miércoles, 26 de diciembre de 2012

PELIGROSAS UTOPIAS 'FUERTES'














Marxismo y feminismo se parecen mucho, los dos parten de un ideal de igualdad absurdo, que solo puede generar frustración ; uno explica la desigualdad por las clases y la lucha de clases, el otro prefiere la lucha de sexos; los dos se arrogan la representación del proletariado o de la mujer; los dos cultivan un fondo de rencor social; ante su inviabilidad aducen supuestos hechos y citas convenientes de tales o cuales personajes… En el fondo de las ideologías hay un poso de histeria por la utopía que creen que se les niega. ¿No les parece que hay mucho de eso? (Blog Pio Moa).



 HISTERIA Y UTOPÍA.

Sí, ignoro si se trata de histeria pero el ansia de utopía tiene que ver, creo, con la incapacidad de sobrellevar el mundo real. La obsesión por la utopía hace que se considere criminal todo intento de suavizarla, o retrasarla. Y el que se opone es, directamente, un ‘enemigo del pueblo’. Y ya se sabe lo que les pasa.

Algunos no aceptan vivir en un mundo imperfecto, aunque mejorable. Es decir, mejorando paso a paso y con muchas dificultades. Sin garantías, porque siempre se puede volver atrás.

No aceptan que el perfeccionismo social es malo porque lleva al totalitarismo y que el perfeccionismo individual es bueno porque no pretende imponer nada a nadie. Entre otras cosas porque estos obsesos por la utopía no creen en el individuo. Y en su libertad. Creen en el grupo, en el ‘colectivo’, en el que se difumina la personalidad individual. Basta ver lo que sucedía en el ‘socialismo realmente existente’.

Creo que los seres humanos, los grupos organizados, harían bien en promover reformas. Sin prisas y sin pausas. Porque los intentos de llevar el cielo a la tierra siempre han provocado catástrofes. Mucho sufrimiento y pobreza.

Habría que educar a los niños en la libertad y la responsabilidad. La cultura del esfuerzo, la generosidad y el respeto. Y el rechazo de las utopías ‘fuertes’. Las que quieren traer el cielo a la tierra. O sea, la felicidad y la superación de todos los conflictos.

Sebastián Urbina.

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