Aznar dejó a Eta moribunda. Zapatero la resucitó al iniciar con la banda terrorista una negociación política de tú a tú. Tras el anuncio pactado de una tregua, el presidente circunflejo calificó a Otegui de “hombre de paz”, hizo concesiones electorales a los brazos políticos de Eta, vendió la dignidad del Estado según las actas que publicó Deia, calificó inicialmente de accidente la atrocidad de Barajas, utilizó agentes nacionales e internacionales para la relación con los etarras, que empezó, por cierto, Carod Rovira en su encuentro en Perpiñán con Josu Ternera.
E, incluso, encontró una fórmula para entregar Navarra a la voracidad de la banda. Quería Zapatero presentarse a las elecciones generales como el gran pacificador. Y estaba dispuesto a otorgar cuentas mercedes fueran necesarias para conseguirlo. Lo que ocurre es que Eta le hizo una advertencia de que no podía engañar a la banda como estaba haciendo con ERC. Y produjo el atentado de Barajas.
Tras calificarlo de accidente, ante la dimensión de la salvajada, Zapatero condenó a Eta con idénticas palabras, el mismo tono, igual severidad a como lo hizo ayer tras el asesinato de los dos guardia civiles. Unos meses después, el presidente reconoció que había mentido a la opinión pública porque la negociación era secreta y tenía esperanzas de reconducirla.
De ahí, el escepticismo que suscitan sus palabras. El Zapatero embustero puede estar negociando con la banda terrorista a través de agentes internacionales. Algún destacado dirigente del PP así lo cree. Yo quiero otorgar a Zapatero el beneficio de la duda. El presidente ha podido rectificar, reconocer para sus adentros el error cometido y aceptar que la lucha contra Eta sólo puede hacerse desde el Estado de Derecho, con todas las armas del Estado de Derecho pero sin salirse del Estado de Derecho. Es decir ni el Gal, el crimen de Estado, ni la negociación política, tú a tú, con grave deterioro de la dignidad de España.
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