(Reflexione sobre la noticia bebiendo un buen cava valenciano, riojano, extremeño...)
Cataluña
Cataluña es la Comunidad con menos ‘calidad gubernativa’ de España
Un informe de la Comisión
Europea sitúa a Cataluña en la cola de las CCAA en cuanto a la calidad,
la imparcialidad y el nivel de corrupción detectados en la educación, la
sanidad y la justicia.
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Y, para colmo de males, su Parlament no es representativo. En mi población, y supongo que algo semejante pasará en Barcelona y por el resto de Cataluña, desde hace unos meses se ha extendido la moda de asomar a los balcones y ventanas la señera catalana tradicional y las independentistas (que habrían de ponerse de acuerdo para establecer un modelo normativo, que si triangulito blanco, que si azul, que si estrellita blanca, que si amarilla o roja…). Pues bien, a pesar de que una gran mayoría de los independentistas se habrá apuntado a esa moda, esa manera de expresar el propio posicionamiento, resulta muy significativa la escasa presencia de tales ornamentos, bastante por debajo de la proporción uno a cuatro o uno a cinco existente entre los catalanes autóctonos y los catalanes inmigrantes desde otras regiones españolas y del mundo. El caso es que el Parlament legisla para esos pocos y a los demás, ajo y agua. Como si a nosotros no nos hubiera parido madre, como si no tuviéramos nuestros propios “fets diferencials”, nuestra lengua, nuestro propio folklore. Rechazan de plano toda idea de “melting pot”, la diversidad cultural en pacífica convivencia, y de ahí la oposición frontal a las leyes sobre educación que contradigan a su preciada inmersión, la escuela catalana.
Habría que cambiar la legislación electoral vigente. No puede ser que un partido nacional pueda pignorar el país en sus conciertos con los partidos nacionalistas para conseguir estabilidad de gobierno. Si hay que ir a segundas vueltas, se va; pero que nos administre un ganador sin ese plomo en las alas. De otra parte, hay que repensar la praxis de la democracia. Por ejemplo, no puede ser que un colectivo tan significativo como el de la abstención (no nacionalista en su inmensa mayoría, seguro)se quede sin representación política alguna. Porque si en las recientes elecciones, Mas se llevó en la provincia de Barcelona el 27,9 % de los votos, la abstención sumó el 30,1%; en Tarragona, 31,6 % y 33,66%; en Gerona, 42,8 % y 29,3 % y en Lérida, 43 % y 30, 67 %, respectivamente. Como tampoco parece razonable que nuestra Constitución proclame la “(…) indisoluble unidad de la Nación española patria común e indivisible de todos los españoles (…)” mientras se paga pensiones astronómicas y vitalicias a ex presidentes conocidos separadores, mientras se mantiene con nuestros dineros a partidos y políticos de esa misma inclinación política, mientras se pueden presentar a elecciones democráticas tales sujetos y colectivos, etc., etc.
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