viernes, 28 de diciembre de 2012

VIOLENCIAS MULTICULTURALES

 
 
 (La principal responsabilidad de tratar a ciertos colectivos siempre como víctimas y nunca como responsables, se debe a la mediocridad y cobardía de nuestra clase política. Que conducirá (desearía no verlo) a mayores males. Pero ellos se quedarán tan panchos. No se responsabilizan por la crisis económica (o, al menos, por su profundización) y así seguirán con lo que sea. Pero claro, la máxima ilustrado de atreverse a pensar por uno mismo, es costosa. Y tiene riesgos. 'El calor del establo' puede mucho, como dijo Federico.)
 
 
 
 
 
 
 
VIOLENCIAS MULTICULTURALES.
 

Les supongo informados de los altercados producidos en las urgencias de cardiología del hospital Son Espases hace dos semanas, en los que una veintena de personas de una misma familia, tras la muerte por infarto de uno de sus miembros, arremetió contra médicos, enfermeros, pacientes y mobiliario de forma demencial. Lo sorprendente de todo el asunto, además de la violencia desplegada (que obligó a cerrar el servicio de cardiología), fue que la policía dejara libres a los responsables. Ni una sola detención. La excusa: que eso podría haber empeorado las cosas. Sin embargo, en otras ocasiones, por ejemplo en una manifestación de personal sanitario protestando por el aparcamiento de pago, sí se produjeron detenciones, por supuesto con menor justificación. Parece que se es peligrosamente más tolerante con aquellas conductas que, por su alto grado de beligerancia, deberían ser controladas con mayor eficiencia y premura.

 
No es la primera vez que se constata una cierta condescendencia policial y judicial con conductas de violencia practicada por una turba, “una ola única y monstruosa” (Canetti), sobre todo si son llevadas a cabo por colectivos minoritarios, y en este caso recordemos que los protagonistas pertenecen a la etnia gitana. Ya son varios los hechos de idéntica naturaleza vistos últimamente. Entre ellos, hace un par de años, bajo la alcaldía de Aina Calvo, la detención de unos sospechosos en la mezquita de Joan Bauzá llevó a una multitud de fieles a presionar exitosamente a las autoridades ante el cuartel de la Policía Local. Más espectacular todavía fueron los sucesos de Son Gotleu de hace algo más de un año, entre nigerianos y gitanos, que acabaron con un fallecido y medio barrio destrozado. Tras la vorágine incendiaria de los acontecimientos, el resultado fue la absolución de todos y cada uno de los implicados, incluso en casos de evidente destrucción del mobiliario público (registrado por las cámaras de televisión); reconociéndose además que el fallecido trataba de escapar de unos perseguidores cuando cayó al vacío. 
 
Es sorprendente que delitos tan serios se salden con una generosa impunidad, a cuento de un supuesto apaciguamiento de tipo multicultural. Y si resulta peligrosa esta práctica es en gran medida porque puede acabar produciendo aquello que se intenta prevenir: un aumento de la xenofobia. No se trata de considerar exaltadas opiniones racistas de cierta población autóctona, sino de aplicar la ley al conjunto de la ciudadanía por igual, sin cuota alguna de discriminación positiva.
 
El principio que subyace a esta forma de tolerancia es que ciertos colectivos son siempre víctimas, y nunca pueden ser responsables de nada. Es el discurso de cierta progresía que lo justifica todo en base a un victimismo acrítico fuera de lugar. Los hechos, sin embargo, demuestran que el mayor peligro de conflicto recíproco no se centra tanto entre los autóctonos y los inmigrantes, sino que incide en los diversos colectivos inmigrados o minoritarios, pues en estos casos las políticas de rechazo a la xenofobia no han sido tan efectivas, más que nada porque no se han realizado. En un ámbito local, el racismo sigue activo aunque se controla su expresión tangible, pero no sucede lo mismo entre colectivos minoritarios entre sí. (Blog Juan Antonio Horrach).

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Valenciano cree que las leyes

"antiburka" aislan más a las mujeres

La secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE, Elena Valenciano, se muestra en su blog "totalmente" en contra de aprobar "leyes especiales" para prohibir el 'burka' en lugares públicos. La socialista cree que éstas pueden aislar más a las mujeres. (LD).

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EL BURKA MENTAL DE ELENA VALENCIANO.

La diputada socialista Elena Valenciano dice que prohibir el burka aislaría, aún más, a las mujeres que lo llevan. Sorprendente. ¿Por qué dice este disparate?

Porque, como buena socialista, cree en el multiculturalismo. ¿En qué consiste? La versión habitual se basa en el reconocimiento y en el respeto de cualquier manifestación cultural, especialmente si es minoritaria. Esto supone, para empezar, el relativismo. Con el que la izquierda está encantada. Por lo visto.

De acuerdo con la socialista Valenciano (y, en general, la izquierda, además de conservadores despistados) deberíamos respetar no solamente el burka (que degrada la dignidad de la mujer) sino todas las tradiciones. Por ejemplo, sajar el clítoris de las niñas o cortar las manos a los ladrones. ¿O no?

