MOTATINOS EL INTRÉPIDO.
Gibraltar es un territorio perteneciente a la nación española en manos de una potencia extranjera. El asunto es tan elemental que incluso Moratinos podría llegar a comprenderlo a poco que se esforzara. De hecho hay ciertos indicios de que nuestro ministro de Asuntos Exteriores conoce tal circunstancia, por lo que no se entiende a qué viene esta visita en nombre del reino de España.
El que los procesos de descolonización deban llevarse a cabo por la vía de la diplomacia no implica que el país agraviado deba menoscabar su soberanía rindiendo pleitesía a un gobierno extranjero, y mucho menos a su delegado en la zona, cuyo rango político no pasa del de cualquier alcalde de las localidades colindantes. Y no tenemos noticia de que un ministro de Exteriores, mucho menos si es británico, haya girado jamás una visita de Estado para entrevistarse con los concejales de un pueblo situado en territorio foráneo. Moratinos sí, claro, porque a él y a Zapatero el diálogo y las fotos les entusiasman, y como las consecuencias de su atolondrado proceder las pagamos el resto de los españoles, no tienen inconveniente en colocarse en decúbito prono las veces que sea necesario.
Pero es que lo de Moratinos visitando al gerifalte de ese paraíso fiscal para asistir al Foro de Diálogo (¿Ven lo que les decía?) entre el Reino Unido, Gibraltar y España es absurdo incluso desde la perspectiva ilógica que caracteriza a nuestro pintoresco ministro. Si cuando alguien de la familia real británica visita Gibraltar giramos una nota de protesta al Foreign Office porque ese acto menoscaba la indiscutible soberanía de España sobre ese territorio, es asombroso que nuestro ministro visite el peñón en calidad de invitado oficial, circunstancia más gravosa para nuestra posición de país colonizado que tal vez ya no tenga marcha atrás.
No se trata de enviar al ejército a conquistar la roca como hicimos con Perejil, entre otras cosas porque Gibraltar está más poblado (y encima no por cabras sino por... británicos), y además los monos tienen una mala follá sajona-andaluza suficientemente probada y no es cuestión de tener una desgracia o que Brigitte Bardot nos acuse de maltrato animal.
Sin embargo, un poco de dignidad sí que habría que exigirles a los empleados de Zapatero. Ya sabemos que el decoro nacional no es una categoría que importe demasiado a los socialistas, pero por una vez podrían hacer un esfuerzo en nombre de todos los españoles. Por cierto, los mismos que casualmente les pagamos el sueldo. (Pablo Molina/LD)
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Un poco de dignidad puede ser pedir mucho.
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GIBRALTAR, UN ERROR HISTÓRICO.
En Gibraltar, el Gobierno ha elegido la fórmula de los hechos consumados, intentando banalizar un gesto que está destinado a minar para siempre las posiciones de España en uno de los asuntos más importantes de su política exterior. Desde la firma del tratado de Utrecht en 1713, ningún representante de España había dado este arriesgado paso, que lanza el inequívoco mensaje de que se acepta la situación tal como está, sin la menor contrapartida, ni perspectiva de obtenerla.
Hay quien sigue pensando que si se hubiera mantenido la frontera cerrada, hace tiempo que Londres habría abandonado un territorio que no se puede mantener sin el apoyo de las áreas adyacentes, como sucedió con Hong Kong. Otros pensaron que era injusto hacer pagar las consecuencias a la población gibraltareña, y la apertura de la Verja fue un gesto con el que la España democrática -con el respaldo de todas las fuerzas políticas- les abría sus brazos a los habitantes de la colonia. Aquel gesto hubiera debido bastar para lograr el buen ambiente de diálogo que Moratinos reclama ahora como fruto de su política. No tuvo mayores efectos aquella cesión y no debe esperarlos Moratino ahora, salvo que en la colonia le dediquen una calle por los servicios prestados
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Cuando nuestro amado Presidente de Gobierno dice: 'mi patria es la libertad', se entienden muchas cosas. Demasiadas. Lo grave no es ya tener a personas como él y a Moratinos dirigiendo el Gobierno de España. Lo más grave es que hay gente que les vota. No hay excusa. Se merecen.
Sebastián Urbina.
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El abrazafarolas Moratinos se carga 300 años de lucha por Gibraltar
(PD).- El ministro de Asuntos Exteriores ha dicho en una rueda de prensa junto a su colega británico y el ministro principal de Gibraltar que la soberanía del Peñón es "irrenunciable", pero ha añadido que "tenemos que mirar al futuro y no mirar al pasado". Miguel Ángel Moratinos se ha convertido en el primer ministro español de Asuntos Exteriores que en 300 años pisa suelo gibraltareño. Otro desatino por el que pasará a la historia.
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha afirmado este martes en Gibraltar que la reclamación española de la soberanía del Peñón es "irrenunciable", pero ha asegurado que la salida de este contencioso pasa por "la cooperación y el diálogo" con el Reino Unido y con la colonia británica.
Moratinos ha lanzado este mensaje en una rueda de prensa junto con su colega británico, David Miliband, y el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, al término de su visita a Gibraltar, la primera de un ministro español al Peñón después de 300 años de litigio.
"Los problemas se resuelven a través del diálogo y la cooperación. Estamos en el siglo XXI y tenemos que mirar al futuro y no mirar al pasado".
El titular de Exteriores ha dejado claro que la reivindicación sobre la colonia británica es "permanente" y que su Gobierno "siempre la defenderá", pero ha reconocido que todavía no se dan las condiciones para reanudar las negociaciones sobre esta cuestión, interrumpidas en 2002.
Sobre este tema, Ignacio Camacho escribe una espléndida columna en el diario ABC, que titula "Diplomacia de abrazafarolas".
Hace tiempo que el Gobierno confunde el arte político de la diplomacia con el ejercicio de abrazar farolas. Sobre todo si se trata de farolas que despiden corriente de alta tensión capaz de electrocutar cualquier voluntad democrática. Farolas cubanas, farolas iraníes, farolas venezolanas, farolas palestinas, farolas guineanas. Moratinos debe de tener el cuerpo acalambrado de darse abrazos con lo mejorcito de cada casa. Pero hasta ahora al menos sus amigables obsequiosidades tenían lugar en el extranjero, ámbito específico y nominal de la actividad de su departamento. Ayer, sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores realizó la insólita pirueta de un viaje oficial... a España.
Con la visita a Gibraltar, el Gobierno de Zapatero ha dado un paso estrictamente histórico, porque es la primera vez en la Historia que un ministro español hace semejante ridículo. Hasta ahora todos los regímenes españoles de los tres últimos siglos, monárquicos o republicanos, absolutistas, despóticos o democráticos, habían venido considerando La Roca un vestigio colonial e ignorado con mayor o menor énfasis, con mayor o menor disimulo, sus pretensiones soberanas. Pero el espíritu adanista de este presidente, que siempre pretende reinventar la política, le ha empujado a este estrafalario salto simbólico que rompe una coherencia centenaria. Parafraseando al astronauta Amstrong, un paso pequeño para el hombre pero humillante para España. Un paso atrás, claro.
Gibraltar es un anacronismo irredento ante el que, mientras no se resuelva, conviene adoptar como mínimo una actitud de cortés contrariedad. Ya no es tiempo de manifestaciones patrioteras ni de pulsos grandilocuentes, sino de digno rechazo formalista y de suave presión democrática, aunque los tribunales europeos nos den revolcones como el de reconocer al Peñón su derecho a funcionar como una lavadora fiscal de dinero negro. Lo que no procede es arrodillarse para que nos escupan más cómodamente en la jeta, que es lo que ha hecho Moratinos con su abracadabrante excursión transfronteriza. Si había algún problema que negociar o resolver, bastaba con cualquier alto funcionario que no le diese al viaje rango de reconocimiento internacional. Y, a ser posible, del Ministerio de Interior, no de la Cancillería.
Pero el zapaterismo siempre tiene que dar su nota novelera, para que se note que nadie ha hecho nunca nada correcto hasta que ha llegado este Gobierno providencial a redimirnos de tanto error secular y tanta política trasnochada. Todos estaban equivocados hasta este momento estelar del buen rollito, hasta este instante sublime de la diplomacia contemporánea; lo moderno, lo progresista, lo chachi, es ser los primeros en hacer el primo. El otro primo, el de la chilaba, habrá tomado buena nota.
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¡Biba el sosialismo! ¡Bote sosialismo!
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