lunes, 13 de octubre de 2008

MERCADO Y ESTADO.

Para el director de A Fondo (Radio Interenomía) este modelo crisis evidencia la crisis del intervencionismo practicado por los Estados. Se limitan a tapar sus propios errores pero sin soluciones concretas ni efectivas.

“Al contrario de lo que pueda parecer, el sector bancario es uno de los más regulados. Hay mucha gente trabajando en bancos centrales, en la Reserva Federal (EEUU) e las Comisiones del Mercado de Valores para asegurar ese control”

La piedra de toque señalada por Enrique de Diego es que ese sistema de regulación ya ha fallado y son los mismos que cometieron errores en el pasado los siguen asegurando que son capaces de mantener el control.

No se trata, señala De Diego, de dejar a un lado el capitalismo, la libertad económica.

“Nuestra sociedad, para poder mantener los niveles de población, necesita, precisamente, liberalizar la economía. El sistema financiero actual carece de esa características, eso es lo que hay que cambiar”.

Para el periodista, a tenor de los últimos movimientos de los principales Estados, asistimos a una expansión de los Gobiernos que puede dañar a la democracia.

Estamos viendo cómo los Gobiernos avalan a todo el sistema financiero que es una forma de nacionalizar bancos y empresas. Están engañando a la Opinión Pública. Que vivimos en una sociedad capitalista es una de las peores mentiras.”

“Los Gobierno no pueden asegurar el 100% de los depósitos. Es una medida que, además, tiene un efecto psicológico en La Bolsa que dura 24 horas.”

Respecto a la medida anunciada por Zapatero de asegurar depósitos de hasta 100.000 euros, Enrique de Diego explica que si mañana cerraran los bancos, el montante de ese seguro asciende a 10 veces de lo que realmente dispone nuestro Estado.

“Además, en esa huida hacia delante, es mentira que se vaya a dinamizar la economía. Si no se va a aclarar qué bancos o entidades están en riesgo, ni se va a dejar quebrar a ninguno, lo que se hace es aumentar la desconfianza en todo el sistema.”

“Por otro lado, si se lanza el mensaje de que no se va a embargar el efecto que se producirá es que todo el mundo dejará de pagar sus hipotecas.”

El autor de Crisis Planetaria recuerda el dato, que maneja ya en sus ensayos, de que los Gobiernos manejan el 50 del PIB de los Estados.

“Las clases medias trabajan la mitad del año para pagar impuestos en lo que se ha trasformado en sistema de expoliación”

Enrique de Diego pone el ejemplo del siglo XIX cuando era sólo el 5% del PIB el que manejaba un Estado. Una época en la que el Imperio Británico, una cuarta parte del territorio mundial, “era manejado por una veintena de funcionarios desde un adosado de Londres”.

Para este periodista, las privatizaciones llevadas a cabo en los años 80 sí liberalizaron en parte algunos mercados. Sin embargo, el objetivo para el Estado no era otro que

“Hacer caja para mantener un sistema que se basa en la expoliación de las clases medias. Si se expolia a los contribuyentes, éstos no van a poder consumir y es la economía real la que entra en crisis”.

El autor de Crisis Planetaria cuenta cómo en EEUU hay mucha gente que se está cuestionado la insurrección fiscal. El Plan Bush costará a cada estadounidense más de 2000 dólares.

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(LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS).-Ni las brutales inyecciones de liquidez realizadas hasta ahora ni el recorte concertado de los tipos de interés realizado por los principales bancos centrales ni los anuncios de los gobiernos garantizando los depósitos bancarios han servido para calmar los ánimos de los agentes económicos.

Las bolsas están en caída libre y la prima de riesgo de todos los instrumentos que miden esa variable se han disparado. Aquí nadie se fía de nadie y el mercado de crédito sigue cerrado pese a todos los intentos de los gobiernos y de las autoridades monetarias de abrirlos.

Existe un serio riesgo de colapso del sistema financiero y va a ser necesario realizar actuaciones mucho más agresivas para evitar que ese "desagradable" resultado se materialice.

