miércoles, 2 de octubre de 2013

EL SUFLÉ DE LA MAREA VERDE










El suflé de la marea verde


No sé si mis apreciados lectores vieron el pasado miércoles el debate sobre el TIL en IB3 . Nada menos que un 20% de share, casi 200.000 personas lo vieron. Lo que más me llamó la atención, aparte de la incompetencia lingüística de Iñaki Aicart, fue la pobreza de argumentos tanto del portavoz de la Asamblea de Docentes como del líder supremo del STEI, el incombustible Gabriel Caldentey. Una indigencia argumental que hace más gigantesco si cabe el éxito de la manifestación del pasado domingo.

 O son unos maestros del agit-prop, o hay una multitud que, como decía Arendt, está dispuesta a creerse las mentiras más inverosímiles si vienen de su propia orilla y a negar los hechos más prosaicos si proceden de la contraria. O una combinación de ambos, claro. Porque, como apuntó el abogado Antoni Verd, es totalmente desproporcionado lo que está ocurriendo por el mero hecho de que un Govern pretenda implantar en la enseñanza pública un modelo trilingüe que ya funciona en la privada, máxime cuando los docentes de la pública siempre se han creído mejores que los de la privada -por eso cobran más y trabajan menos- por haber pasado una oposición.

Si uno analiza y rasca un poquito en los argumentos de los anti-TIL, uno no entiende nada de nada. Dicen que no es aplicable porque los maestros no están preparados cuando, según reconoció Aicart, hay más de tres mil maestros con el certificado B2 de los que sólo se precisan 570 para implantar el TIL. Es más, si un centro no tuviera capacidad de impartir algunas clases en inglés (no matemáticas o ciencias, como se ha dicho, sino algunas marías), puede optar por dar las clases a partes iguales en catalán y castellano. Alegan que los alumnos no están preparados para entender una clase en inglés y que su nivel de conocimientos va a caer más todavía. Uno se pregunta si no es un reconocimiento implícito de lo mal que se está impartiendo el inglés, sospecha alentada por el propio Aicart al reconocer que muchos maestros de inglés están dando la asignatura en catalán. 

Por otra parte, no parece que el nivel de conocimientos de los alumnos haya importado demasiado al colectivo docente, a tenor de los resultados deplorables del último informe PISA y del escaso porcentaje de alumnos excelentes (sólo un 3% en España, en Baleares menos, frente al 15% de los países de la OCDE). Tanto les importa su nivel de conocimientos que ya se corre la voz de que la UIB, siempre dispuesta a echar una manita a los rebeldes, va a bajar, ¡más todavía!, el nivel de la selectividad para no perjudicar a los alumnos de segundo de bachillerato.

No obstante, el motivo más socorrido contra el TIL es que no se ha consensuado con nadie y que se ha impuesto sin contar con el criterio de los expertos, como el tío de Rafa Nadal, supongo, un técnico en la materia. Ironías aparte, los anti-TIL apelan al argumento de autoridad que, en materia educativa, tendrían los propios interesados: los docentes, los sindicatos, las federaciones de APIMAs, los pedagogos y lingüistas de la UIB, los consejos escolares, los directores de centros, algunos inspectoresQuienes saben de la materia no habrían sido consultados, ¡a nadie se le ocurriría construir un puente sin el concurso de un ingeniero!, brama Caldentey. ¡El TIL es anticientífico! Estas apelaciones a la ciencia me recuerdan a las cuestiones lingüísticas, en las que todos debemos callar ante la autoridad competente a menos que nos atrevamos a ser tildados de incultos e ignorantes. Lo mismo.

Vamos a ver, lo que pasa es que los anti-TIL hacen trampas jugando al solitario. Todos los organismos citados anteriormente, que conforman la pomposamente llamada “comunidad educativa” y que son los “expertos” en la materia, son directamente responsables del marasmo educativo balear. Y todos están conchabados para ocultar la realidad y negar su cuota de responsabilidad. Es como si el Gobierno quisiera poner en vereda a los controladores aéreos y les pidiera su opinión para hacerlo. ¿Qué le contestarían?

Contra el TIL, se han juntado el hambre con las ganas de comer. Interinos que temen por su puesto de trabajo si finalmente se acaba exigiendo el inglés, maestros rabiosos porque algunos articulistas les hemos puesto en evidencia al confrontarles por primera vez frente a los pavorosos resultados académicos obtenidos, docentes convencidos de que el TIL es un ataque al catalán, profesores quejumbrosos por los obligados recortes educativos en un país en ruina y sobre todo ganas, muchas ganas, de desgastar al Govern de Bauzá por parte de muchos colectivos (sindicatos, periódicos y resentidos varios) que por primera vez en mucho tiempo han visto sus privilegios y prebendas amenazados, o cuando menos cuestionados. 

Algunos llevamos años desenmascarando este oasis que al parecer era la “comunidad educativa” antes de denunciar sus vicios y atropellos. Ahora esta comunidad se siente humillada y ofendida, y esto, claro, no se perdona.  

 (Joan Font Rosselló/El Mundo)

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