ENHORABUENA, ARRIOLA.
Enhorabuena grande, señor Arriola. Paso a paso,
todo muy estudiado sobre las encuestas, está consiguiendo usted lo que
pretendía: cargarse al PP con mucho cuidadito. Prácticamente lo ha
llevado usted a la ruina. Basta que el puntillero no lo levante en las
próximas elecciones generales, porque ya lo tiene usted aculado en
tablas, amorcillado, deseando echarse.
Los que no saben una palabra de sociología ni
de elecciones andan por ahí pidiendo primarias en los partidos,
programas debatidos y esas tonterías. Nada de eso necesita usted. Y sin
esa ordinariez de tener que presentarse a las elecciones y otras
minucias. La izquierda tradicional apesebrada y la nueva izquierda
radical por apesebrar necesitaban quien acabase con el PP y entonces,
providencialmente, como el ángel a los pastores en Belén, se le apareció
usted a Rajoy en la calle Génova: «Que el PP no sea lo que parece y que
no parezca lo que es». Usted ha logrado ese toreo de perfil, con el
piquito de la muleta, tomando todas las ventajas, sin exponer, que ha
caracterizado al PP desde que, quizá por una equivocación suya, obtuvo
la esperanza en forma de votos de diez millones de españoles que no se
avergonzaban, al contrario que sus pupilos, de ser de derechas y que le
dieron la mayoría absoluta.
Usted introdujo unos principios
completamente nuevos en la praxis política, que quienes les pagaban un
dineral por sus asesoramientos han seguido al pie de la letras, a saber:
1. Hay que gobernar contra los propios votantes.
2. Hay que ocultar lo que se es. La derecha
debe parecerse lo menos posible a la derecha, de lo que hay que
avergonzarse y ocultar. Cuanto más acomplejada, mejor.
Y recortar todo lo recortable. Y subir los impuestos. Y explicarlo de forma que salgan unos editoriales tela elogiosos en «Financial Times» y en «Wall Street Journal», pero que los españoles en paro o con su empresa en concurso de acreedores no se enteren ni de papa del presunto esplendor económico y del fin de la crisis.
Ah, y llegadas las elecciones andaluzas, para que no fuera a ocurrir otra vez lo de Arenas, que ganó, pero no lo dejó gobernar el Pacto del No de la izquierda, poner a un absoluto desconocido, y a dedo desde Madrid. Y mucha blandenguería en Rajoy. Y mucho pasteleo babosete. Y de echar a esa máquina de perder votos que se llama Montoro, ni mijita. Así que, enhorabuena, señor Arriola. Ha conseguido usted, en compañía de su abortista esposa, la del Candy Crush y la bronca al chófer, y con la inestimable colaboración de su aventajadísimo alumno Rajoy, cargarse el PP con mucho cuidadito.
Y, con él, la esperanza (no precisamente Aguirre) de diez millones de españoles. Los dos millones y medio de votos perdidos ahora van a ser nada cuando lleguen las generales, ante las que le envío ya mi felicitación por adelantado, porque ha ordenado usted a Rajoy que nada cambie para que todo siga derechito, derechito hacia el desastre final. «Quod erat demonstrandum».
(Antonio Burgos/ABC)
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