AL BORDE DEL ABISMO.
Hace tiempo que batir el récord histórico dejó de ser una noticia para la prima de riesgo de la deuda española. Ahora es algo mucho más grave, es una espada de Damocles que se balancea incesablemente sobre la cabeza del Gobierno, y cada vez lo hace más deprisa. En la jornada de ayer este indicador clave, que informa a los inversores de lo confiable que son los títulos soberanos de un país, superó los 300 puntos básicos. A partir de ahí se disparó y llegó, al cierre del mercado, a tocar los 340 puntos.
Los dos países de la Eurozona que anteriormente habían rebasado la línea psicológica de los 300 puntos son Grecia y Portugal. Para ellos no hubo vuelta atrás. Ambos se encuentran hoy, meses después de cruzar esa línea roja, al borde mismo de la bancarrota: Grecia sostenida gracias a créditos de urgencia por parte del FMI y la UE, Portugal sorteando lo inevitable con un severo plan de ajuste que no ha hecho más que empezar.
Todo parece indicar que seguimos el camino marcado por griegos y portugueses. Nuestro Gobierno se ha endeudado sin medida y, como se niega a dejar de vivir por encima de sus posibilidades, sigue emitiendo deuda alegremente en el extranjero. El resultado es que los acreedores están empezando a perder la fe en el retorno de su inversión y penalizan las emisiones españolas. Es un mecanismo muy sencillo, al alcance de cualquier estudiante de bachillerato pero del que, a pesar de ello, el Gobierno de Zapatero no quiere darse por enterado.
Existe todavía una posibilidad –cada día más lejana– de evitar la quiebra o el rescate, que en el caso de España sería multimillonario y tal vez impracticable por su envergadura. Esta posibilidad pasa necesariamente por un programa de ajuste urgente que aminore drásticamente el gasto público, de manera que el Gobierno no precise de pedir fuera lo que no ingresa en casa. Este ajuste implica reformas de mucho mayor calado destinadas a liberalizar varios mercados domésticos como el laboral o el del suelo, así como racionalizar de una vez por todas el oneroso y ya imposible de mantener sistema autonómico.
Zapatero ha dejado claro que en los meses que le quedan en La Moncloa no quiere saber nada de reformas que podrían complicar la reelección de su partido.
Pero el problema es de tal calibre que supera con mucho los miserables cálculos electorales que se trae entre manos para salvar los muebles tras una tempestad provocada por su absoluta inepcia en asuntos económicos. No le queda, pues, otra opción que irse, cuanto antes mejor. Convocar elecciones y, antes de que éstas se celebren, tranquilizar a los inversores emprendiendo un recorte generalizado en todas las partidas presupuestarias.
Hecho esto, que hablen las urnas y que, salga quien salga elegido presidente, haga lo que hay que hacer, un compromiso de Estado que puede resumirse en dos ideas: dejar de gastar más de lo que se ingresa y pagar lo que se debe. A partir de ahí, el nuevo Gobierno deberá ir cimentando los pilares de la recuperación que, borrachos de estatismo como estamos, habrán de pasar por más libertad, más sociedad civil y, sí, efectivamente, más mercado. (Mercado).
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LO QUE QUEDA DEL GOBIERNO.
LA remodelación del Gobierno tras la salida de Pérez Rubalcaba va a pasar sin pena ni gloria política porque el problema de Zapatero sigue siendo el agotamiento de su crédito para dirigir el país. La coincidencia de los nombramientos de José Blanco, Elena Salgado y Antonio Camacho con la subida descontrolada de la prima de riesgo de la deuda española no es una mera causalidad ni un capricho del destino. Representa la postración de la economía española ante los mercados internacionales. De poco sirve señalar a Grecia e Italia como responsables de la jornada de miedo que se vivió ayer si, al final, España es tratada como uno más del pelotón de cola.
