martes, 28 de julio de 2009

REVOLUCIÓN DEL 34.

Revolución del 34 ( X I I )

Javier Rodríguez Muñoz. La Nueva España de Oviedo.

Los paréntesis siempre son míos.

Javier Rodríguez Muñoz. La Nueva España de Oviedo.

Dice en un mitin en Valencia (10-6-31): “Triturar el caciquismo con la misma energía y resolución que he puesto en triturar otras cosas no menos amenazadoras para la República”. Todos los periódicos del día siguiente y los asistentes al mitin entendieron que se refería al Ejército, toda vez que ya llevaba desde abril con la reforma del mismo y lo había dejado hecho unos zorros.

Azaña como había prometido trituró el Ejercito. Veamos la opinión de dos sesudos militares, ambos habían hablado antes que Azaña de tan necesaria reforma, por cierto, Franco también.

Mola criticaba la reforma: Reconocía la mala organización del Ejército y que ningún gobernante español contó con los medios de Azaña para solucionarlo. “Sin embargo nadie como Azaña hizo más para destruir lo bueno y acrecentar lo malo. En escaso tiempo destrozó el Ejército, dejándolo reducido a una piltrafa… en la tarea le ayudaron unos cuantos individuos que vestían el uniforme militar… medidas encaminadas a separar del Ejecito a generales competentes, jefes dignos y oficiales pundonorosos por el solo hecho de … haberse negado a colaborar con la revolución”. Se impuso el Gabinete Militar (Gabinete Negro) que creó los Comités de Destinos en las guarniciones, casi todos ellos cayeron en manos de los más indeseables, llevando a cabo las más ruines venganzas. Se renovaron todos los mandos con notoria vejación por este gabinete. E. Mola, El pasado, Azaña y el porvenir, cap. II y III.

Vigón coincidía con Mola: Trituró al Ejercito, “su labor fue anárquica y de indisciplina… desprecio de los valores morales… encumbramiento de indeseables… tolerar con complacencia y hasta llegar a favorecer los ataques más denigrantes contra el cuerpo de oficiales, de la parcialidad y del favor que imperaron en la elección de personas para cargos y destinos; de estimular servicios inadecuados e inconfesables; de las vejaciones que se hizo a militares de todas las categorías por esbirros al servicio de los gobernantes; de anteponer al ideal nacional o puramente militar el partidista”. J. Vigón, Milicia y Política.

Madariaga (antifranquista rabioso, estuvo exiliado hasta la muerte de Franco) decía: Azaña impuso sus decisiones “en una serie de hechos y medidas que, a pesar de tocar la carne viva de sus intereses y privilegios… permanecían ocultos en el secreto… hasta que los militares se enteraban en la Prensa. Así se fueron infringiendo… una serie de heridas morales que le causaron quizá más resentimiento todavía que el perjuicio material que implicaba”. S. Madariaga, p. 489.

Franco lo hacía constar y advertía del peligro a pocos días del Alzamiento.

Escribe a Casares Quiroga, Presidente del Gobierno, (23-6-36): “Es tan grave el estado de inquietud que en el ánimo de la oficialidad parecen producir las últimas medidas militares… los peligros que para la disciplina del Ejército tienen la falta de interior satisfacción y el estado de inquietud moral y material que se percibe… en los cuerpos de oficiales y suboficiales. Las recientes disposiciones… destinos antes de antigüedad y hoy dejados al arbitrio ministerial… como los recientes relevos, han despertado la inquietud de la gran mayoría del Ejército… pone de manifiesto el desconocimiento que los elementos colaboradores militares (Gabinete Negro) pueden tener de los problemas íntimos y morales de la colectividad militar… me permito asegurar, con la responsabilidad de mi empleo y la seriedad de mi historia… que los informes se apartan de la realidad y son algunas veces contrarios a los intereses patrios, presentando al Ejército bajo vuestra vista con unas características y vicios alejados de la realidad. Han sido recientemente apartados de sus mandos y destinos jefes, en su mayoría, de historial brillante y elevado concepto en el Ejército, otorgándose sus puestos, así como aquellos de más distinción y confianza, a quienes, en general, están calificados por el noventa por ciento de sus compañeros como más pobres en virtudes… No son más leales a las instituciones los que se acercan a adularlas y a cobrar la cuenta de serviles colaboraciones... Los escritos que aparecen con las iniciales de U.M.E. (militares de derecha) y U.M.R.A. (de izquierda) son síntomas fehacientes de su existencia y heraldo de futuras luchas civiles si no se atiende a evitarlo, cosa que considero fácil con medidas de consideración, ecuanimidad y justicia.