Si la socialista Valenciano dice que no hay que respetar todas las tradiciones, tendrá que explicar porqué quiere respetar el burka (una indignidad) y, en cambio, no está dispuesta a respetar otras tradiciones, como las mencionadas. Estamos a la espera de los criterios que justifican un trato diferencial entre unas tradiciones y otras. Pero, en cualquier caso, resulta sorprendente que sea comprensiva con los tratos vejatorios a un ser humano. En este caso, a una mujer. Cosas del progresismo.

Si, por el contrario, la sra Valenciano dice que hay que respetar todas las tradiciones, el espanto va en aumento. A los ejemplos aducidos antes podemos añadir la costumbre de ahorcar a los homosexuales.

El multiculturalismo respeta cualquier cultura, dado que todo es relativo y nosotros (blancos opresores) no somos nadie para decir si algo está bien o está mal. Esto conduce a la balcanización de la sociedad. Es decir, conduce a la creación de guetos, que es el camino de la balcanización. Y esto supone la inexistencia de lazos comunitarios, de lazos de integración. Es decir, la creación de mundos separados y, supuestamente, autónomos. Nadie puede meterse en ‘su mundo’ porque nosotros pertenecemos a ‘otro mundo’.

No podemos imponer nuestras leyes, de ahí que debamos respetar el burka aunque sea una vejación para las mujeres. Por tanto, el multiculturalismo implica que cada grupo puede hacer lo que quiera dentro del grupo. De este modo, las mujeres que quieran dejar las costumbres del grupo (llevar el burka, por ejemplo) no podrán hacerlo, porque la presión del propio grupo se lo impedirá. Esto no es una hipótesis. Esto es real. Real y vergonzoso. Y aceptado por algunos.

Retomo el disparate inicial de la sra Valenciano, al decir que prohibir el burka aislaría aún más a las mujeres. ¿Aisladas de qué o de quién? Parece que la sra Valenciano quiere que las mujeres no puedan salir del gueto en que se encuentran. Allí no están aisladas. Al contrario, están sometidas por la presión de su grupo. Con el que nadie puede interferir. ¡Faltaría más!

El desprecio de la izquierda, en general, por Occidente es tan enfermizo, que llegan (Valenciano, Bibiana Aído y otros) a aceptar cualquier indignidad o vejación si lleva el sello de una tradición que no sea nuestra. Por supuesto, la izquierda no respeta a la Iglesia Católica como respeta al Islam. ¿Por qué? Porque el Islam, al menos el radical, es enemigo de Occidente. El que obliga a llevar burka, el que mata infieles, o se alegra que otros lo hagan.

Volviendo a la sra Valenciano. ¿Cuál será el siguiente paso, después del burka? ¿Piscinas para mujeres musulmanas? Seguro que a los socialistas se les ocurre algo.

El odio de la izquierda, en general, por los valores occidentales, que resumen como explotación, corrupción y violencia, es un peligro para nuestra libertad. Que muchos occidentales se den cuenta, es vital para nuestra supervivencia.

Sebastián Urbina.

4 comentarios:

Arcoiris dijo...

No rechazaré los argumentos aquí expresados del odio de la izquierda y del PSOE (ese partido y esa ideología pluripotentes, como las células madre, que se pueden convertir en lo que más convenga, o marxista de Groucho: “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”) contra los valores occidentales, su relativismo y devoción por el multiculturalismo. Pero me temo que al PSOE le mueve, cuando se opone al uso del burka en público como en tantas otras zalemas para con el islam, su condición de pordiosero del voto: allí donde creen que pueden ganar o rescatar simpatías despliegan retóricas y , cuando mandan, disposiciones. El mundo del catolicismo lo consideran definitivamente perdido e irrecuperable, así que les den. En cambio, los musulmanes son cada día más numerosos y un día pueden llegar a tener derecho al voto. Antes de que puedan tener partidos propios y conviertan alguna autonomía o el país enterito en república islámica, podrían gozar de derecho a elegir entre alguno de los partidos actuales. ¿Se cruzará de brazos, ese sedicente agnóstico y laico, el PSOE, ante la posibilidad de ganarse en exclusiva las simpatías de esa multitud tan creciente y golosa?

Anónimo dijo...

¿Y por qué no le ponemos un burka a la Valenciano, y le prohibimos hablar con hombres, y la metemos en una casa con un hombre que le controle día y noche?

... seguro que la Humanidad entera nos agradecería el gesto y respiraría mejor sin tener que verla y oírla continuamente en la TV diciendo una majadería tras otra

Sebas T. dijo...

la misma integración que han demostrado tener los españoles emigrados a Catalunya

Sebas T. dijo...

la misma clase de integración de la que te quejas y que han tenido los emigrantes españoles al ir a Catalunya.
...
Cada uno vé su realidad, lo que hay algún tonto que cree que realmente la suya es la universal