En otro post se ha comentado que en Holanda, un ejemplo de calidad sanitaria, lo normal es la gestión privada de la sanidad. Pero, en España, la demagogia funciona dado el alto nivel de inmadurez política del personal. Reciente ejemplo. Se votó dos veces al gran líder planetario: Rodriguez Zapatero.
La cosa está difícil. Y eso que Rajoy es bastante meapilas. Recordemos su frase, pocos días después de la ilegalidad de Artur Mas: 'Hay que pasar página'. Pefiero no calificar, pero se me nota.)
2 comentarios:
Sebastián,
La psoe ha encontrado munición en esto de "lo público" y como no desperdicia ocasión...
Los que se manifiestan "a favor de la sanidad pública", les falta añadir: "que es de la que vivimos".
Esos mismos, pocas huelgas hacen para conseguir una optimización de los recursos económicos de la sanidad.
En Madrid, al menos, se les está acabando el rollo y por eso están que arden.
Saludos. Misael
Estas gentes, y me refiero a “nuestra izquierda”, no tienen la más mínima vergüenza y sí un rostro que se lo pisan. Y no demuestran más patriotismo que su fidelidad ciega por sus partidos y líderes ni más banderas y símbolos que sus enseñas rojas y las hoces y martillos o el puño que masturba el capullo. Cuando recién proclamado Rajoy como Presidente de todos los españoles, los siameses Chaves-Toxo ya amenazaron con un otoño muy caliente. Ahora entiendo bien lo que quería decir la dupla, ya que seguramente están detrás de todo el amplio movimiento contestatario contra el actual legítimo Gobierno. Todo el mundo parece poner pie en pared contra Rajoy y el PP. Incluso se han visto recientes manifestaciones de pensionistas, ahora, cuando poco pero algo nos han subido, y no encontraron argumentos cuando nos fueron congeladas con ZP, el bobo solemne y, hoy, además, supervisor de nubes pero también Consejero de Estado y titular de no se qué condecoración, que también tendrá su paga con dinero público, digo yo.
En lo que respecta a la movida de los sanitarios en pro de una sanidad pública, tengo que decir, como médico veterano, ya jubilado, que el Servei Català de la Salut disponía en mi localidad de muy pocos centros de salud propios; la mayoría están privatizados y, la verdad, mi familia era atendida en uno de éstos, estábamos encantados y yo me arrepentía de no haber querido trabajar en él cuando tuve ocasión. Eso de que tengas una plaza en propiedad y que a partir de ese momento no te eche a la calle ni Dios, por burradas que cometas, no parece muy beneficioso para la comunidad de ciudadanos. Cuando nos nombraron médicos adjuntos en un hospital de Barcelona, un compañero de promoción me soltó: “Tío, ya somos de plantilla; ya podemos echarnos a dormir”. Supongo que, privatizado, la corriente se habría llevado a mi amigo, el camarón dormido, o, más probablemente, se esmeraría en dar de sí y permanentemente lo mejor de sus capacidades para beneficio de todos.
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