familia Pujol (al respecto, el lector descubrirá la peyorativa visión que de la inmigración tienen Marta Ferrusola o su hijo Jordi, no muy lejana a la imagen que el padre proyectó de los andaluces tiempo atrás). En segundo lugar, sintetizando al final de la obra una breve biografía de los protagonistas, junto con las empresas que crearon y quebraron, pese a lo cual, se enriquecieron.
Así, a través de las trayectorias empresariales de Jordi Pujol Ferrusola y Jordi Puig Godes, el autor desmantela la metáfora del “oasis” catalán. En su lugar, nos muestra un escenario plagado de nepotismo, sectarismo y, en definitiva, corrupción siempre envuelta en la senyera, aunque buena parte de los negocios de los dos protagonistas no estaban ubicados en Cataluña.
Ambos “Jordis” no son personajes anónimos o comunes. Por el contrario, uno (Pujol) es hijo de quien presidió la Generalidad durante 23 años (Jordi Pujol Soley) y el otro (Puig), hermano de Felip Puig, peso pesado de Convergencia Democrática de Cataluña, formación que ha abanderado el actual proceso secesionista (en el que, dicho sea de paso, ha habido otros cooperadores necesarios, desde ERC hasta el PSC).
Con todo ello, la familia Pujol es la que mayor número de páginas copa en la obra. Al respecto, el autor recopila información acerca de sus iniciativas empresariales, todas ellas realizadas al amparo del poder y dinero público. En íntima relación con esta idea, Antonio Fernández nos trae otra: todo aquél que quisiera prosperar en Cataluña, debía acercarse al manto protector de los Pujol, en particular del primogénito, para que les brindara su nunca desinteresada ayuda. Aparecen ahí las “mordidas” (comisiones) que posteriormente, a través de una compleja arquitectura financiera, se blanqueaban mediante la emisión de facturas falsas o la compra de obras de arte, por ejemplo.
Asimismo, el lector debe valorar otro hecho fundamental: esta trama hunde sus orígenes en los años ochenta. Desde entonces, simplemente se ha desarrollado y ampliado, sumándose a la misma nuevos miembros del clan Pujol (Oleguer y Oriol). Al respecto, solo la actuación valiente de testigos de primera fila (como Victoria Álvarez) ha permitido investigarla y hacerla pública. En este sentido, la reacción de los acusados ha sido la misma que en su día tuvo el patriarca cuando el caso Banca Catalana: envolverse en la bandera, esto es, reaccionar afirmando que se trata de un ataque contra Cataluña. Victimismo en estado puro.
Sin embargo, esta concepción patrimonial de Cataluña que han mostrado los Pujol, difícilmente disuadirá a quienes actualmente apuestan por la independencia. Por el contrario, en paralelo al desarrollo de los tejemanejes empresariales de su mujer e hijos, Pujol Soley sentó las bases del escenario presente, creando desde la Generalidad un mini-Estado, gracias a las competencias que le brindaba el Estado autonómico, en particular, la educación.
Finalmente, el autor no entra a valorar la actual estrategia soberanista de Convergencia Democrática de Cataluña pero sí ofrece al lector pinceladas de lo que podría acontecer en el corto-medio plazo.
En este sentido, adquiere especial relevancia el intento de Artur Mas de desmarcarse de todo aquello que tenga que ver con la familia Pujol, tarea compleja o imposible, puesto que, como Antonio Fernández matiza, fue aquélla la que impulsó su carrera política cuando se llamaba Arturo y era un tecnócrata del Ayuntamiento de Barcelona.
(El Imparcial)
En efecto, Antonio Fernández, a través de un laborioso trabajo de investigación, describe y analiza la capacidad que tiene el denominado nacionalismo “moderado” catalán (si bien, conforme se avance en la lectura de la obra, se apreciará que la etiqueta de “moderado” resulta gratuita) para mezclar las esferas pública y privada, con la peculiaridad de que la primera actúa siempre en beneficio de la segunda.
