lunes, 13 de octubre de 2008

VÍCTIMAS CONVERTIDAS EN VERDUGOS.


3/10/2008.





VÍCTIMAS CONVERTIDAS EN VERDUGOS.

Es típico de las sociedades totalitarias. No solamente las víctimas son convertidas en verdugos sino que los verdugos se convierten en víctimas. Pero ¿acaso la sociedad catalana es una sociedad totalitaria? Claro que no. En las sociedades totalitarias hay un poder absoluto del Estado y la libertad está grave y sistemáticamente restringida. Los casos de Stalin y Hitler podrían ejemplificar a este tipo de sociedades. No, creo que la sociedad catalana es, en preocupante medida, una sociedad autocrática.



¿En qué sentido? Hay una fuerte concentración del poder político en una sola dirección, el catalanismo obligatorio; hay un intento sistemático de permear todas las instituciones de la ideología catalanista; un intento de controlar la educación y los medios de difusión para perfeccionar esta tarea de adoctrinamiento generalizado; hay una descalificación y discriminación sistemáticas de los disidentes, del que A. Boadella es un ejemplo destacado. Finalmente, la mentira es el colofón necesario para negar toda esta tarea de ingeniería social que llevan adelante los políticos catalanistas. Con el apoyo de los autocalificados socialistas. ¡Y ellos se creen progresistas!



En esta sociedad tan avanzada, el secretario general de ERC, que forma parte del gobierno catalán, y diputado en el Congreso, afirmó ayer que el Tribunal Constitucional estaba 'deslegitimado' para resolver sobre el recurso contra el Estatuto de Cataluña. Añadió que si la sentencia es adversa 'habrá que dar la voz al pueblo catalán'. Imaginamos que mientras se cantan canciones patrióticas.



En esta sociedad tan avanzada, Carmelo González, un padre que ayunó para educar a sus hijos en español (ya sé que es increible) ha sido acusado de estar 'obsesionado' por la política lingüística de la Generalitat, de sufrir 'inadaptación social' y de 'utilizar' a sus hijos para su 'cruzada'. Este es un dramático ejemplo de conversión de una víctima en verdugo. Son los aromas pestilentes de la política catalana actual.



Cuenta Malinowski, en 'Crimen y costumbre en la sociedad salvaje' que con motivo del asesinato de un marido a manos del amante, y dada la ausencia de policías, jueces y cárceles, se procedió al aislamiento social del asesino. En una tribu, el individuo no es nada. Es como una gacela. Fuera del grupo no tiene escapatoria. Perece. Y así fue. Deambuló triste y enajenado por el poblado y sus alrededores hasta que se suicidó, colgándose de un árbol.



No creo, afortunadamente, que Carmelo tenga que hacerlo. Pero el ejemplo sirve para mostrar la soledad del corredor de fondo en una sociedad recelosa y cautelosa. ¿Y cobarde? ¡Silencio, hermanos! Dejemos que Carmelo vaya al psiquiatra. Es lo menos que le puede pasar al que se enfrenta a la Idea Sagrada. ¡Qué más da que la ley le apoye! No la cumplimos cuando no queremos hacerlo y no pasa nada. ¡Españolista el que lo diga! Además, en última instancia, lo que cuenta es, como dice Joan Ridao, 'la voz del pueblo catalán'. O sea, un orfeón. Por favor, tomen nota del que desafine.



Y seguiremos con las mentiras, rebozadas de sonrisas, hasta que la gente decida que ya no puede soportar más su maquillaje.




Sebastián Urbina.
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Juan Carlos Girauta. Inadaptados.

Las verdaderas razones por las que la esposa de Carmelo González quiere privar a su marido de la custodia de sus hijos no interesan aquí. Serán, obviamente, personales. Sin embargo, median en el pleito elementos capaces de convertirlo en un grave asunto de interés público si el juez avalara lo que la esposa, quizá conducida por su abogado, ha decidido alegar. La demanda abunda en prejuicios ideológicos en la esperanza de que el juzgador encuentre del todo reprobable lo que a tanta "gente normal" escandaliza. Por ejemplo, que alguien se enemiste con la dirección de un centro escolar por exigir el respeto a un derecho conculcado.

