"Gobierno ilegítimo" (ld)
Tensa reunión entre estudiantes universitarios y Educación: "¡Terroristas!"
En la reunión entre la Asamblea Estatal de Representantes de Estudiantes y el Ministerio ha habido gritos de "terroristas".
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LA DEGRADACIÓN MORAL DE LA IZQUIERDA.
‘Para empezar, habrá
que destruirlo todo. Toda nuestra maldita civilización deberá
desaparecer antes de que podamos traer alguna decencia al mundo’
(‘‘Mourian’, en Les Thibaut, de Roger Martin du Gard)
Esta utopía
irresponsable y ensangrentada, ha llenado y llena, todavía, el corazón
de millones de personas. Personas que creen ser mejores porque desean
una especie de ‘mundo feliz’, en el que no habrá contradicciones ni
injusticias, en el que existirá el ‘hombre nuevo’ (de izquierdas, por
supuesto) y en el que todos seremos felices. ¿Simpleza? Sí, pero esta
utopía lleva sobre sus espaldas unos cien millones de muertos.
A pesar de
los insultos que han recibido los historiadores franceses, autores del
‘Libro negro del comunismo’, es un trabajo sólidamente documentado.
Si usted
dice que la Stasi, la Checa, o el Gulag, son de izquierdas, será acusado
de algo malo. Por ejemplo, de ser un facha, anticomunista, o de derecha
extrema. La conclusión es que solamente ‘lo bueno’ es, verdaderamente,
de izquierdas. ¡Hay que ser tonto para creer esto!
En cambio,
si es usted católico, por ejemplo, e intenta convencer a un izquierdista
de que la Inquisición ‘no es verdadero catolicismo’, será despreciado
como hipócrita y falsario. Y facha. Pues bien, la Inquisición forma
parte de la historia del catolicismo y la Checa, el Gulag y la Stasi,
forman parte de la historia de la izquierda.
A veces se
critica la utilización del término ‘izquierda’ porque se aplicaría,
supuestamente, a todo tipo de izquierdas. Y esto sería injusto.
Aceptemos que hay diversos tipos y las críticas, las mías, por ejemplo,
sólo serían válidas (en el mejor de los casos) para una o varias, pero
no a todas. Cuando escribo, supongo que mis lectores tienen la
inteligencia suficiente para entender que hay términos vagos, como
‘izquierda’, ‘derecha’, ‘progresista’, reaccionario’, etcétera. También
les supongo inteligencia suficiente para entender que al hablar de
‘izquierda’ no me refiero a todas y cada una de las personas que se
autocalifican de ‘izquierdas’.
Esto lo
dejo para los seguidores del todo-nada, o del blanco-negro. Y, por
último, también supongo, en mis lectores, inteligencia suficiente para
entender que un artículo periodístico no es un tratado, y que nunca se
puede decir todo. Aunque tampoco se puede en los tratados.
No es tan
difícil. La distinción que hago es entre la izquierda democrática y la
derecha democrática, por una parte, y la izquierda no democrática y la
derecha no democrática, por otra parte. Me sitúo con los primeros (los
democráticos), se llamen como se llamen. Ahora bien,
circunstancialmente, puedo opinar como Fernando Savater, cuando pide
públicamente que no se vote al Partido Socialista Obrero Español. Porque
su actitud ante el problema terrorista y territorial, es criticable y
rechazable. Aparte de haber engañado a la gente en numerosas ocasiones.
Ya saben, primero ETA dejará las armas, renunciará a la violencia, luego
no hay crisis económica, los brotes verdes, etcétera. Espero que
cualquier persona, con un mínimo de buena fe y capacidad, entienda lo
que digo.
Seguramente
hay gente ‘de izquierdas’ que no rechaza la familia, la religión, la
propiedad privada, la sociedad de mercado y el Estado de Derecho. El
problema es que amplios sectores de la izquierda (con poder político y
sin él) adoptan actitudes que van en contra de la economía de mercado,
que se supone que aceptan. ¿Por qué sólo se supone? Porque, en el fondo,
desprecian el capitalismo aunque no les queda más remedio que
gestionarlo. Cuando ganan las elecciones. Estas cosas no sólo suceden en
España.
En esta
dramática idiotez han participado no sólo intelectuales ‘de izquierdas’,
es cierto. Pero son abrumadora mayoría. No nos olvidemos. También
desprecian a la religión (especialmente a la Iglesia Católica), la
propiedad privada (especialmente la ajena) y la familia. No todos, claro
es.