No le oculto a V.E. el peligro que encierra este estado de conciencia colectivo en los momentos presentes, en que se unen las inquietudes profesionales con aquellas otras de todo buen español ante los graves problemas de la patria. Conocedor de la disciplina… puedo asegurarle que es tal el espíritu de justicia que impera en los cuadros militares, que cualquiera medida de violencia no justificada produce efectos contraproducentes en la masa general de las colectividades al sentirse a merced de actuaciones anónimas y de calumniosas delaciones. Considero un deber hacerle llegar a su conocimiento lo que creo una gravedad grande para la disciplina militar, que V.E. puede fácilmente comprobar si personalmente se informa de aquellos generales y jefes de cuerpo que, exentos de pasiones políticas, vivan en contacto y se preocupen de los problemas íntimos y del sentir de sus subordinados. Gil Robles, No fue posible la paz, p.601.

No cesa el acoso a los militares.

Álvaro de Albornoz (19-6-32), ministro de Justicia dice en el teatro Principal de Ávila:

“En tiempos de la Monarquía bastaba que un general estornudase para hacer temblar las altas esferas del Poder. Ahora los generales no estornudan”. Es contestado por varios generales, entre ellos los generales Miláns del Bosch y Cavalcanti, este en el ABC dice: “cuando con intención o sin ella se roza el prestigio de nuestra clase, no solo “estornudo”, empleando el lenguaje del señor Albornoz, sino que toso muy alto y fuerte”. Fueron arrestados por Azaña.

Las leyes militares no podían ser más justas.

Se aprueba una ley (1-3-32) por la que: “art.1º. Los miembros del Estado Mayor del Ejército en situación de actividad…podrán ser puestos, mediante decreto del Gobierno, en situación de reserva (separados definitivamente del Ejército con la mitad de la paga), cuando concurran las circunstancias siguientes: a) llevar más de seis meses en situación de disponible (esta situación se la podía imponer el ministro sin ninguna explicación). Art. 2º. Los generales y oficiales… podrán ser, mediante decreto del Gobierno, dados de baja, temporal o perpetuamente, en las nóminas que acrediten sus haberes pasivos. (Se les expulsaría sin ninguna clase de retiro a capricho del Gobierno)”. Comentaba Azaña del art. 2º: “la República, que es pobre, no puede permitirse el lujo de costear la vida de sus enemigos. Esto puede que no sea una cosa jurídica, pero es de un sentido común tan fulgurante que me deslumbra”. Maura (ministro de Gobernación) le había dicho que 5.000 familias que iban a vivir angustiadas por ese motivo, Azaña le responde: “¡Admirable! ¿Qué cosa mejor que la presión de esas familias sobre sus respectivos padres para que se estén quietos? (¡canalla!)”. La ley quedó aprobada por 170 votos contra 32. M. Azaña, OC, V.II, p.173 y ss. Se ha de resaltar que esta ley se aplicaba a capricho del ministro, sin posibilidad de recurso legal alguno.

Francisco Alamán Castro

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Revolución del 34 ( X I I I )

Fascículo 5, p.65-80. Inicio de la REV.34. Reforma militar,

Javier Rodríguez Muñoz. La Nueva España de Oviedo.

Los paréntesis siempre son míos.

Javier Rodríguez Muñoz. La Nueva España de Oviedo.

Hay unas maniobras en Carabanchel (27-6-32), en el desayuno de despedida el general Goded habla y termina: “Solo me resta dar un viva a España y nada más”. Todos contestan a excepción del teniente coronel Mangada. Goded le censura, aquel contesta con palabras ofensivas, es arrestado. Mangada tira la guerrera al suelo y la pisotea. M. Azaña, OC, V.IV, p.413.

De Mangada decía Azaña: “Está loco… por desequilibrio mental… debería ser motivo suficiente para expulsarle del Ejército”. Memorias Políticas, 1931-1933, p.138.

