LA DEMOCRACIA EN JUEGO.
El principal problema de Europa es que la crisis económica está poniendo en riesgo la democracia. Varias voces autorizadas han aparecido pidiendo más política y menos economía, o mejor, más control político sobre las entidades financieras es el principio del fin de la crisis. Una de esas voces me interesa sobremanera resaltar. Es un economista con grandes dotes filosóficas. Es un liberal muy peculiar. He aquí algunas de sus ideas fundamentales: no es la igualdad sino la libertad lo que lleva a las sociedades a la prosperidad y el desarrollo.
Con este telón de fondo, el gran economista de la pobreza del siglo pasado y del actual ha dictado otras dos grandes lecciones de economía: primera, las libertades económicas son inseparables de las políticas, y viceversa; segunda, sin libertad de mercado los países pobres jamás podrán salir de su pobreza. Ése creo yo que es el núcleo clave gracias al cual el economista británico, de origen hindú, Amartya Sen recibió el Premio Nobel de Economía; por otro lado, también creo que esa sencilla doctrina es la pieza maestra para mantener que estamos ante un economista de profundo talante liberal, es decir, se trata de la doctrina de un personaje que está muy lejos de las demagogias igualitaristas de los gobiernos de marcado matiz estatalista o socialista.
He ahí, en mi opinión, los mejores avales para tomarme muy en serio su trabajo sobre la crisis de la democracia europea por una dependencia excesiva de los mercados en general, y de los poderes casi omnímodos de las instituciones financieras y agencias de calificación, "que en la actualidad mandan sin ninguna clase de restricciones sobre zonas de ámbito político de Europa".
Sin embargo, insisto, nadie piense que la causa de la crisis de los gobiernos europeos es, según Amartya Sen, los mercados y las agencias calificadoras, como alguien se ha atrevido a reprocharle al sabio hindú; por el contrario, la democracia en Europa está en juego, insiste Amartya Sen, porque la UE incurrió en la extravagancia de adoptar una moneda común sin una mayor integración política y económica.
¿Qué hacer para salir del atolladero al que nos ha llevado el establecimiento de la moneda única? Varias son las salidas que propone Sen, pero la primera y más urgente, si Europa no quiere vagar como un alma a la deriva, es poner de inmediato "algunas limitaciones al poder omnímodo de las agencias calificadoras de emitir órdenes unilaterales". Mientras se encuentran otro tipo de soluciones, no es mala la idea del economista Sen de situar ahora a la política, a la actuación política de los gobiernos europeos, por encima de los procesos económicos dictados por las agencias calificadoras.
En cualquier caso, ha de quedar claro que Sen nunca dice que la crisis de la democracia europea está provocada por los mercados ni mucho menos por las agencias calificadoras, sino por una decisión equivocada de las elites políticas europea al adoptar una moneda común de modo precipitado. Pero, por el bien de la democracia europea, por un bien político superior, Sen propone poner límites a las instituciones financieras.
He ahí la solución de un liberal responsable. (Agapito Maestre/ld)
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