LA MAREA VERDE. (Un ejemplo de sectarismo, ignorancia y violencia.)
¿Por qué la 'marea verde' es un ejemplo de sectarismo, ignorancia y violencia?
Estas gentes siempre se manifiestan contra las leyes educativas que ha pretendido implantar- legítimamente- el Partido Popular. Huelgas, indignación, barricadas ... Todo vale.
Pero nunca contra de las leyes educativas socialistas. Incluso la LOGSE, ejemplo de ley educativa nefasta, que ha colaborado activamente para que España esté en la cola de Europa en calidad educativa, ha recibido manifestaciones, críticas, huelgas y barricadas. Eso nunca. 'Los míos, con razón o sin ella'.
Son unos sectarios. Su ignorancia y su violencia derivan de su enfermizo sectarismo.¿Qué se puede esperar de gente así?
PD. Sugiero la lectura de 'La enseñanza destruida' de Javier Orrico. Por si hubiera dudas.
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La mala educación
La jornada de huelga estudiantil en señal de protesta
por la reforma educativa del Gobierno se ha saldado con un seguimiento
ridículo y numerosos incidentes violentos en diversos campus universitarios, los más graves
de ellos registrados en la Comunidad Valenciana. La presencia de
encapuchados haciendo barricacas, prendiendo fuego al mobiliario urbano,
enfrentándose a la policía -y, lo que es peor, a los alumnos y
profesores que sí querían ir a clase- y profiriendo todo tipo de
consignas totalitarias con la connivencia culpable de las autoridades
académicas explica muy bien por qué la universidad pública española
suscita pena, vergüenza e indignación. Y quien dice la universidad dice
el resto de los escalones educativos.
Siendo esta la situación real de la educación pública, resulta asombroso que las principales víctimas del sistema protesten contra una ley que pretende paliar ligeramente el desastre. De hecho, la Ley Wert, como ya ha sido bautizada, no toca los aspectos de fondo implantados por la Logse y sus secuelas, causa principal de la catástrofe, a pesar de que la izquierda en su conjunto acuse al actual Gobierno de planear una regresión en el tiempo que, por desgracia, ni va a llevar a cabo ni ha figurado jamás entre sus planes.
A esa incongruencia primordial hay que sumar el despropósito de la existencia de sindicatos de estudiantes, que por no desempeñar actividad profesional alguna están fuera del ámbito sindical consagrado en la Constitución y las leyes laborales.
Todavía más extravagante resulta la actitud de los padres y madres de los discentes sumados alegremente a esta huelga, sin que se sepa hasta el momento cuál es la labor profesional que han decidido suspender en apoyo del paro convocado por sus retoños más levantiscos.
El colmo de la demagogia es que unos y otros pretendan que sus algaradas vienen a defender a los "hijos de los obreros", según su propia terminología, que son precisamente los más perjudicados por el desplome general de una enseñanza estatal que sólo las clases pudientes están en disposición de evitar pagando costosos centros privados, principalmente en el extranjero.
En 1990 los socialistas suprimieron de un plumazo con la Logse el sistema meritocrático imperante, único vehículo para el ascenso social de los hijos de las familias más desfavorecidas, que a base de talento y esfuerzo podían conquistar un estatus académico, profesional y económico inalcanzable para sus padres. La eliminación del cuerpo de catedráticos de Bachillerato, institución que albergó a miles de egregios profesionales responsables de haber convertido la enseñanza secundaria española en un referente internacional, fue la primera decisión de los socialistas en materia educativa y la principal seña de identidad de una reforma que aplicó ese mismo igualitarismo descendente también al escalafón profesional.
(edit.ld)
Siendo esta la situación real de la educación pública, resulta asombroso que las principales víctimas del sistema protesten contra una ley que pretende paliar ligeramente el desastre. De hecho, la Ley Wert, como ya ha sido bautizada, no toca los aspectos de fondo implantados por la Logse y sus secuelas, causa principal de la catástrofe, a pesar de que la izquierda en su conjunto acuse al actual Gobierno de planear una regresión en el tiempo que, por desgracia, ni va a llevar a cabo ni ha figurado jamás entre sus planes.
A esa incongruencia primordial hay que sumar el despropósito de la existencia de sindicatos de estudiantes, que por no desempeñar actividad profesional alguna están fuera del ámbito sindical consagrado en la Constitución y las leyes laborales.
Todavía más extravagante resulta la actitud de los padres y madres de los discentes sumados alegremente a esta huelga, sin que se sepa hasta el momento cuál es la labor profesional que han decidido suspender en apoyo del paro convocado por sus retoños más levantiscos.