Es decir, la
propuesta de utopías irrealizables (llenas de sufrimiento y sangre) han
ido de la mano de la mentira y de la falsificación de la realidad. Un
buen ejemplo lo tenemos en el libro de Martin Amis, ‘Koba, el temible’.
También podemos recordar la conocida petición de J. Benda, en La
traición de los intelectuales, de no subordinar la verdad al compromiso,
o los avisos de H. Arendt contra las interpretaciones definitivas del
mundo, entre otros.
Una profunda
hipocresía atraviesa el pensamiento y la acción de la izquierda, aunque
no sea en completo monopolio. Se trata, como he dicho, de su desprecio
por la economía de mercado, por una parte, y su utilización, a
regañadientes, por otra. Es decir, la izquierda no tiene un modo de
producción propio que sea presentable. Lo ha intentado, pero ha
fracasado de manera estrepitosa. Ha tenido que aceptar el modo de
producción del ‘enemigo’, la economía de mercado. Esta esquizofrenia no
está resuelta. Su intervencionismo en materia económica, es una
permanente muestra de su deseo totalitario de dirigir de ‘forma
progresista’ la economía de mercado.
Expresa,
además, su desconfianza hacia los empresarios (explotadores) y con la
‘lógica’ del mercado. Recordemos el rotundo fracaso de F. Mitterrand,
que quiso sustituir ‘la lógica del beneficio’, propia de los malvados
capitalistas. Además, la izquierda miente de forma indecorosa cuando
compara la realidad (la sociedad occidental) con un mundo ideal (la
utopía de izquierdas), y ganan siempre. Porque la realidad es siempre
más imperfecta que idealidad. Pero sólo ganan cuando sueñan. Y, a pesar
de sus repetidos fracasos, se creen moralmente mejores. Triste y
peligrosa enfermedad del alma.
Los matices,
o diferentes sensibilidades, como les gusta decir, no logran esconder
un rechazo frontal a cuestiones que son clave para millones de personas
en la sociedad occidental. Por ejemplo, no soy creyente. Ni presumo, ni
me escondo. Pero lo que no haría nunca es decir, o hacer cosas, que
ofendieran los sentimientos religiosos de los demás. El que haya gentes
de izquierdas que no les importe, o incluso aplaudan que se hagan
exposiciones fotográficas de Jesucristo y la Virgen, follando y haciendo
pajas (en Extremadura y patrocinado por los socialistas), es un
ejemplo, no sólo de su falta de sentido estético sino de su falta de
respeto a los demás. Es una forma grosera y zafia de insultar a los
católicos. ¿Cómo pueden esperar respeto con esta vergonzosa actitud?
Pero son
cobardes. No absolutamente todos. ¿Verdad que me entienden? Son cobardes
porque se escandalizan cuando un dibujante danés hace unos dibujos
satíricos contra Mahoma. Rápidamente el Presidente Rodríguez pidió
respeto. Pero no pidió respeto por las ofensas a los católicos debido a
la exposición fotográfica (en Extremadura) que acabo de comentar. ¿Por
qué? Porque son cobardes. Les aseguro que si hubiera ‘grupos armados
católicos’ que pusieran bombas en el trasero de los progresistas que
ofenden los símbolos cristianos, irían con mucho cuidado. Por eso
respetan tanto a los islamistas. Porque les temen. Y porque son un
‘competidor’ de la Iglesia Católica.
Por otra
parte, el matrimonio entre personas del mismo sexo es algo tan raro en
todo el mundo, que solamente ha sido aceptado en tres o cuatro países,
incluido el nuestro. Lo normal es aceptar, en estos casos, ‘uniones
civiles’. Y eso en sociedades democráticas. Mejor no hablar de lo que
pasa en otros países con los que formaremos una Alianza de
Civilizaciones. Creo que ahorcan a los homosexuales.
Otra de las
hipocresías (acompañadas de degradación moral) de la izquierda, es la de
distinguir entre dictaduras buenas (las de izquierdas) y malas (las de
derechas). Conocidos ‘intelectuales’ de izquierda alaban y han alabado,
públicamente, al dictador Fidel Castro. Y se quedan tan panchos. No les
da vergüenza. Eso sí, Pinochet es malísimo porque es un dictador de
derechas. ¿Se puede ser más sectario? Es muy difícil.
