OBAMA-ZAPATERO.
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- (Ahí tienen la 'conjunción planetaria'.
- PD. Un problema importante es saber qué tiene que hacer Occidente a la vista de los más de 100.000 muertos en Siria. ¿Es suficiente con decir 'no a la guerra'? Pregunto.)
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- Siria: el desastre Obama
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No es la credibilidad de América, sino la suya la que está en juego, y ahora tendrá que hacer algo.
Obama llegó a la Casa Blanca como un auténtico Mesías: cambio,
esperanza, diálogo y humildad. Pero la va a dejar como lo que realmente
es, un Rodríguez Zapatero negro. El problema es que si bien ZP sólo
hundió a España con su buenismo, Obama va a acabar con América y
Occidente. Todos vamos a pagar los platos rotos. Siria es el ejemplo más
candente pero no el único. En agosto de 2011 afirmó que Bashar al Assad
se debía marchar. Pero no quiso hacer nada para que se fuera y el
dictador de Damasco continuó en el poder.
Razones para acabar con el
régimen sirio había entonces de sobra: brutal, genocida, patrocinador de
terrorismo internacional, injerencia en el Líbano, intoxicador con
Corea del Norte, a las órdenes de los ayatolas iraníes… pero Obama
prefirió no ver que los intereses americanos y de toda la comunidad
internacional estaban en juego en el tablero sirio. De hecho, se
despreocupó y pasó lo que tenía que pasar: más de 100.000 muertos, el
doble de desaparecidos, más del 20% de la población desplazada, el
resurgimiento de Al Qaeda, el auge del extremismo islámico de todo tipo,
la injerencia iraní, la participación de Hizbollah… Siria pasó a ser el
campo de batalla entre sunnies y chiies y entre Irán y los intereses
occidentales.
De repente, la semana pasada, el presidente americano parece que
reacciona y amenaza con una intervención de castigo tras el empleo de
gas nervioso por el ejército sirio. Algo intolerable.
Pero como pronto
queda expuesto, castigar e impedir que las armas químicas vuelvan a ser
usadas ni pone fin a la guerra ni disuade a al Assad de seguir matando
con el resto de su arsenal. Cualquier acción militar que no acabe con el
líder sirio sería contraproducente. Pero Obama sigue aferrado a su idea
de una acción limitada en intensidad y tiempo, de castigo. El portavoz
de la Casa Blanca lanza un mensaje a al Assad: no buscamos el cambio de
régimen. Pasan las horas y el presidente americano dice que no ha tomado
aún decisión alguna. De los 180 grados, da un giro completo de 360 para
llegar a donde siempre estuvo: la inacción.
Problema: ahora es distinto. Todo el mundo le ha oído decir que el uso
de armas químicas es inaceptable y que merece una respuesta. No es la
credibilidad de América, sino la suya personal la que está en juego. Por
sus propias palabras. Por decir que va a ejecutar un castigo. Ahora
tiene que hacer algo aunque ya no quiera. Para salvar la cara. Algo que
se pueda mostrar por la tele pero que no altere a al Assad. De hecho
Assad seguirá y los iraníes habrán aprendido la lección de un presidente
pusilánime, sólo preocupado por su imagen. Siria se hunde, pero lo peor
para nosotros está por venir. Por culpa de Obama.
(Rafael Bardají/La Gaceta)
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