jueves, 28 de julio de 2011

TERTULIAS Y TERTULIANOS.











TERTULIAS Y TERTULIANOS.


Decía Gregorio Marañón:
‘Inútil discutir: no se convence a nadie por el razonamiento, sino por la emoción’.

No es fácil llegar a esta conclusión. Durante mucho tiempo he creído que sí se podía. Mi opinión actual es distinta. Por eso escribo para los convencidos y para los que tienen dudas. Creo que es posible convencer a los dudosos sinceros. Por el contrario, los adversarios políticos son imposibles (prácticamente hablando) de convencer.

Esto se comprueba en las tertulias televisivas. Incluso en las mejores, en las que suele haber personas de prestigio, bien en el campo del periodismo, la empresa, la universidad u otros ámbitos. Una y otra vez se repiten los mismos argumentos. Se repiten las mismas posiciones. Y, encima, con agresividad e interrumpiendo. Por ejemplo, cuando se habla de la crisis económica, algunos dicen que la desregulación de los mercados es una de las causas fundamentales de la misma. Otros dicen que los mercados financieros están reguladísimos. Parece que lo pertinente sería comprobar si los mercados financieros estuvieron sin regular, por ejemplo, entre 2005 y 2009. Pero parece ser que esto no interesa. Lo que se hace es seguir repitiendo lo mismo, semana tras semana.

Los contertulios de los debates televisivos (especialmente si se trata de tertulias de cierto renombre) tienen la obligación moral de ser claros en sus planteamientos, porque así ayudan a que los ciudadanos entiendan lo que proponen, o lo que  defienden. De este modo, los tertulianos, pueden ayudar a mejorar la comprensión de los problemas que afectan a la sociedad. Recordemos que la comprensión ilustrada por parte de los ciudadanos, como dice R. Dahl, es una de las exigencias para el buen funcionamiento de la democracia.

Y si es inútil discutir ¿por qué digo esto?

Porque no es necesario convencer a nadie. Basta clarificar. Que ya es mucho. Pero ni siquiera esto se hace. Lo normal es que hablen tres o cuatro contertulios a la vez, lo que dificulta la comprensión de los problemas discutidos. Porque los espectadores no tienen la obligación de ser expertos en derecho, economía, etcétera, y coger al vuelo las opiniones que se exponen, a cuatro voces simultáneas e irritadas.


Sebastián Urbina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con usted, y conste que al parecer ya estoy convencido de que sin ser de izquierdas a mi de la derecha pocas cosas me gustan. Eso que llaman centro no se si existe pero me gustaria que existiera un partido como el CDS otra vez. Quizas con en el empuje del 15M surga algo nuevo dentro de unos años...