Cuatro Cajas y un Banco, ya fuera de peligro, han sido suspendidos en el test europeo del que no hemos salido bien parados. El sistema financiero español por lo que respecta a la Banca ha demostrado ser excelente a lo largo de la crisis. El talón de Aquiles lo tenemos en las Cajas. El pasado martes publiqué en El Mundo un artículo que reproduzco a continuación, porque el test europeo de resistencia ha venido a darle la razón.
“A diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos y en varios países europeos, los Bancos españoles han sorteado la crisis con solvencia y solidez. Es esta una cuestión de reconocimiento general. Diversificados en varias decenas de naciones, nuestros grandes Bancos han demostrado la firmeza de una parte clave del sistema financiero español. Poco antes de morir, Luis Ángel Rojo, me decía en la Academia que sería absurdo cantar victoria. Las Cajas forman parte del sistema financiero y generan pánico en las instancias internacionales. Luis Ángel Rojo, en previsión de los años de vacas flacas, robusteció las cautelas para los Bancos. Acertó plenamente.
Las Cajas son otro cantar. Algunas, como la Caixa, eficazmente regida por Isidro Fainé, han demostrado solidez. Otras bordean el desastre. Y la explicación no puede ser más sencilla. Los Bancos se encuentran gestionados por la iniciativa privada, por hombres y mujeres especializados que han demostrado su conocimiento y su eficacia. Las Cajas, sin embargo, están, en gran parte, altamente politizadas. Las manejan la clase política y también los sindicatos. Se han ido convirtiendo poco a poco en reposo del guerrero para parientes, amiguetes y paniaguados de los dirigentes de los partidos políticos y de las centrales sindicales. Consejeros ineptos, directivos incapaces, asesores sin experiencia, han dado su visto bueno a las más pintorescas operaciones.
Los favorecidos por los créditos han sido los empresarios o particulares protegidos por la clase política y por los sindicatos. Con el dinero de los ahorradores se ha jugado en operaciones que carecían de garantías y avales. No se decidía por razones económicas, sino por razones políticas. No conocemos, por otra parte, los préstamos de las Cajas a los partidos políticos, sí sabemos que las cifras escalan cotas astronómicas. Sí sabemos que el saneamiento de los dislates se elevará al menos a 20.000 millones de euros en ayudas públicas y que las cantidades ya inyectadas al sistema desde el FROB equivalen al 1% del PIB.
La espada de Damocles de un rescate a la griega no deriva en España de la Banca sino de las Cajas que han fragilizado nuestro sistema financiero. Los culpables del riesgo no son los gestores privados, sino los dirigentes impuestos en demasiados casos por la clase política. Hay que proclamarlo sin tapujos ni veladuras. Es la clase política, con la adenda de los sindicatos, la responsable de la situación agónica de muchas Cajas. A nadie le puede extrañar, en fin, que entre los diez grandes problemas que atosigan a los españoles, la clase política ocupe el tercer lugar. Los políticos, no todos, claro, llevan muchos años entregados al abuso de poder, al despilfarro, al derroche, al amiguismo, al nepotismo. La clase política ha convertido a España en un gigantesco enchufe administrado tórpidamente por los políticos. El pueblo español tiene conciencia clara de la situación y rechaza cada vez con más intensidad a tantos políticos ineptos y derrochadores como padecemos. La cosa, por cierto, no es de ahora, aunque se haya agudizado. Nihil novum sub sole. Durante la II República se saludaba así a los partidos políticos recién creados: “Democracia cristiana, bonito mote, nuevo grupo que intenta chupar del bote”.
Lo que pasa ahora es que las tetas del Estado, la central, la autonomía, la municipal, están exhaustas y el ciudadano medio, al contemplar el desaguisado, se encrespa de indignación”. (El Imparcial)
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