sábado, 15 de junio de 2013

SER PROGRE: UN CHOLLO.



 (Ser 'progre' es un chollo. Claro que, para eso, hay que tener mucha caradura.

Durante los años tempraneros todavía se puede aceptar que alguien diga las gilipolleces que dicen los progres. Cosas de la edad.

Pero a una edad indeterminada, no mucho más allá de los veintitantos, si todavía se es progre, o hablamos de un gilipollas, o de un caradura de tomo y lomo. Ya no vale la excusa de la edad.

En este artículo puede ver, una vez más, la maloliente doble vara de medir de los 'progres'.

Ya saben: si lo dice Bush es asqueroso. Si, LO MISMO, lo dice Obama, o bien hay  que mirar para otro lado, o buscar alguna justificación. Que será válida entre los miembros de la tribu.

Pasa lo mismo con las dictaduras de derechas (malas) y las dictaduras de izquierdas (buenas). En fin, usted verá.).







¿DESDE CUÁNDO ESPÍA LA CIA A CIUDADANOS NORTEAMERICANOS?

Barack Obama llegó a la presidencia de Estados Unidos con la promesa de que las vulneraciones de los derechos fundamentales de los ciudadanos con la excusa de garantizar su seguridad frente al terrorismo islamista se habían acabado. También prometió cerrar la prisión de Guantánamo, que sigue abierta casi cinco años después de que él asumiese la presidencia y empezase a dar órdenes. A los escándalos del Gobierno obamita contra las libertades civiles se ha unido el pinchazo de los teléfonos de varias delegaciones de Associated Press y el archivo de las grabaciones de las conversaciones de los periodistas sospechosos de atentar contra la seguridad del Estado, como diría un imitador del Richelieu de los folletines.

Obama justificó la actuación de sus espías con unas frases que en labios de Bush o de su vicepresidente, Dick Cheney, habrían causado oleadas de ira en los progres:

No puedes tener un 100% de seguridad y tener también el 100% de la privacidad y cero inconvenientes. (…) Vamos a tener que elegir algunas opciones como sociedad.
El FBI, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional, que son los principales miembros de la llamada comunidad de inteligencia del país, llevan interceptando las comunicaciones desde hace décadas. Y los primeros gobernantes que ordenaron las escuchas fueron demócratas.

Anthony Summers, biógrafo de Edgar Hoover, cuenta que el presidente Franklin D. Roosevelt recurrió al famoso director del FBI para trabajillos sucios, ilegales por supuesto.

Roosevelt tenía pocos escrúpulos a la hora de que el Ejecutivo se dedicara a pinchar teléfonos. Según se dice, empleó a Edgar para espiar las conversaciones de uno de sus antiguos consejeros, Tommy Corcoran, el Corcho, e incluso solicitó que se espiara a uno de los miembros del Gabinete, el director general de Correos, Jim Farley. (...) También se dice que durante la campaña electoral de 1944 facilitaba a la Casa Blanca los resultados del espionaje telefónico de que eran objeto los políticos republicanos.
El FBI se fundó a principios del siglo XX y sólo empezó a desarrollarse en los años 30, debido al liderazgo de Hoover, la delincuencia causada por la Prohibición y la búsqueda de historias espectaculares por la prensa y el cine de la Depresión. Pero las demás agencias citadas nacieron por impulso del demócrata Harry Truman en la posguerra, cuando la tecnología se había desarrollado mucho más y existía un enemigo, la Rusia comunista, que amenazaba la existencia del pueblo norteamericano.

La CIA, dedicada al espionaje y la ejecución de operaciones encubiertas, ambas conductas realizadas en el extranjero, se fundó en 1947 y la Agencia de Seguridad Nacional, que recopila y analiza todo tipo de información, así como asegura las comunicaciones del Gobierno frente a sabotajes y guerras, en 1952. De la inteligencia interior se ocupaba el FBI, que había perseguido a los espías alemanes en la Segunda Guerra Mundial; por ello, Hoover tuvo que desmontar a regañadientes las oficinas abiertas en Hispanoamérica y Europa.