No hay argumentos para sostener por más tiempo esta legislatura. No aumenta la actividad económica, ni baja significativamente el desempleo ni mejora la confianza internacional en nuestras expectativas. La gravedad de los problemas que acechan a la economía española es tal que este cambio de piezas dentro del Gobierno de Rodríguez Zapatero resulta irrelevante y solo responde a esa dinámica perversa que ha instalado el PSOE entre sus problemas internos y las necesidades nacionales, por la que estas quedan sometidas a la solución de aquellos.
Pero, incluso analizando estos cambios desde la óptica socialista, el acceso de José Blanco a la función de portavoz del Gobierno abre una probable vía de contradicciones con los planteamientos del candidato Pérez Rubalcaba. Que Blanco no participe en la campaña electoral de su partido y, en cambio, sea el portavoz de Zapatero podrá responder a claves tácticas, pero aparenta una escena de cierto pugilato con el candidato socialista. Sea cual sea la explicación de este nombramiento, incluso la de que Blanco haga de enlace entre Gobierno y partido, parece evidente que a Pérez Rubalcaba no le conviene que un Ejecutivo así de plano y amortizado siga en activo durante nueve meses.
No debería dudar de que el previsible empeoramiento de la situación económica va a hacer que se le transfieran las responsabilidades del Gobierno. Y cuanto más apele a sus fórmulas mágicas contra el paro, peor, porque esas recetas hacen falta ahora y no para el caso de que gane las próximas elecciones. Pasados los primeros momentos de la euforia impostada por los socialistas el pasado sábado, por la designación de su candidato para las elecciones de 2012, algo tan inapelable como la prima de riesgo de la deuda pública los devuelve a la realidad de que esta legislatura no da más de sí. (ABC)
1 comentario:
PREGUNTA: ¿Si volvemos a la peseta, volveremos a los precios que teníamos en pesetas mas la correspondiente subida por la inflación real de estos años? Me apunto de inmediato, no sé si se solucionaría la crisis, pero seguro que habría más alegría en nuestros bolsillos.
RESPUESTA: Para que te saliera medianamente bien la jugada se requieren algunas condiciones: a) que no debas nada a nadie; b) que no tengas bienes inmuebles, salvo tu propia casa; c), que tengas liquidez en divisas, aunque fuese en dólares; d) que no seas ni funcionario, ni pensionista; e) que no necesites viajar al extranjero ni demadar tecnología puntera.
No hay consenso, pero la paridad de la nueva peseta sería de 1/300 USD, con tasas de inflaccón interanuales que podrían superar el 1oo% (es decir, con pérdidas aceleradas de paridad). Argentina, Paraguay, Peru o Chile, en la década 1970 llegaron a tasas de inflacción de hasta el 1300%, que abocaron en los gobiernos de los Banzer, Stroessner, Pinochet o Galtieri, severamente represivos. Por supuesto, esos ahorrillos (liquidez) deberías tenerlos debajo de un colchón, porque desde que la peseta reapareciera en España se habría decretado el corralito financiero para evitar la fuga de capitales. Todo lo que tuvieras en fondos o planes de pensiones (que ya ha perdido casi la mitad de su valor desde 2006 (Deuda soberana al 3%; ahora al 6%; IBEX 16.000, ahora 9.500), se quedaría en 1/3 de su valor, mientras que tus deudas se multiplicarian por 3. Por supuesto, también las del Estado, quebrado, que sería incapaz de pagar a sus funcionatios ni a sus pensionistas, ni a sus demás acreedores, ni de obtener financiación exterior. Olvidate de viajar al extranjero y búscate una playita junto al Tormes, porque los hoteles de la costa serán un lujo inalcable, como los de Varadero para los cubanos. Por supuesto, olvídate de pedir un préstamo, salvo a tipos superiores al 30% (aunque esto no sería novedoso, pues ya los tuvimos al 22% en tiempos de Felipe González). Dentro de ese panorama desolador, lo único bueno es que tus ahorrillos, siempre que los tuvieras debajo del colchón, y en divisas, se habrían multiplicado por 3.
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