Uno de los
grandes mitos del rojerío mundial, Che Guevara, decía: ‘Debe dársele al
reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto
quiere decir, entiéndase bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin
importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en
esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie,
sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías
procesales mismas’.
El angelito
firmó 1.892 condenas a muerte. Tal vez convendría leer a la escritora
cubana Zoe Valdés, para no seguir tragando mitos ensangrentados y usando
sus camisetas. Pero conocer la verdad puede resultar desagradable y
doloroso.
Willi
Müzenberger, el dirigente de la Komintern, llamaba ‘El club de los
inocentes’ a estos intelectuales y artistas embobados con la izquierda
emancipadora. Mentían, y se auto engañaban, como bellacos. Entre ellos,
Bretch, Sastre, Hemingway o Dos Passos. Ahora se les cae la baba a
Saramago y García Márquez, entre otros, cuando hablan de Fidel Castro.
Aunque no es toda la izquierda.
Hay más
mentiras y deformaciones, pero sólo haré una breve referencia: la de que
la derecha española quiere reinventar la historia de la guerra civil.
Resulta de
una increíble desvergüenza el intento de monopolizar la interpretación
de la historia. La mentalidad totalitaria de la izquierda no puede
entender que ellos no detentan las verdades incontrovertibles e
indiscutibles. Ni siquiera la ciencias empíricas son conocimiento
cierto, en el sentido de conocimiento infalible. ¿A qué se debe esta
absurda y estúpida actitud? A la creencia en la superioridad moral de la
izquierda. Pero es cierto. No todos son tan idiotas.
Un ejemplo
destacado de tal actitud totalitaria, es el boicot a Pío Moa. Ha
solicitado debates públicos y se los han negado. ¡Se ha atrevido a poner
cuestión las verdades indiscutibles de la izquierda! ¡Facha! El
conocido historiador Stanley Payne, dijo: ‘He oído muchos insultos
contra Moa, pero pocos argumentos’. ¡Para que van a debatir si ya tienen
toda la verdad y nada más que la verdad!
Hay que
terminar. ¿De dónde procede la basura pseudo cultural, como las fotos
obscenas de la Virgen y Jesucristo y otros muchos y variados ejemplos
antisistema?
La II
Internacional, proclamó en 1907: ‘En caso de que la guerra llegase a
estallar, los socialistas tienen el deber de intervenir para hacerla
cesar inmediatamente y de utilizar con todas sus fuerzas la crisis
económica y política creada por la guerra, para hacer agitación entre
las capas populares más amplias y precipitar la caída de la dominación
capitalista’.
Pero ni los
conflictos bélicos, ni la Revolución Rusa bastaron para conseguir sus
objetivos revolucionarios. Había que cambiar, no de objetivos pero sí de
medios. Ahora se trataba de modificar las conciencias. Meter el dedo en
la llamada superestructura. De ahí que haya tanto progre en la
Universidad y en los medios de comunicación. Aunque también en otros
muchos sitios.
Fuentes
fundamentales son, entre otras, Antonio Gramsci y la Teoría Crítica, a
la que luego me referiré. El comunista italiano se dio cuenta de que lo
previo y más importante era subvertir el sistema de valores del mundo
occidental. De ahí la importancia de los intelectuales para realizar
esta tarea subversiva. Y su traición a la verdad, por supuesto. En
cuanto a la Teoría Crítica, está vinculada a nombres conocidos como,
Adorno, Horkheimer, Marcuse o Fromm.
Como
sabemos, los grandes males a eliminar eran: la familia, el cristianismo,
el capitalismo, etcétera. Había que mostrar que todo esto era bazofia
reaccionaria. Su apostolado se desarrolló, básicamente, en Estados
Unidos. Pero el virus se extendió por Europa.
La cantidad
de idioteces y deformaciones es tanta que no se puede comentar en un
artículo. Por tanto, resumiré una de las ideas centrales que se
desprende de sus enseñanzas, y que encontramos ya, más en bruto, en una
directriz del PCUS de 1943:
‘Nuestros
camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben
continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos.
Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que
etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después
de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la
conciencia de la gente’.
Tómenlo muy
en serio, porque no tienen escrúpulos. Ni antes, ni ahora. Además, por
experiencia propia puedo afirmar que es casi imposible convencer a un
izquierdista. Los argumentos y los hechos (adversos) les rebotan. Pasan
los años y nada. Al tener toda la razón y ser moralmente superiores, no
hay nada que hacer.
Aunque, es cierto, no toda la izquierda es así.
Sebastián Urbina.
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