¿Qué hacer? La respuesta es clara. Hay que acelerar el proceso de liquidación de las entidades financieras insolventes y hay que inyectar capital directamente en las solventes pero que pueden dejar de serlo si la restricción de liquidez se mantiene mucho más tiempo. El objetivo es recapitalizar las entidades crediticias lo que puede llevar a que los gobiernos compren en bolsa y mantengan de manera temporal acciones de las mismas para vendérselas al mercado cuando la situación se normalice. Este es el mecanismo empleado con éxito por Suecia cuando su sistema bancario se desplomó en 1992. Esta opción es más limpia, barata y transparente que la de crear fondos como el planteado por el gobierno español.

En esta vieja Piel de Toro, el gobierno y el Banco de España deberían liderar un proceso de concentración del sistema banca-cajas para dotarle de mayor fortaleza y afrontar la crisis de una manera razonable. Pero incluso esto puede ser insuficiente. Entre instrumentos financieros tóxicos y los créditos dudosos suministrados a constructores y operaciones corporativas, mas la morosidad de los créditos al consumo, el montante que puede necesitar el sistema financiero español puede elevarse a más de 300.000 millones de euros. Encontrar esa plata en el mercado doméstico o en el internacional será difícil y eso generará tensiones de liquidez y, si duran mucho, de solvencia.

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Misterioso enigma, el del sistema financiero más sólido del mundo. Juran y perjuran que, merced a la clarividencia providencial de Mafo, fue el único en no pringarse hasta las cejas con el negocio de la basura colateral titulizada en base a subyacentes inciertos estructurados por tramos de insolvencia aleatoriamente errática –o como demonios se llamara el tocomocho de las subprime –, ni en quimeras fiduciarias por el estilo.

Pero, de creerles, la pregunta inmediata es obvia: ¿Por qué entonces ningún banco español quieren prestar ni un duro a nadie? Desconcertante paradoja a la que quizá no debe ser ajena la anorexia crónica del Servicio de Inspección del Banco de España (repárese en que frente a los 12.600 técnicos altamente cualificados que, por ejemplo, integran el Banco de Francia, el nuestro apenas cuenta con tres mil funcionarios en plantilla).

Así las cosas, comprenderá el lector que uno no se llame a asombro al descubrir en el titular a tropecientas columnas de El Mundo que "Zapatero garantiza el blindaje de la banca con el 15 % de la riqueza nacional [PIB]". En fin, vamos a dejar piadosamente de lado que en el periódico de Pedro Jota no sepan cuál es la diferencia entre el PIB y el PNB ("Nacional" remite al valor de lo que producimos los españoles –y sólo los españoles – en cualquier lugar del planeta; "interior", a lo que alguien, compatriota o no, realiza dentro de España ).

Y es que la cuestión radica en que los socialistas han decidido nacionalizar la súbita desconfianza patológica de los banqueros hacia el prójimo, pagándosela, eso sí, a precio de oro. En consecuencia, piensan arrancar 150.000 millones de nuestros bolsillos por ver de conjurar tanta desazón y templar espíritus tan delicados y medrosos. Consiste, pues, la terapia para esos enfermos imaginarios en un sablazo de dimensiones cósmicas a los contribuyentes que, como en tiempos del infausto Solchaga, venderán apelando al manido cuento chino de "la única política económica posible".

Y pensar que, apenas con un pelín de imaginación, se podría realizar una súbita inyección de dinero, fe, confianza, alegría, ilusión, esperanza y entusiasmo en todas las oficinas bancarias del país, sin que el milagro nos costase un solo céntimo. Al cabo, bastaría con anunciar la inminente sustitución de todos los billetes de 500 euros por un nuevo modelo aún por determinar.¡108 millones de billetes enclaustrados, cuando no enterrados en vida bajo piedras y baldosas, saltando de repente en dirección a la oficina más próxima de La Caixa! ¡55.000 millones de euros resucitando de golpe gracias al susto!¡El 5,5% del PIB –que no de la riqueza española– acudiendo en altruista y desinteresado auxilio del sistema financiero más sólido del mundo!

Y... ¡gratis total!(José García Domínguez/LD)

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