Existe la posibilidad de que prospere un típico resorte totalitario, la imposición del sambenito de "inadaptado social" a don Carmelo, con todo lo que ello conlleva. Para demasiados catalanes, es un inadaptado cualquiera que no comulgue con las ruedas de molino del régimen, de la "nación" al servicio de cuya construcción se ha ido aceptando lo inaceptable, empezando por la supeditación de derechos individuales.

Los juzgados de familia ven de todo. Con toda seguridad, se habrán topado con alegaciones más peregrinas que las de la esposa de Carmelo González. La diferencia esencial es que, en este caso, la sociedad catalana está preparada, tras décadas de intoxicación nacionalista, para leer la noticia y, en vez de distinguir lo peregrino de las alegaciones, sumarse a ellas: ¡Claro, cómo va a tener la custodia de sus hijos un tipo así!

Tal como dice la demanda: "¿Cómo va a educar a nuestros hijos si entiende que hoy en día nuestro país lo rige un sistema fascista?". Sólo que don Carmelo pronunció la palabra "fascista" después de que se la aplicaran a diario a él y a Ciudadanos, la formación por la que concurrió a las elecciones, y lo hizo como réplica, para preguntarse "¿Quiénes son los fascistas?". Con esta lógica habría que retirar la custodia de sus hijos a todos los manifestantes que llamaron "fascista" al Gobierno del Partido Popular. En caso contrario, concluiremos que, o bien aquel sí era un régimen fascista, o bien el abuso de calificativo es aquí signo de adaptación social.

Exigir el derecho de escolarización en castellano en Cataluña es un vía crucis, por mucho que a uno le asistan desde la Constitución hasta la propia Ley de Política Lingüística catalana, pasando por tres sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Quien se empeñe en el cumplimiento de la ley en un entorno donde todo se basa en el silencio y la complicidad ante el incumplimiento sistemático de ciertas normas por parte de la Administración, sólo puede ser un indeseable. Lamentablemente, existe el caldo de cultivo para que un juez acoja el argumento totalitario de la inadaptación social. Luego se preguntarán por qué tan poca gente se moviliza en Cataluña por sus derechos lingüísticos.
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Anselmo Deston

24 de septiembre de 2008

El pasado 3 de setiembre la agencia EFE (ver El País de ese día) se hacía eco de un estudio de la Asociación Catalana de Sociología en el que se presentaba a Cataluña como un “país perplejo” porque ya no es motor de la economía y modernidad de España. El problema es que a la hora de analizar las causas de ese desgraciado fenómeno el citado estudio prescindía de la más importante razón (por quien paga las subvenciones a dicha asociación no hace falta ser un lince para imaginar el motivo ¡toma libertad de pensamiento!): el propio nacionalismo. Pero ¿cómo? Si Cataluña ha sido siempre el pilar modernizador de España, incluso en los tiempos del General…, y además todos los cambios que han acaecido desde entonces son positivos para Cataluña y su famosa burguesía emprendedora: la entrada de España en la UE, la llegada de la democracia, la autonomía, la globalización… Claro, pero ¿qué más ha cambiado? ¡Es el nacionalismo, estúpido! Hace poco el presidente andaluz del Gobierno nacionalista catalán de izquierdas (¡toma coherencia!) alertaba (o ¿amenazaba?) del peligro de que se produzca en Cataluña una progresiva desafección a España. En realidad, lo que quería decir, en puro estilo pujolista, era que si no me das lo que quiero me desafecto, es decir que el amor es por interés, vaya que tiene precio, pero entonces ¿cuánto vale ese amor de presuntos amantes insatisfechos que siempre piden más? Y es que el amor si es verdaderamente tal no tiene precio, y si lo tiene no merece la pena conseguirlo. Ahora bien, hoy el nacionalismo, nos guste o no, parece que (todavía) da réditos políticos y económicos a los que comulguen con él (pero claro “sólo” a los que comulguen con él). Incluso eso de reclamar la independencia/autodeterminación parece algo moderno y responder mejor a las necesidades de los ciudadanos. Pero ¿es eso verdad? Veamos qué hace el nacionalismo por el progreso:

1.- Se obliga a una sociedad a vivir mirando al pasado, apelando para ello a tradiciones pre-históricas o a una historia re-inventada: ¿cuándo Cataluña o el País Vasco han sido “naciones” independientes?, ¿qué es el PNV sino un carlismo con la cara remozada? ¿Se imaginan si la receta de un partido político fuera restaurar la “gran”celtiberia y recuperar el íbero como idioma común y original de nuestros ancestros? ¿Puede ser esa la base de un proyecto de futuro?