Como consecuencia de este incidente son destituidos: el general Villegas Jefe de la 1ª División, el general Caballero Jefe de la 1ª Brigada y el general Goded Jefe del EMC (Estado Mayor Central). M. Azaña, Los cuadernos robados, p.25.

Hay una intervención en las Cortes sobre Sanidad Militar (30-7-32). El Socialista órgano oficial del PSOE había escrito: “tenemos médicos para los soldados y médicos para los jefes, cada uno de ellos especialmente capacitado para sus funciones respectivas. A veces, sin embargo… el médico de un capitán, especializado en capitanes... se ha visto en el caso de tener que asistir de parto a la señora de un capitán… En estos casos debería establecerse una competencia de jurisdicción entre el médico de los jefes y el médico de los soldados. En definitiva, tendría que intervenir este último, porque podría demostrarse que la culpa de todo era del asistente”. Azaña, Los cuadernos robados, p.10. M. Azaña, Memorias Políticas, 1931-1933, p.498. Los socialistas formaban parte mayoritaria en el Gobierno, en su periódico solo salía lo que ellos querían. ¡Ni reñirles!

El aprecio a los profesionales de prestigio era extraordinario, veamos ejemplos:

“viene a presentarse el general Goded, que anoche salió de prisiones militares. Entrevista penosa…Está más flaco y de mal color…. El 10 de agosto estaba tranquilamente en su casa… le detuvieron, cosa que no le extrañó ni enojó… podían sospechar por su amistad con Sanjurjo… En efecto el juez le dejó libre (sin cargos) a los tres días, pero el ministro de la Gobernación le ha tenido preso cuatro meses, sin decirle por qué… Se le han causado perjuicios morales y materiales irreparables… me abstengo de decirle que, gracias a mí, no lo han llevado a Villa Cisneros” Los cuadernos robados, p.98. Todo eso solo por ser militar, católico y caer mal al ministro masón Casares Quiroga. Y aun tenía que agradecer al ministro de la Guerra que no le hubiesen mandado al desierto. Goded había conspirado contra el Dictador, cuando gobernaba éste con el total apoyo del PSOE, por lo que fue sometido a consejo de guerra y separado del servicio. Instaurada la República volvió al servicio, pero, como era militar, inteligente, católico y no se humillaba ante ellos les estorbaba.

“Ya hay otro generalote preso (López Ochoa)”. Retrato p.672. Había conspirado contra el Dictador, expulsado del Ejército huyó a Francia,

republicano, masón, no participó en el Alzamiento, se hubiese opuesto a él por ser enemigo acérrimo de Franco y masón, preso desde marzo del 36 al haber sofocado la revolución del 34 estaba en el hospital recién operado, a pesar de las amenazas en la prensa comunista contra él durante casi un mes y sin que el Gobierno hiciese nada para protegerlo, a mediados de agosto fue asesinado en su cama. Su cabeza ensartada en una bayoneta fue paseada por todo Madrid.

El coronel Capaz había estado confinado (1-3-34.), sin formación de causa, por orden de Azaña, en las Canarias desde la Sanjurjada (casi dos años). Sería asesinado el 23-8-36, sin haber participado en el Alzamiento.

Casado, antiguo ayudante de Azaña, jefe de su escolta, republicano convencido, atribuye a este la culpa del estallido de la guerra civil y escribe: “Desacreditar, ofender y despreciar al ejército… para ganarse el aplauso de las masas fue una locura y una provocación”. S. Casado, Así cayó Madrid, Madrid, p.157.

Sigue afirmando don Javier con rotundidad: “Más inquietud generó entre los militares africanistas… otro decreto… por el que serían revisados ciertos ascensos… por méritos… en Marruecos”.

Aunque a la gente de Marruecos (allí había ido quien había querido, normalmente los más valientes, más preparados, de mayor espíritu militar y más dispuestos a sacrificarse por España, por cierto, ninguno del Gabinete Negro) no se le reconociesen méritos que por su valor y buen hacer legalmente había conseguido, no se sabe de ninguna airada protesta que rozase para nada la debida disciplina. Ruego a don Javier me de alguna cita, no inventada, que lo demuestre.

