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jueves, 24 de octubre de 2013
ESPAÑA EN LA ENCRUCIJADA.
El tiempo se acorta. Mirar a otro lado, como hace Mariano Rajoy no sirve para nada. Mejor dicho, para empeorar las cosas. No tomar decisiones, en momentos de grave crisis, como sucede en estos momentos, es una peligrosa irresponsabilidad.
Tal como están las cosas, veo dos grandes alternativas.
Por una parte, la balkanización de España. El proceso empezaría por Cataluña. Seguiría con el País Vasco. Probablemente se unieran Galicia y Las Canarias. En todo caso, sería una catástrofe, no solamente económica. De imprevisibles consecuencias.
Es impensable lo que puede suceder en este hipotético proceso de balkanización, pero me atrevo a pensar que las Fuerzas Armadas intervendrían.
La inauguración de este proceso (aunque haya empezado hace mucho tiempo) significaría que el Gobierno de España ha hecho dejación de sus obligaciones constitucionales. Recordemos que los políticos tienen que jurar o prometer el cargo. 'Cumplir y hacer cumplir la Constitución'.
Una vez que el Gobierno de España incumple sus obligaciones constitucionales es, incluso, probable que las Fuerzas Armadas intervengan-como he dicho- para garantizar (según establece el artículo 8 de la Constitución) la unidad de España y el ordenamiento constitucional violado por los separatistas.
La otra alternativa es la restitución del orden constitucional por parte del Gobierno de España. En este caso, el Gobierno de España tendría que tomar alguna medida ante la consulta soberanista ilegal de los políticos catalanistas. O sea, frenar la secesión. Una medida inmediata podría ser el rescate de competencias en defensa del interés general, según el artículo 155 de la Constitución.
La menos mala de las soluciones es aplicar la ley y restituir el orden constitucional. Aunque también dejaría inevitables heridas. Tanta irresponsabilidad, mediocridad y cobardía, durante tantos años, por parte de la clase política, no puede salir gratis.
Imagino que habría que reformar la Constitución para restituir- en el articulado de la Constitución- competencias al Estado central y prohibición expresa de transferencia. Y modificar la ley electoral. Y tratar de volver a la normalidad lo antes posible.
Sin embargo, hay que recordar que la deslealtad de los separatistas, que nos ha llevado a esta situación, no desaparecerá milagrosamente. De ahí que la reforma de la ley electoral deba acercarse, mucho más, al principio democrático de 'un hombre un voto'. Esto impediría que los separatistas tuvieran una injusta sobre-representación, que han utilizado para chantajear a los gobiernos y preparar el camino hacia la independencia. Gracias a la mediocridad y estupidez de nuestra clase política que así lo permitió. Y que nunca se atrevió a modificar en estos treinta y cinco años de democracia. O mejor, partitocracia.
El tiempo apremia.)
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