El autor quiere transmitirnos un mensaje muy concreto y por ello facilita la comprensión del mismo. En primer lugar, a través de una narración ordenada, con perfiles personales de la familia Pujol (al respecto, el lector descubrirá la peyorativa visión que de la inmigración tienen Marta Ferrusola o su hijo Jordi, no muy lejana a la imagen que el padre proyectó de los andaluces tiempo atrás). En segundo lugar, sintetizando al final de la obra una breve biografía de los protagonistas, junto con las empresas que crearon y quebraron, pese a lo cual, se enriquecieron.
Así, a través de las trayectorias empresariales de Jordi Pujol Ferrusola y Jordi Puig Godes, el autor desmantela la metáfora del “oasis” catalán. En su lugar, nos muestra un escenario plagado de nepotismo, sectarismo y, en definitiva, corrupción siempre envuelta en la senyera, aunque buena parte de los negocios de los dos protagonistas no estaban ubicados en Cataluña.
Ambos “Jordis” no son personajes anónimos o comunes. Por el contrario, uno (Pujol) es hijo de quien presidió la Generalidad durante 23 años (Jordi Pujol Soley) y el otro (Puig), hermano de Felip Puig, peso pesado de Convergencia Democrática de Cataluña, formación que ha abanderado el actual proceso secesionista (en el que, dicho sea de paso, ha habido otros cooperadores necesarios, desde ERC hasta el PSC).
Con todo ello, la familia Pujol es la que mayor número de páginas copa en la obra. Al respecto, el autor recopila información acerca de sus iniciativas empresariales, todas ellas realizadas al amparo del poder y dinero público. En íntima relación con esta idea, Antonio Fernández nos trae otra: todo aquél que quisiera prosperar en Cataluña, debía acercarse al manto protector de los Pujol, en particular del primogénito, para que les brindara su nunca desinteresada ayuda. Aparecen ahí las “mordidas” (comisiones) que posteriormente, a través de una compleja arquitectura financiera, se blanqueaban mediante la emisión de facturas falsas o la compra de obras de arte, por ejemplo.
Asimismo, el lector debe valorar otro hecho fundamental: esta trama hunde sus orígenes en los años ochenta. Desde entonces, simplemente se ha desarrollado y ampliado, sumándose a la misma nuevos miembros del clan Pujol (Oleguer y Oriol). Al respecto, solo la actuación valiente de testigos de primera fila (como Victoria Álvarez) ha permitido investigarla y hacerla pública. En este sentido, la reacción de los acusados ha sido la misma que en su día tuvo el patriarca cuando el caso Banca Catalana: envolverse en la bandera, esto es, reaccionar afirmando que se trata de un ataque contra Cataluña. Victimismo en estado puro.
Sin embargo, esta concepción patrimonial de Cataluña que han mostrado los Pujol, difícilmente disuadirá a quienes actualmente apuestan por la independencia. Por el contrario, en paralelo al desarrollo de los tejemanejes empresariales de su mujer e hijos, Pujol Soley sentó las bases del escenario presente, creando desde la Generalidad un mini-Estado, gracias a las competencias que le brindaba el Estado autonómico, en particular, la educación.
Finalmente, el autor no entra a valorar la actual estrategia soberanista de Convergencia Democrática de Cataluña pero sí ofrece al lector pinceladas de lo que podría acontecer en el corto-medio plazo.
En este sentido, adquiere especial relevancia el intento de Artur Mas de desmarcarse de todo aquello que tenga que ver con la familia Pujol, tarea compleja o imposible, puesto que, como Antonio Fernández matiza, fue aquélla la que impulsó su carrera política cuando se llamaba Arturo y era un tecnócrata del Ayuntamiento de Barcelona.
(El Imparcial)
1 comentario:
Como era aquello de...."si volessin"..no me acuerdo bien del todo....
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