El
suflé de la marea verde
No sé si mis apreciados lectores vieron el pasado
miércoles el debate sobre el TIL en IB3 . Nada menos que un 20% de share,
casi 200.000 personas lo vieron. Lo que más me llamó la atención, aparte de la
incompetencia lingüística de Iñaki Aicart, fue la pobreza de argumentos tanto
del portavoz de la Asamblea de Docentes como del líder supremo del STEI, el
incombustible Gabriel Caldentey. Una indigencia argumental que hace más
gigantesco si cabe el éxito de la manifestación del pasado domingo.
O son unos
maestros del agit-prop, o hay una multitud que, como decía Arendt, está
dispuesta a creerse las mentiras más inverosímiles si vienen de su propia
orilla y a negar los hechos más prosaicos si proceden de la contraria. O una
combinación de ambos, claro. Porque, como apuntó el abogado Antoni Verd, es
totalmente desproporcionado lo que está ocurriendo por el mero hecho de que un
Govern pretenda implantar en la enseñanza pública un modelo trilingüe que ya
funciona en la privada, máxime cuando los docentes de la pública siempre se han
creído mejores que los de la privada -por eso cobran más y trabajan menos- por
haber pasado una oposición.
Si uno analiza y rasca un poquito en los
argumentos de los anti-TIL, uno no entiende nada de nada. Dicen que no es
aplicable porque los maestros no están preparados cuando, según reconoció
Aicart, hay más de tres mil maestros con el certificado B2 de los que sólo se
precisan 570 para implantar el TIL. Es más, si un centro no tuviera capacidad
de impartir algunas clases en inglés (no matemáticas o ciencias, como se ha
dicho, sino algunas marías), puede optar por dar las clases a partes
iguales en catalán y castellano. Alegan que los alumnos no están preparados
para entender una clase en inglés y que su nivel de conocimientos va a caer más
todavía. Uno se pregunta si no es un reconocimiento implícito de lo mal que se
está impartiendo el inglés, sospecha alentada por el propio Aicart al reconocer
que muchos maestros de inglés están dando la asignatura en catalán.
Por otra
parte, no parece que el nivel de conocimientos de los alumnos haya importado
demasiado al colectivo docente, a tenor de los resultados deplorables del
último informe PISA y del escaso porcentaje de alumnos excelentes (sólo un 3%
en España, en Baleares menos, frente al 15% de los países de la OCDE). Tanto
les importa su nivel de conocimientos que ya se corre la voz de que la UIB,
siempre dispuesta a echar una manita a los rebeldes, va a bajar, ¡más todavía!,
el nivel de la selectividad para no perjudicar a los alumnos de segundo de
bachillerato.
No obstante, el motivo más socorrido contra el
TIL es que no se ha consensuado con nadie y que se ha impuesto sin contar con
el criterio de los expertos, como el tío de Rafa Nadal, supongo, un técnico en
la materia. Ironías aparte, los anti-TIL apelan al argumento de autoridad que,
en materia educativa, tendrían los propios interesados: los docentes, los
sindicatos, las federaciones de APIMAs, los pedagogos y lingüistas de la UIB,
los consejos escolares, los directores de centros, algunos inspectores… Quienes
saben de la materia no habrían sido consultados, ¡a nadie se le ocurriría
construir un puente sin el concurso de un ingeniero!, brama Caldentey. ¡El TIL
es anticientífico! Estas apelaciones a la ciencia me recuerdan a las cuestiones
lingüísticas, en las que todos debemos callar ante la autoridad competente a
menos que nos atrevamos a ser tildados de incultos e ignorantes. Lo mismo.
Vamos a ver, lo que pasa es que los anti-TIL
hacen trampas jugando al solitario. Todos los organismos citados anteriormente,
que conforman la pomposamente llamada “comunidad educativa” y que son los
“expertos” en la materia, son directamente responsables del marasmo educativo
balear. Y todos están conchabados para ocultar la realidad y negar su cuota de
responsabilidad. Es como si el Gobierno quisiera poner en vereda a los
controladores aéreos y les pidiera su opinión para hacerlo. ¿Qué le
contestarían?
Contra el TIL, se han juntado el hambre con las
ganas de comer. Interinos que temen por su puesto de trabajo si finalmente se
acaba exigiendo el inglés, maestros rabiosos porque algunos articulistas les
hemos puesto en evidencia al confrontarles por primera vez frente a los
pavorosos resultados académicos obtenidos, docentes convencidos de que el TIL
es un ataque al catalán, profesores quejumbrosos por los obligados recortes
educativos en un país en ruina y sobre todo ganas, muchas ganas, de desgastar
al Govern de Bauzá por parte de muchos colectivos (sindicatos, periódicos y
resentidos varios) que por primera vez en mucho tiempo han visto sus
privilegios y prebendas amenazados, o cuando menos cuestionados.
Algunos
llevamos años desenmascarando este oasis que al parecer era la “comunidad
educativa” antes de denunciar sus vicios y atropellos. Ahora esta comunidad se
siente humillada y ofendida, y esto, claro, no se perdona.
(Joan Font Rosselló/El Mundo)
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