Cultura / Giovanni Sartori’’:
VIVIMOS UNA GUERRA DE RELIGIÓN.
/ . El profesor italiano, que a sus 91 años acaba de publicar un nuevo
libro, recibe a ABC en un pueblo de la Toscana. «Occidente y sus
valores están en peligro», advierte. (ABC)
Estamos viviendo una guerra de religión. Y yo digo que a la guerra se responde con la
guerra, no con asambleas como hacen en las Naciones Unidas, que yo llamo
desunidas». Así de rotundo se muestra el más brillante politólogo italiano,
Giovanni Sartori (Florencia, 1924), profesor de asombrosa cultura, considerado
uno de los máximos expertos en ciencia política. Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales (2005), acaba de publicar «La carrera hacia ninguna parte.
Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro», una especie de manual de
supervivencia que viene a enriquecer su producción de 35 libros traducidos en
todo el mundo. Para combatir el calor del verano en Roma, el profesor, que
se autodefine como liberal moderado, se refugió en un pueblo toscano, donde
conversó con ABC.
«Occidente y sus valores están en peligro», advierte
Sartori, quien considera que «la guerra a la que asistimos es inédita, con
cuatro características: terrorista , global, tecnológica y religiosa». «El extremismo islámico crece porque atrae a
jóvenes de todo el mundo y su fuerza deriva de que se alimenta de fanatismo
religioso. La guerra terrorista del
EI es de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recordaba. Es
secundario el componente militar. Solo se gana si sabemos reaccionar y no
dudamos de nuestros valores y de nuestra civilización ético-política».
Cree el profesor Sartori que «Occidente no está dando la respuesta
adecuada al EI» y desconfía de la capacidad de liderazgo de Barack Obama, al que se refiere con cierta ironía recordando que
en sus años de profesor en Columbia, donde estaba inscrito el hoy presidente
norteamericano, impartía dos cursos que hubieran sido «muy importantes para él,
uno sobre teoría de la democracia y otro sobre el método y el lenguaje en
política, pero no asistió a mis clases». Y
con una sonrisa añade: «Si hubiera seguido mis cursos no habría hecho
tantas estupideces». Sartori critica el empeño de Occidente por exportar
la democracia a algunos países árabes, con el resultado del fracaso de
las «primaveras árabes»: «La
democracia no es exportable, sobre todo en los países islámicos, porque sus
regímenes son teocracias fundadas sobre la voluntad de Alá, no sobre la
voluntad del pueblo. Dios y pueblo son dos principios de legitimidad opuestos».
No solo es crítico con Obama, también con los lideres europeos «porque
demuestran que comprenden poco y mal lo que está sucediendo en Europa». La ampliación de la UE a 28 países
no le gusta: «Ha sabido expandirse, pero no es capaz de hacer una buena
gestión», dice, explicando que «Europa ha sido concebida como una entidad sin
defensas económicas y, por tanto, fácilmente conquistable».
Sartori
considera ridículo el intento de algunos países europeos de construir muros
para defenderse de los inmigrantes y se muestra especialmente duro con la
política sobre inmigración de la UE: «La gran sorpresa ha sido que los musulmanes de tercera
generación no solamente no se han integrado, sino que son los más rebeldes,
porque no tienen trabajo, el Islam fanático los atrae y odian a Occidente. Europa creyó que esos inmigrantes serían integrados en la
tercera generación, como ocurrió en Estados Unidos. Pero allí eran todos
de procedencia europea y con la misma religión».
Superpoblación mundial
A Sartori le preocupa especialmente la superpoblación mundial, con algunos casos que hablan por sí solos, como el
de Níger, cuya población se duplica cada diez años, con descenso dramático de
la vida media, que era de 28 años y ahora lo es de 15. Experto en el tema (uno
de sus libros más leídos es «La tierra explota: Superpoblación y desarrollo»),
Sartori dice que «el problema de los problemas es la superpoblación. Es la más dramática crisis de nuestro tiempo. La Tierra ha
superado los nueve mil millones de personas. En un siglo la población se ha
triplicado con creces. Es algo insostenible». Por eso no le gusta y critica
que la Iglesia se oponga al control de la natalidad. «¿Dónde meteremos los
miles de millones que la Tierra no podrá soportar. ¿Los mandaremos a Plutón?»,
se pregunta.
Giovanni Sartori culpa a la
televisión y a Internet de «producir imágenes y cancelar los conceptos,
atrofiando así la capacidad de comprender». En este sentido, alerta del riesgo de que los nuevos medios pueden
ser enemigos de la democracia. «La sociedad liberal democrática está construida
de abstracciones. No hay nada visible en los conceptos que nosotros hemos usado
para construir la democracia liberal. Conceptos abstractos como el de
justicia, por ejemplo», señala.
Le indicamos que algunos, al leer su último libro, podrían tacharle de
pesimista, pero él subraya que es realista: «Yo tengo un lema muy claro: El pesimismo es peligroso si
nos lleva o induce a la rendición; pero el mal lo hace el optimismo o el
‘tranquilismo’ que conducen a no hacer nada. Este es exactamente mi lema y
lo que pienso». Confiesa que, originalmente, eligió como título de su libro «La
carrera hacia la ruina», para explicar que «caminamos sin ideas de cómo
progresar con tantos como somos, demasiados… Las ruinas crean unidades más
pequeñas, como en la Edad Media. Algunos quieren crear su pequeño
reino».
«Escribiré un nuevo libro y después... basta. No soy infinito»
A. GÓMEZ
FUENTES
«A Isabella,
con amore». Giovanni Sartori ha dedicado el libro «La carrera hacia ninguna
parte» a su mujer, la artista Isabella Gherardi, pintora y fotógrafa, de la que
le separan «solo» 39 primaveras. ¿La receta de su convivencia? «Buen humor y no
preocuparse por el paso del tiempo». El profesor vive a sus 91 años saboreando
los días y los meses, orgulloso de su brillante carrera académica (profesor en
Florencia, Stanford, Yale, Harvard y Columbia), de sus nueve laureas honoris
causa y de sus muchas condecoraciones: la última, la Orden Mexicana del Águila
Azteca, se la impuso en junio el presidente de México.
Pero siempre destaca con
especial afecto el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, recibido
en 2005. «Para mi edad, vivo mucho mejor que otros. Ahora en septiembre inicio
un nuevo libro. Después, basta. No soy infinito», concluye con melancólica
sonrisa el viejo y sabio profesor, que ha sembrado cultura política en la
derecha y la izquierda, con discípulos en ambos lados, y seguramente todavía
tiene mucho que enseñar
(ABC)
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