ANTONIO ALEMANY DEZCALLAR
¿Quiénes son culpables del “caso Olav”?
Tremendo el caso de este niño ibicenco al que su colegio, sus profesores, la consellería de Educación y el Govern le niegan la posibilidad de examinarse en castellano, a pesar de las circunstancias concurrentes: lengua materna castellana y dislexia acreditada médicamente. Es un plus de crueldad por parte de docentes y políticos fanáticos, pero no es esto ni lo más importante ni lo más grave. Lo intolerable son tres hechos: primero, que se le niega a un alumno a examinarse en la lengua oficial del Estado; segundo, que se violan libertades fundamentales de la persona al impedir la libre elección de la lengua y, tercero, que, en la escala de valores de todos estos fanáticos, lo importante no es evaluar el nivel de conocimiento de las distintas materias impartidas, sino su grado de “catalanidad”. Repugnante.
¿En nombre de qué? En nombre de una perversión insufrible que se ha producido de forma reptante a lo largo de estos años autonómicos: la atribución que se han adjudicado una serie de colectivos- encima de representatividad social liliputiense- de “salvarnos” a los baleares de nuestros lamentables “errores”, integrándonos, por las malas, en lo que ellos consideran un objetivo “histórico” excelso: convertirnos en catalanes. No estamos sólo ante un caso de estas insoportables “virtudes agresivas” en nombre de las cuales ciertos sujetos se creen obligados a que los demás seamos “virtuosos, sino ante un planificado y sistemático proceso fascista, orwelliano y totalitario de configurar una “nueva sociedad”, un “neolenguaje”, una “neo historia” y un férreo control con todos sus mecanismos represivos de vigilancia, denuncias y castigos. Somos cada vez menos libres. En muchos aspectos sociales, menos libres incluso que en tiempos de Franco.
¿Quiénes son los culpables? En primer lugar, los inmediatos, los que han perpetrado la agresión: profesores que no son dignos de ejercer esta noble profesión, una nefasta consellera, Bárbara Galmés, felizmente expulsada del poder y cuyos hijos van a colegios donde estas cosas no suceden, los actuales responsables de la consellería de Educación y Antich. El PSOE, en general, es un partido sin escrúpulos ni principios: los que los tenían, han sido arrinconados para entronizar a este paradigma de irresponsabilidad y de grosera realpolitik al servicio de la ocupación física del poder que es Zapatero. En el caso del socialismo balear hay un plus de perversión: su progresiva contaminación por parte de catalanistas de ideología y convicción pesemera que están en el PSOE por la única y pedestre razón de que sus expectativas de poder con los catalanistas eran sencillamente nulas. Los Antich, Armengol, Calvo y demás “son” PSM, no PSOE, al menos no el PSOE histórico de cien años de antigüedad.
Pero los auténticos culpables del “caso Olav” no son ni el PSM, ni el PSOE, ni el STEI ni demás falanges del fascio catalanista. El “caso Olav”-hay miles de “casos Olav”- no ha surgido por ensalmo, sino que es el resultado de una paciente, deliberada y planificada política catalanizadora que, por acción, omisión o por ambas a la vez, ha practicado un Partido Popular que ha tenido el poder en sus manos de forma casi hegemómica en lo que llevamos de autonomía.
Quién ha financiado el catalanismo ha sido el PP. Quién ha puesto las piedras miliares del nefasto sistema educativo que padecemos ha sido el PP. Quién ha legislado- Ley de Normalización Lingüística, Decreto de Mínimos y, ahora, contumacia en el error, Decreto de Trilingüismo- ha sido el PP. Quién ha conseguido que en la escuala pública no se hable el castellano en la enseñanza del 90% de los colegios, ha sido el PP. Y quien, ahora mismo, sigue practicando la farisaica política de mirar a otro lado en la esencial cuestión de la libre elección de la lengua de la enseñanza sigue siendo el PP.
En Baleares se han producido dos secuestros: el secuestro de la sociedad por parte de las minorías catalanistas y el secuestro del PP- de sus principios y valores- por parte de una tecnoestructura catalanista que se autojustifica a través de estupideces dialécticas como las que siguen. Las “distintas sensibilidades” que caben en el PP. No cabe en el PP una “sensibilidad” que atente contra principios y libertades fundamentales de la persona. Los que piensen que el ciudadano no tiene derecho a elegir la lengua oficial o cooficial que desee en todas sus proyecciones-educativas, de relación con
Otra estupidez dialéctica; el “radicalismo” que supondría defender estas libertades. Cielo santo: si “radicalismo· es defender derechos y libertades propugnados en
La última estupidez es el temor a ser tachados de “catalanofobia” o de persecución de la lengua catalana, una especie que se complacen en exhibir, una y otra vez, los pequeños saltamontes que imparten doctrina en el “Baleares”. Sin que nadie en el PP salga al paso de esta superchería lo cual denota la falta de convicciones en los propios principios y valores: afirmar la libertad no es ir en contra de nadie, sino a favor de todos, incluidos los catalanófilos que es lógico que padezcan, parafraseando a Erich Fromm, un “miedo a la libertad” patológico. Lo sorprendente, y ridículo, es que este “miedo a la libertad” lo padezca un partido cuyo sistema de valores gira en torno a la libertad
Este, exactamente éste, es el mayor problema que tiene aquí y ahora el PP balear y que debe resolverse para saber a que deben atenerse los votantes.
2 comentarios:
I no és por a la llibertat no deixar votar en un referèndum d'autodeterminació a diferència d'un lloc tan "radical" com el Canadà?
Joan tu si que flipes i tu si que ets radical. Hala veste'n a Catalunya!! i no emprenyis aquí...
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