viernes, 22 de mayo de 2015

¡OJALÁ SEA CIERTO!

 (Los que me conocen saben que no estoy defendiendo el PP de Rajoy. Sólo estoy diciendo que los socialistas son, todavía, peores que los populares.


Uno de los motivos se explica en el siguiente artículo. El PSOE ha renunciado a ser español. Esto ya lo vió, mucho antes, César Alonso de los Ríos en su excelente libro 'La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta.' 


Ojalá sea cierto que millones de españoles castiguen a un partido que ha perdido la 'E' de español. Y que frota la espalda de los separatistas que quieren romper España.


 Sí, Rajoy es un cobarde político, lo sé. Pero ahora hablo del PS. ¿Obrero y español?)








PERO QUÉ BERZA.

El PSOE arrastra los pies. Ya solo pelea por salvar el segundo puesto. Como toda la socialdemocracia, anda sin ideas económicas ni alternativa, toda vez que el centro-derecha se ha apropiado de su bandera y acepta lo esencial del Estado del bienestar (lo no esencial, sencillamente no hay parné para pagarlo). 

También padece la escasa categoría intelectual y profesional de sus líderes, apparatchiks casi nunca refrendados por las urnas. A la irascible presidenta en funciones de Andalucía, por ejemplo, le llevó diez años acabar Derecho, y al final se va viendo que su proeza académica sí era indicio de algo. Sin pensamiento, todo se suple con clichés, mantras sobados tipo el «tiempo nuevo». Por último, cuesta perdonarles el recital de irresponsabilidad de Zapatero.
Pero el error medular del PSOE, lo que de verdad lo ha desarbolado, es que se ha apeado de la defensa de la unidad de España y las normas fundacionales de nuestra democracia. 

Si González y Guerra eran saludados en su día por la prensa anglosajona como «jóvenes nacionalistas españoles», con Zapatero comenzó una rendición pusilánime ante los separatistas, que ha arruinado la marca. El pecado original fue firmar en Cataluña y Galicia gobiernos de coalición con partidos que abogaban por liquidar España. El segundo pecado llegó con la innecesaria carrera estatutaria, que avivó el independentismo. La sal del guiso fueron las declaraciones de un presidente tan atolondrado que declaraba que España, el país que presidía, era «un concepto discutido y discutible».

Nada mejoró con Rubalcaba, maniobrero entre tinieblas, pusilánime de frente. Ante la fanática campaña de propaganda de Mas, Rubalcaba se arrugó, dio a Cataluña por perdida y se lanzó a un absurdo entreguismo con los separatistas, ofreciendo una estéril tercera vía, un federalismo inconcreto, que para nada saciará a quienes solo aceptan irse. Entre la defensa de su nación y el sectarismo, el PSOE ha elegido lo segundo: no podemos coincidir en nada con el PP, ni siquiera en lo elemental, que es preservar la propia existencia de España. Un desmarque felón con su nación y además, suicida: el electorado socialista tradicional abomina del flirteo con el nacionalismo, como prueban la caída en tromba en Cataluña y la derrota en Galicia.

Sánchez tampoco ha entendido algo tan sencillo y persevera en el error. El eventual líder del socialismo obrero «Español» ha mitineado en Cataluña. Allí gobierna un nacionalismo que quiere romper España para crear la república catalana, que insulta a diario al resto de los españoles –anteayer mismo Bosch, de ERC, dijo que «gracias a Barcelona, Cataluña no es como Galicia», bonita frase xenófoba–; un separatismo que incumple las leyes, empezando por las sentencias del idioma, que convoca referéndums ilegales y mantiene una onerosísima campaña de odio a España pagada con dinero público. Pero nada de eso le merece críticas a Sánchez. Se fue allí para decirles que el problema independentista lo ha creado… ¡Rajoy!

Pedro Sánchez Pérez. Madrileño acomplejado de ser español. Así le va al PSOE y por eso crece Rivera, es inconsistente, pero tiene un principio claro: defiende a su país.


(Luis Ventoso/ABC)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos acomplejados pero se presentan de candidatos en España. Que los mantengan en el Congo, dan asco.