2.- Se fideliza al sector público mediante un puesto de trabajo de por vida mediante pruebas “ad hoc” en las que el principal activo es ser leal al régimen ¿Es esta una forma moderna de seleccionar a los mejores? Del mismo modo a través de la “subvención identitaria” se crean sociedades clientelares y cerradas que se miran extasiadas a su ombligo, alérgicas a la sana competencia (por ello están dispuestos a subvencionar la venta de productos catalanes en Caprabo o dar vacaciones fiscales a las empresas). ¿Y las inversiones en infraestructuras? Pues esas, que las haga el Estado, es decir, ¡que inviertan ellos! ¿Es esta una manera adecuada para incentivas sociedades emprendedoras e innovadoras?

3.- Se discrimina y esconde el castellano a golpe de decreto y de presión represora post-fascista. Como resultado se perjudica a generaciones enteras la ventaja comparativa que supondría hablar bien el tercer idioma del mundo y se desincentiva la llegada de nuevas empresas, investigadores y profesionales tanto del resto de España como del extranjero ¡Qué mala noticia para los nacionalistas que hablar bien el español sea negocio!

4.- El mundo actual es una sociedad abierta y compleja que reclama identidades complejas, donde algo tan coyuntural como el lugar en que se nace es un elemento más (crecientemente no esencial) juntos a otros, como la profesión, relaciones personales y familiares, carácter y personalidad, valores personales. Por tanto, en un mundo intercultural y complejo la creación de identidades excluyentes y la imposición enseñanza de la lengua a golpes ¿qué tiene de moderno? ¿Es casualidad que la Comunidad de Madrid, donde no se pregunta a nadie su origen, sea ahora el motor que antes fue Cataluña?

5.- Cuando el mundo global produce retos y problemas globales y contextos de incertidumbre, parece lógico buscar refugio en estructuras más o menos estables y de tamaño razonable. ¿Se enfrenta uno mejor a estos retos globales y problemas desde unidades cada vez más pequeñas o desde estructuras medias razonables (¿son muchos cuarenta y pico millones de habitantes?) que gozan de una implantación suficiente en el mundo? Y es que el tamaño importa, al menos en política y economía ¿Es la receta nacionalista eficaz o supone esconder la cabeza cual avestruz?

6.- Por último, el nacionalismo tampoco resulta eficaz internamente para generar proyectos creativos o innovadores ya que apela a instintos primarios y se basa en encontrar un enemigo exterior al que echar culpa de todos los males (Madrid o el aciago Estado español), sin aceptar por tanto su propia responsabilidad. Esta huída de la responsabilidad propia genera personalidades poco dadas a asumir proyectos a largo plazo que exijan gran esfuerzo y trabajo continuado, es decir el “síndrome del eterno adolescente” (lo que por cierto enlaza muy bien con el modelo educativo dominante). De esa manera se pone a la parte más innovadora de estas sociedades en la tesitura de volverse dóciles al régimen (y por tanto no innovar) o marcharse a otro sitio. Es el nuevo exilio intelectual que promueven los modernos y tolerantes nacionalistas.

¿Es todo esto moderno? ¿Hasta cuándo los “perplejos” ciudadanos que viven bajo regímenes nacionalistas no se darán cuenta que el enemigo lo tienen en casa y no fuera? ¿Es el nacionalismo estúpido?



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue totalmente obcecado en decir lo que siete millones de catalanes son y piensan, sin vivir allí y con referencias muy estrechas de lo que es la sociedad catalana. Me de mucha pena su estrechez de miras, con qué ligereza e impunidad tilda una sociedad entera de sectaria. Por cierto: el caso de Carmelo González es una demanda de divorcio por parte de su esposa. No creo que usted esté muy legitimado para decir, en la distancia, quien está perjudicado. Deje en paz a los catalanes, y si no comparte su manera de vivir (porque ellos lo han votado) déjelos en paz.

Sebastián Urbina dijo...

He publicado su comentario para que otros vean que no entiende nada. Trata a los catalanes como un rebaño: 'siete millones de catalanes...'. Eso digo yo, no insulte a los catalanes.
No entiende lo que es la libertad, el pluralismo y la democracia. Hable con los suyos. Seguramente le entenderán. No insista en el mismo 'discurso'.