(Mientras la gran mayoría de medios de comunicación- no en vano domina la progresía- hablan de que Mas y Rajoy son los extremos, de que hay que reformar la Constitución para el famoso 'encaje', que hay que dialogar más, y otras idioteces de progreso sin regreso, el periódico económico más importante de Alemania, 'Handelsblatt', dice que Artur Mas es un golpista.
España, país agilipollado. Eso sí, de progreso.
ARTUR MAS, GOLPISTA.
LO HAN CAPTADO.
Si caminando frente a un prado ve a un
cuadrúpedo rumiado hierba y dotado de dos cuernos y unas hermosas ubres
rosadas, usted puede empecinarse en proclamar que aquello es un mapache,
un velocirraptor o Paris Hilton de picnic. Pero mucho me temo que se
tratará de una simple vaca. Y si ve a un presidente que pisotea las
leyes democráticas para imponer su punto de vista y liquidar la norma
máxima que nos hace a todos libres e iguales, usted puede decir que ese
político es la reencarnación de Gandhi, un líder providencial, que hace
justicia al asombroso hecho diferencial que convierte a sus vecinos en
unos seres superiores que no deben convivir con los zarrapastrosos
«españoles». Pero tal vez resulte más atinado concluir llanamente que
ese presiente es «un golpista».
«Handelsblatt», fundado hace 69 años en
Dusseldorf, es el periódico económico más importante de Alemania,
Austria y el cantón germano de Suiza. No es un tebeo ni un tabloide
chusco; cultiva el rigor e incluso edita diccionarios de terminología
técnica. El diario le ha echado un vistazo a lo de Artur Mas. Su
diagnóstico queda claro solo con enunciar el titular del artículo que le
dedican, una expresión que haría temblar las columnas de nuestro
gazmoño buenismo: «El premier golpista». Así de claro y sencillo. Y lo
explican. De entrada aclaran que se trata del presidente «de una región
del Noroeste de España».
Luego relatan que está promoviendo «una clara
fractura de la Constitución» y advierten sobre algo muy elemental, pero
que aquí luminarias como Sánchez y Colau todavía ignoran: «El poder
político tiene que respetar siempre la ley y los fundamentos del
derecho». Como guinda, recuerdan que el nacionalismo convergente
institucionalizó la mordida golfa del 3% y recuperan una interesante
frase de hace diez años del señor Mas, que da fe de su integridad: «La
aspiración a la independencia es obsoleta, oxidada y gratuita». Haría
bien en escucharse a sí mismo, porque por una vez tenía razón.
La radiografía que hacen los alemanes con la
mirada sin prejuicios de la lejanía reduce el desafío de Mas a sus
justos términos: el presidente suplanta por la fuerza la voluntad de
todos sus vecinos para burlar la ley de manera manifiesta. Y uno, que no
es alemán, añadiría: y logra hacerlo gracias a la parsimonia de la
justicia y el Estado españoles, que no han actuado con la diligencia
debida para proteger a los ciudadanos libres e iguales frente a la
arbitrariedad del golpista (es gravísimo que se haya puesto en
cuarentena la causa contra Mas por convocar un referéndum ilegal debido a
que el acusado ha convocado unas elecciones, ¿queda entonces la
justicia en España en barbecho cuando hay una campaña electoral en
curso).
El desolador e inaudito epílogo de esta
historia es que a rebufo de una idea peregrina del PSOE, acomplejado
ante el separatismo, los dos grandes partidos que vertebran España
hablan ya de enmendar, justo ahora, la Carta Magna contra la que atenta
el golpista. Correr con la cabeza gacha detrás del sedicioso.
(Luis Ventoso/ABC)
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