Yo si sé de una cita de Franco, anotada por Azaña en sus diarios, el la cual nada decía de modos irrespetuosos. “Me dicen (8-2-33) que el general Franco está muy enojado por la revisión de ascensos. De hacer el número uno de los generales de brigada, ha pasado a ser el veinticuatro... Se propone elevar una instancia suplicando que se revise su caso”. Los cuadernos robados, p.166. No parece la postura fuera de Derecho.

Lo de los ascensos por meritos de guerra es otra curiosidad del muy justo Azaña. Era el que había quitado esos ascensos a gente heroica porque eran “absolutamente injustos e incompatibles con un ejército republicano”. Retrato, p.421.

No obstante a Vicente Rojo le ascendió por meritos de guerra en menos de tres años de comandante a teniente general, aunque este ascenso renunció a ostentarlo, mejor carrera que la de Franco.

Su ayudante y jefe del Gabinete Negro comandante Hernández Sarabia empezó la guerra de comandante y la terminó de general de división, todos los ascensos por méritos de guerra, le dio tiempo en el mientras tanto a ser ministro de la Guerra. No participó en demasiados combates, nunca en vanguardia y nunca ganó ninguno, el general Lister que estuvo a sus órdenes en Teruel decía que era un inepto.

Cuando Franco se acercaba a Barcelona le quitaron el mando de la plaza, ya que no les pareció el idóneo para la defensa que cayó sin combate de todas maneras. Cuatro ascensos en menos de tres años. Mejor carrera que Franco.

El chofer de Azaña que había empezado la guerra de sargento, no se sabe porque misteriosos méritos de guerra, sin dar un solo tiro, lo más peligroso que hizo en la guerra fue jugar con los sobrinos de Azaña, en enero del 39 era capitán. Retrato, p.421. Cuatro ascensos en menos de tres años. Mejor carrera que Franco.

La actuación de Azaña con el Ejército la resume con total exactitud el doctor en historia Jesús María Ruiz Vidondo, en su libro “Las Principales Reformas Militares de Azaña. La reforma militar de Azaña a través de los cursos de coroneles para el ascenso (1931-1935)”. (Estos cursos de ascenso a general fue una muy buena idea de Azaña, la copió del Ejercito francés, Franco siguió con ella y aún sigue en la actualidad, y si la Chacón no se da cuenta de su excelencia seguirá).

“Azaña se equivocó en la forma y muchas veces en el fondo. Azaña quiso triturar al Ejército español, puesto que no se puede hacer una reforma teniendo en contra a buena parte del Ejército. No respetaba a ningún militar, ni a los que le defendían”.

“En algunos aspectos Azaña acertó, pero su odio a la institución y su personalidad perjudicaron sus reforma que fue un fracaso por los prejuicios políticos de Azaña y por el incumplimiento que él mismo hizo de sus propias leyes. Tuvo una gran agresividad hacia todo lo militar. En muchos casos las reformas perjudicaron al Ejército. Pero no solamente perjudicó éste, la reducción fue apresurada y mal dirigida perjudicando a la economía y al país. No resolvió los problemas materiales objetivo esencial de su reforma. Unas reformas militares necesitaban una modernización que no tuvo lugar por lo que sus reformas, en verdad, no tuvieron el efecto deseado. Fueron más políticas que militares. El Ejército español, tras su reforma, no tenía la capacidad de maniobra por lo que dejó a España sin una defensa eficaz. Él siempre había opinado que el militarismo había dejado a España sin defensa, pero Azaña con su política no logró modernizar el Ejército y dejó a la Oficialidad descontenta, dos factores esenciales para que nuestro Ejército no pudiese hacer frente a un posible enemigo exterior…. Tuvo una gran oportunidad para hacer la reforma pero la desperdició”.

De cómo había dejado el Ejército Azaña podía dar cuenta exacta el abuelito de ZP, que vino con las tropas de León a sofocar la revolución del 34. El regimiento (Burgos, 36), solo tenía un batallón incompleto (en plantilla eran tres), vienen en diez y nueve camiones civiles requisados y el coche del coronel, único vehiculo a motor de dotación en el regimiento, no tienen mulos para las ametralladoras, morteros y carga, no tienen casi munición, ni tiendas de campaña, sí seis morteros de 81mm. con diez granadas por pieza, prácticamente sin material sanitario, para comer una ración de combate por soldado, no había más. Ese era el Ejército moderno que había creado Azaña.

Francisco Alamán Castro.

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