lunes, 23 de febrero de 2009

LAS ETIQUETAS.


LAS ETIQUETAS.




Las etiquetas juegan un papel importante en la vida de las personas. En unas más que otras porque, afortunadamente, no somos todos iguales. Pero ¿por qué son tan importantes las etiquetas?



Porque las etiquetas permiten no tener que pensar. 'Pensar', duro y agotador trabajo para muchos mortales. Ya lo dijo Fernando VII, uno de los reyes españoles más cretinos de nuestra Historia: '... lejos de nosotros la funesta manía de pensar y el vicio de leer...' Y muy contundente se nos mostraba el filósofo y matemático Bertrand Russell: 'Muchas personas preferirían morirse antes que pensar; en realidad esto es lo que hacen'.



¿A qué viene tanto miedo? El ser humano es, entre otras cosas, un animal de costumbres. '¿Dónde va Vicente? Donde va la gente'. Es decir, la soledad asusta y muchos se asustan de dormir al raso. Por eso prefieren el calor de la tribu, el calor del establo. La oveja ciudadana conoce los dogmas indiscutibles de la tribu y las cosas que no hay que hacer, ni decir. De este modo podrá tener el apoyo, explícito o implícito, del grupo. Su individualidad se verá difuminada pero es un precio que paga con gusto porque no tiene valor para afrontar, contra corriente, los problemas de la vida.

Y no se trata de ir contracorriente por gusto, cabezonería o capricho. Se trata de querer vivir la vida, la propia. Y no vivir de prestado, siguiendo a la manada. Arriesgarse en un proyecto de vida y trabajar duro para alcanzar los sueños que uno mismo se ha fijado. Pero es más fácil ser oveja sumisa que ciudadano libre, crítico y responsable. Y lo estamos viendo.



El autoengaño está a la orden del día. Como dice el sociólogo Jon Elster, el autoengaño ‘es desconocimiento voluntario, una disposición a ignorar lo inconveniente, ganas de pasar por alto lo indeseable, voluntad de rechazar lo sabido’. Este es pan de cada día, especialmente en forma de ignorancia voluntaria.


Pero, a veces, resulta difícil ‘hacerse el tonto’. ¿Podríamos hablar, en estos casos, de aceptación de la mentira? Por ejemplo, ¿Nadie se acuerda de que el Presidente Zapatero y Solbes nos mintieron por televisión en el grave asunto de la crisis económica? No vale decir que no se dieron por enterados. Es que no les importa que les mientan, si las mentiras son ‘de izquierdas’. ¿O acaso han conseguido creer que Zapatero y Solbes no nos mintieron? Esto ya sería de ambulatorio o de psiquiátrico. Pero me temo cualquier cosa.


Ahora me entero de que unas personas (‘comprometidas’, por supuesto) quieren interponer una querella criminal contra Aznar por ‘crímenes de guerra’. Me pregunto si se trata de sectarios con cirrosis o de ciudadanos ‘muy comprometidos’ con la salvación del mundo. ¿Saben estos admirables ciudadanos lo que significa ‘crímenes de guerra’? Imagino que les da igual. Entre ellos está un jurista (siempre fue exquisitamente imparcial y objetivo) como el exfiscal Anticorrupción Jiménez Villarejo. También están el comunista Julio Anguita, o Noam Chomsky, que llegó a ser un destacado profesor de lingüística a nivel internacional. Hasta que sufrió una honda transformación (debió ser un ataq ue de compromiso) y se dedicó a criticar todo lo que fuera norteamericano, todo lo que hiciera Israel; a glorificar la Intifada, a negar la dimensión del Holocausto y más. En fin, un auténtico progre que nada tiene que envidiar a los del sindicato de la ceja.


Hace poco leí unas declaraciones del ilustre José Blanco, una de las cabezas pensantes del socialismo español. Decía que la culpa de que la empresa eléctrica Endesa haya terminado en manos de los italianos es de Aznar. Pensé que no podía ser tan tonto. ¿Por qué lo diría? Me cuesta decirlo pero no veo mejor salida. Porque mucha gente se lo cree. Si no hubiera un auditorio, políticamente inmaduro, capaz de tragar ruedas de molino, no se atrevería a decir tales barbaridades.


Espero no tener razón.

En fin, la sempiterna cantinela. ¿De izquierdas? ¿De derechas? ¿No serán etiquetas para no tener que pensar?



Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las etiquetas parecen muy interesantes. La información que hoy en día pueden contener es asombrosa. Lugar de fabricación, composición del artículo, precio, fecha de caducidad, trazabilidad, controles de calidad, consejos para su mantenimiento, instrucciones para su reciclado… Y nos olvidamos de su veracidad. Pocas veces se controla. Tendemos a pensar que lo que dicen va a Roma. Si está escrito tiene que ser verdad. Pero todo puede ser mentira. No nos podemos fiar ni de las que están sujetas al dedo gordo del pie. En las morgues también se equivocan. Ahora pongan políticos y adláteres de por medio y échense a temblar.

FERNANDO SANTAYANA

Anónimo dijo...

Desafortunadamente como decìa Platon lo que màs cuesta en esta vida es mantener la imàgen que creemos que los demàs tienen de nosotros.No seràn "culpables" (ellos mismos) o es que prefieren estar en una etiqueta equivocada que desaparecer del panorama de los comentarios.Muy buen artìculo o ensayo no sè como llamarlo pues tambièn podria ser un razonamiento de una mente muy buena.No sufra calenturas ajenas.Muchas veces son "shows" distractivos de la verdadera realidad.Tiene un alma sutìl, usela para grandes proyectos propios y..Let them go running...