Operación Caos

La CIA era un juguete de primera categoría para el Gobierno. El presidente Eisenhower, republicano, le autorizó los golpes de Estado de Irán y Guatemala. John Kennedy le encargó el asesinato de Fidel Castro; en la presidencia de Kennedy, que no llegó a los tres años, la Casa Blanca aprobó casi tantas operaciones encubiertas de la CIA como en los ocho años de Eisenhower.

El sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson, mantuvo la política de Kennedy en Vietnam. A medida que la guerra se alargaba y enredaba y la izquierda sublevaba a los ciudadanos contra el Gobierno, el presidente, como cuenta Henry Kissinger, sólo podía mostrarse en público sin afrontar algaradas en instalaciones militares.

La reacción del demócrata Johnson fue poner a la CIA a espiar a sospechosos… y primero a buscarlos. El periodista Tim Weiner (Legado de cenizas) describe el curso de las cosas:

El presidente consideraba a los manifestantes enemigos del Estado; estaba convencido de que el movimiento pacifista estaba controlado y financiado por Moscú y Pekín. Y quería pruebas de ello. De modo que ordenó a Richard Helms [director de la CIA] que se las diera. Helms le recordó a Johnson que la CIA tenía prohibido espiar a los propios estadounidenses. (…) En una flagrante violación de los poderes que la ley le atribuía, el director central de la inteligencia se convirtió en jefe de la policía a tiempo parcial. La CIA inició una operación de vigilancia interna que tenía el nombre clave de Caos. Duró casi siete años.
Caos. El nombre recuerda los de las novelas de James Bond: Smersh, Spectra, Quantum

Once agentes de la CIA se dejaron crecer el pelo, se aprendieron la jerga de la nueva izquierda y se infiltraron en grupos pacifistas, tanto de Estados Unidos como de Europa. La agencia elaboró un índice informatizado de 300.000 nombres de personas y organizaciones estadounidenses, además de extensos expedientes sobre 7.200 ciudadanos. Asimismo, empezó a colaborar en secreto con los departamentos de policía de todo el territorio estadounidense. (…) Por orden del presidente, transmitida a través de Helms y del secretario de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional dirigió su inmensa capacidad de escucha contra los propios ciudadanos estadounidenses.
En la presidencia de Richard Nixon este comportamiento se exacerbó.

En los años 60, con presidentes demócratas entre enero de 1961 y enero de 1969, la Administración de Estados Unidos puso en marcha un programa para interceptar las comunicaciones del bloque socialista, que no sólo se mantuvo después del fin de la Guerra Fría sino que se amplió. Su nombre: Echelon.
Algunos expertos aseguran que esta red, organizada por países anglosajones (EEUU, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda), ha colaborado con España en el combate contra ETA durante los Gobiernos de George Bush y José María Aznar.

Obama, indignado con Bush

El atentado del 11-S, la guerra contra el terrorismo y las invasiones de Irak y Afganistán dieron una vuelta de tuerca a los programas. Desde 2002, el Gobierno pinchaba las conversaciones telefónicas de sus ciudadanos con extranjeros sin orden judicial, y en 2006 USA Today reveló que diversas compañías telefónicas habían entregado al Gobierno millones de sus archivos telefónicos. Como consecuencia, entre 2007 y 2008 (año electoral) el Congreso aprobó nuevas leyes para regular esta labor de inteligencia.

El entonces senador Barack Obama, que ya era candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, justificó su voto a favor con un comunicado en el que afirmaba que "no había dudas" de que el Gobierno de Bush había "abusado de y socavado la Constitución" con la interceptación de llamadas telefónicas sin control judicial. Años más tarde, el Gobierno de Obama dio luz verde al asesinato sin garantías constitucionales de ciudadanos norteamericanos sospechosos de pertenecer a organizaciones terroristas.

Ser progre es un chollo: puedes hacer lo mismo o más que un republicano, pero encima sin mala conciencia. Yes, we can.

(Pedro Fernández Barbadillo/ld)

No hay comentarios: