Zapatero compra los votos catalanes
HE DICHO muchas veces que Romero Robledo era una zapatilla rusa al lado del presidente de las mercedes, del faro de la Alianza de las Civilizaciones. Zapatero no se ha andado con martingalas ni eufemismos. Ha trazado un bien meditado plan de compra directa o indirecta de votos y lo ha puesto en marcha con notable éxito.
Antes de las generales se inventó el cheque-bebé para comprar el voto de las parturientas y el cheque-vivienda para adquirir el sufragio de los jóvenes agobiados. Decidió regalar, además, 400 euros a una buena parte de los ciudadanos declarantes. Incrementó de forma arrolladora el PER -hasta un 30%- y subió las pensiones hasta un 40%, explicando a los ancianos que una victoria del PP anularía las dádivas por él otorgadas. Ha prorrogado o va a prorrogar el subsidio del paro y, según denunció La Voz de Galicia, ha comprado o ha intentado comprar el voto de emigrantes ofreciendo hasta 45 euros contantes y sonantes por sufragio. Finalmente ha subvencionado las más pintorescas asociaciones, convertidas de hecho en grupos electoreros y ha derrochado en ellas los dineros de todos.
El prestigioso economista José Barea escribió: «para conservar el poder ha convertido el Presupuesto de 2008 en instrumento de compra de votos, ignorando los criterios de eficiencia en la programación del gasto y de equidad en la asignación de los recursos públicos».
Ahora se ha inventado una ley de financiación de las Autonomías para enmascarar el objetivo de fondo: comprar el voto de los catalanes, que es granero colmado para los intereses zapateriles. Carod-Rovira se ha dado cuenta de los propósitos y las debilidades de Zapatero y ha exprimido el limón hasta el escándalo. De los 11.000 millones destinados a toda España, Cataluña se embolsará casi 4.000, un 35% de la aportación adicional cuando la población catalana sólo roza el 16% del total y su PIB apenas alcanza el 18%.
Los titulares de este periódico, ayer, eran demoledores porque despojaban a Zapatero de la careta que se había colocado para disimular la descarada compra de votos de los catalanes. En plena crisis, con los horizontes nublados, las dádivas zapaterescas son el río que no cesa. Genuflexo ante el rebenque de Carod-Rovira, de hinojos ante Montilla, el presidente del Gobierno español lo da todo, lo entrega todo. Estamos ante una zapatética apelación al voto catalán, a la limosna de que no le fallen los escaños del tripartito en el Congreso de los Diputados. El think tank monclovita cree que, con las escandalosas concesiones enmascaradas en la ley de financiación de las Autonomías, no ocurrirá en las elecciones del año 2012 lo que acaba de ocurrir en las europeas: el retroceso del voto catalán.
La voracidad de los partidos nacionalistas catalanes, que no de su pueblo ni de sus empresarios, es sencillamente la de una clase política que quiere mandar más y que despilfarra el dinero de todos los españoles en los viajes más pintorescos, en las más disparatadas promociones, en el despropósito de operaciones políticas que apenas encubren el nepotismo y el amiguismo. Por un puñado de votos, en fin, Zapatero conduce a España al despeñadero. Luis María Ansón/ElMundo)
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