El colmo de la demagogia es que unos y otros pretendan que sus algaradas vienen a defender a los "hijos de los obreros", según su propia terminología, que son precisamente los más perjudicados por el desplome general de una enseñanza estatal que sólo las clases pudientes están en disposición de evitar pagando costosos centros privados, principalmente en el extranjero.
En 1990 los socialistas suprimieron de un plumazo con la Logse el sistema meritocrático imperante, único vehículo para el ascenso social de los hijos de las familias más desfavorecidas, que a base de talento y esfuerzo podían conquistar un estatus académico, profesional y económico inalcanzable para sus padres. La eliminación del cuerpo de catedráticos de Bachillerato, institución que albergó a miles de egregios profesionales responsables de haber convertido la enseñanza secundaria española en un referente internacional, fue la primera decisión de los socialistas en materia educativa y la principal seña de identidad de una reforma que aplicó ese mismo igualitarismo descendente también al escalafón profesional.
(edit.ld)
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- Educación nacional.
- Parece que la disyuntiva que se ofrece a los españoles es, a la derecha, el vacío, y a la izquierda, la barbarie.
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Un rasgo llamativo en los portavoces de la protesta anti-Wert: en
realidad ninguno habla de educación. Lo que nos transmiten, ya se trate
de sindicalistas o de alumnos, es una serie de tópicos de carácter
puramente propagandístico del tipo “defendamos la enseñanza pública” o
“el futuro de nuestros hijos” o “paremos los recortes”. Y eso lo dice la
misma gente que ha convertido la enseñanza pública en un desastre
objetivo, que ha condenado a una generación de españoles al paro o la
pobreza o la emigración y que ha puesto al Estado al borde de la
bancarrota. Hay que tener la cara dura.
La ley Wert no es mi ley. Es una ley que sigue aferrada al perfil estatalista, que apenas abre la mano a la libertad de los padres, que permanece demasiado sojuzgada por la secta psicopedagógica que rige la educación en España desde hace más de treinta años, que no devuelve a las Humanidades el lugar que les corresponde y que enmienda muy poco la satrapía autonómica sobre la enseñanza. Rara vez un gobierno con una mayoría tan absoluta ha hecho una ley tan pacata. Pero lo que nos muestran como alternativa no es más que un fantasma cubano-chavista de “enseñantes” ideologizados y murales naïf con la palabra “rebolución”. Con b.
Al final, en esto, como en otras cosas, parece que la disyuntiva que se ofrece a los españoles es, a la derecha, el vacío, y a la izquierda, la barbarie. ¿De verdad no hay manera de salir de aquí?
(José Javier Esparza/La Gaceta).
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Las mentiras de la 'marea verde'.
2 comentarios:
Cuando el PP y Rajoy, prometiendo un determinado programa, ganaron por mayoría incontestable las últimas elecciones al Parlamento, desde la izquierda ya se nos anunció un “otoño caliente”. Luego, cuando el prometido programa fue incumplido, váyase a saber las causas de tal incumplimiento, las izquierdas consiguieron pulverizar todos los records Guinness de manifestaciones diarias en las calles de Madrid. Está claro que no importaba el contenido de cualquier propuesta gubernamental: lo esencial, si es que venía de la derecha, era manifestarse violentamente. Cuando más ha necesitado España del trabajo y del esfuerzo de todos, se han dedicado a pasearse con sus eslóganes. Ellos, los que en sus más de treinta años de gobierno ininterrumpido en Andalucía, casi han logrado doblar la tasa de paro que heredaron del franquismo; ellos, los intrépidos aventureros en permanente búsqueda del punto G perdido; ellos, los pigmaliones capaces de convertir a nuestros jóvenes en expertos pajilleros capaces de encontrar empleo en ese oficio a falta de mejores aptitudes porque sólo son hijos de su Logse; ellos, los vendepatrias y peligrosos administradores que siempre han dejado a nuestro país con una mano adelante y la otra atrás luego de haber cumplido sus mandatos. ¡Ellos, maldita sea!
Parecen muchos. En realidad, parecen todos. Porque hay una sabia y eficaz logística que los mueve de acá para allá hasta dar la impresión de que están en todas partes y porque infiltran todos los estamentos: el artístico, el educativo, la sanidad, todo…
Estamos aviados con esta tropa de violentos opositores de todo lo que provenga de la derecha, esos ciegos para sus propios defectos, esos feroces intolerantes.
Pues sí señor. Tiene razón. Creo (aunque pueda parecer presunción) que la cita de Burke,'El mal triunfa si los buenos no hacen nada', nos afecta a nosotros. Entre otros muchos. De ahí la responsabilidad moral de resistir.
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