martes, 14 de octubre de 2008

DEL ROJERÍO NO ME FÍO.


Carta abierta que ha escrito Pedro Aliaga (religioso trinitario español que vive actualmente en Roma) a Gaspar Llamazares y ha enviado al diario ABC. No tiene desperdicio. Es buenisima...y muy ocurrente.


Sr. Llamazares: leo en la prensa que ha cursado solicitud formal para retirar la cruz y la Biblia de las juras de cargos públicos ante el Rey, y que está preocupado porque aún quedan cruces en los colegios y desfilan militares en las procesiones.

En Italia, donde vivo, esa cuestión quedó zanjada con la sentencia judicial favorable al mantenimiento de la cruz en los lugares públicos porque se trata de un símbolo referente para la cultura italiana. Sin embargo, para usted no es así, y cree que se trata de un atentado a la laicidad del Estado.

Le pregunto: ¿va usted a pedir la retirada de nuestros museos, como ofensivos, de los Cristos de Velázquez o de las Vírgenes de Murillo? ¿Usted se va a presentar a trabajar en el Congreso el día de Navidad, por la terrible injusticia que representa el descanso para todos los españoles del día del nacimiento de Cristo? ¿Se va a aupar a la torre de la catedral de Toledo, para tapar sus cruces, que ofenden los aires de los millones de turistas que visitan la ciudad? ¿Se va a emplear con los billetes de 20 euros por representar la ventana gótica de una catedral europea, intolerante muestra de agresión religiosa? ¿Va a pedir prohibir la Semana Santa de Sevilla, la Romería del Rocío o de San Isidro, por su carga de ofensiva católica en las calles que a todos pertenecen? ¿Pedirá la retirada de nuestras bibliotecas, estatales y que pertenecen a todos, de las obras de Gonzalo de Berceo, de Lope de Vega y de Galdós, por su propaganda clerical, impensable en un Estado laico? ¿Borrará al Magistral de La Regenta? ¿Pedirá que la Real Academia declare que las Glosas Silenses y Emilianenses ya no son los testimonios más antiguos del castellano? ¿Borrará los apellidos de Navas de San Juan o de Villanueva del Arzobispo, o se empleará con los nombres de San Sebastián o de Sant Feliù de Llobregat por imponer a todos los ciudadanos un membrete con creencias religiosas adheridas? ¿Raspará con su cincel las cruces de Calatrava o de Santiago de los escudos municipales? ¿Liberará al cochino de San Antón de la oscurantista gorrinera católica, o pedirá usted que la pava de Cazalilla sea arrojada desde la Casa del Pueblo, en vez del campanario de la parroquia? ¿Empezará una cruzada para que el 'Viva San Fermín' se transforme en un 'Viva la serenidad laica de un Estado igualitario en sus manifestaciones lúdicas y/o festivas'?

Señor Llamazares: le aconsejo que, antes de que su partido desaparezca definitivamente del Congreso, haga lo posible por cambiar su nombre en el registro civil, pues es indigno de un Estado como España que usted se llame Gaspar, como uno de los Reyes Magos, con evidentes reminiscencias católicas y monárquicas que pueden ofender al pueblo al que usted representa.

(enviado por un amigo)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este señor mezcla en su carta las churras con las merinas. Una cosa son los simbolos religiosos que puedan existir en todo tipo de manifestaciones artísticas (por tanto, con un valor cultural y artístico), y otra cosa muy diferente es la jura de un cargo público en un estado que se autodenomina aconfesional, en la que, por tanto, no tendría que estar presente ningún símbolo religioso.

Jose M. Lafora dijo...

Este señor, Pedro Aliaga, por ir al grano, está meando fuera del tiesto. Solo la iglesia católica juega a la confusión llamando al colaboracionismo de Pio XII con el genocidio nazi "honroso silencio que salvó muchas vidas..." como si su decidida intervención para constituir regímenes fascistas y genocidas en Hungría, Croacia, etc.. pudieran pasar por ser honrosos silencios.
Nadie está hablando, Gaspar Llamazares tampoco (que gracioso, verdad? tener nombre de un personaje no real)de suprimir manifestaciones artísticas que, como tales, pertenecen al substrato cultural común. Pero cosa distinta es la sociedad civil o el Estado que se debe, puesto que es financiado por todos, a creyentes, increyentes y... mediopensionistas. Por lo tanto, el Estado debe imponer únicamente como normas de convivencia las que sean comunes a todos, es decir, sin condicionamientos religiosos de ningún tipo. Ello, por la misma lógica, conprende la más que razonable pretensión de acabar con los privilegios históricos de la iglesia católica que, a fuerza de hogueras, ha sido dueña de vidas, conciencias y haciendas. Por lo tanto, señor Aliaga y quienes aplaudan su "curiosa" propuesta de convivencia, dejen de desfigurar la realidad para adaptarla a sus conveniencias.