martes, 8 de septiembre de 2009

FEDERALISMO TÁCITO.


FEDERALISMO TÁCITO.

Leo un artículo del ‘upedista’ Martínez Gorriarán en el que se dicen muchas cosas interesantes sobre el federalismo. Me limitaré a dos. Dice que nada horroriza más al nacionalismo separatista que el federalismo claro y franco. En segundo lugar, frente a las concesiones interminables a los nacionalistas a costa del interés general, el federalismo puede erradicar esta lacra.

Si esto fuera así, me hago federalista desde ahora mismo. Pero antes de seguir por esta esperanzada senda, hay que mencionar otra característica destacada de nuestra Constitución, según Martínez Gorriarán. Resulta que la Constitución ‘rezuma’ federalismo. Es un concepto ‘tácito’ omnipresente. Bien, supongamos que es así. No creo que merezca la pena discutir este aspecto. Creo que el problema es otro.

Resulta que si descontamos los gastos fijos que son intocables, como intereses de la deuda, aportación a Europa, o clases pasivas, al Estado español le quedan solo 60.000 millones de euros, la tercera parte de lo que disponen las Comunidades Autónomas. ¿Capacidad redistribuidora del Estado para minimizar las desigualdades entre españoles? Más o menos le queda un 30% al Estado y un 70% a las Comunidades Autónomas. La cosa da pena.

Hay que añadir una injusta y antidemocrática ley electoral que permite que 300.000 votos al PNV valgan seis diputados y 303.000 votos a UPyD valgan un solo diputado, ¿cuál es la magia federal para limpiar esta basura?

Como dice el economista Roberto Centeno: La gente no es o no quiere ser, realmente consciente del nivel de disparate, del nivel de barbarie, al que ya hemos llegado. Ningún país del planeta , y menos la España actual, podría permitirse el nivel de gasto, de ineficiencia, de despilfarro y de corrupción del caos autonómico. Solo la pérdida de eficiencia por la ruptura de la unidad de mercado, es dos veces superior a las eventuales ganancias de la reforma laboral, y eso es solo una parte, lo grave es que las autonomías son responsables de más del 60 % del gasto público, – frente al 26 % de media en los estados federales.

Tenemos 17 Autonomías que el Estado es incapaz de coordinar, hasta el punto de que economistas sensatos (y otros, no contaminados por el socialismo zapateril) han denunciado el debilitamiento (o resquebrajamiento) de la unidad de mercado, con el enorme perjuicio que esto representa para la economía nacional. No importa lo globalizada que esté.

Además, cada Autonomía tiene su propio sistema educativo en el que se cantan las excelencias propias y las injusticias recibidas que exigen una justa recompensa. O sea, ‘deudas históricas’ y otras memeces que da vergüenza comentar. Sin contar que han expulsado al castellano o español, la lengua de Franco, (según el otrora Gran Timonel Arzallus) del sistema educativo de los ‘territorios comanches’. O la Administración de Justicia, que carece de sistema informático unificado. Porque no les da la gana. Inaudito.

La guinda es el Estatuto catalán. Ya tenemos relación bilateral España/Cataluña. Dos naciones ‘soberanas’ que se hablan de tú a tú. O sea, el acabóse anticonstitucional. Ahora mismo los políticos nacionalcatalanistas (casi todos) quieren hacer una gran manifestación para presionar al Tribunal Constitucional. Me temo que este Tribunal no necesite tantos empujones. ¡Si hasta el Ministro de Justicia está feliz con el Estatuto impugnado!. Dice que no ha pasado nada, a pesar de que la Generalidad lleva más de dos años aplicando el Estatuto inconstitucional. ¡Y ese tío es Ministro de Justicia!

En fin, este gobierno camina hacia la destrucción (o la inanidad) del Estado español. No es nuevo. Lo mostró Sosa Wagner en su recomendable y clarificador libro, ‘El Estado fragmentado’.

La desvergüenza de la clase política (en la que no incluyo a UPyD) ha creado esta grave situación. Los partidos, supuestamente nacionales, no han querido ponerse de acuerdo para evitar la catástrofe que se nos viene encima. Y ahora se comenta (el último ha sido el economista X. Sala) que nos pueden expulsar del euro por el déficit público muy por encima del 3% del PIB, el permitido por la UE. Y sigue subiendo, según las refrescantes noticias veraniegas.

¿Cómo alcanzar un modelo federal, que supuestamente evitará estos desmanes, sin el apoyo parlamentario de los dos grandes partidos? ¡Han sido ellos los principales responsables! Los nacionalistas se han limitado a chantajear a España y a los españoles. Porque los dos grandes partidos se lo han permitido.

Si el PSOE y el Partido Popular estuviesen a la altura de sus responsabilidades históricas, el federalismo o el autonomismo, no serían problema. Bastaría que, de común acuerdo, fijaran los límites constitucionales que no se pueden traspasar. Pero han preferido arrodillarse ante los nacionalistas. Unos más, otros menos.

El problema, por tanto, no es el federalismo. El problema es el chantaje y la deslealtad constitucional de los nacionalistas y la traición de los dos grandes partidos a la Constitución y a España. Sin recuperar la decencia política no hay nada que hacer.

Termino comentando lo que dije al principio. Si el ‘federalismo tácito’ de Martínez Gorriarán horrorizase, de verdad, a los nacionalistas, me convertiría en un federalista obseso. ¡Qué placer contemplar a los nacionalistas huyendo despavoridos y lanzando aullidos periféricos! No me lo perdería por nada del mundo.

La guinda final es la promesa de que el federalismo puede eliminar la lacra de las concesiones a los chantajistas periféricos. ¿Cómo, vive Dios? No será porque se apague la sed interminable de los nacionalistas. Mamar las ubres españolas es su obsesión enfermiza. ¿Quién y cómo pone el cascabel al gato?

A pesar de todo, sólo un UPyD suficientemente fuerte en votos, podría exigir a uno de los dos partidos, un programa de gobierno, políticamente decente. ¿Estoy delirando?

Sebastián Urbina.

2 comentarios:

Juan dijo...

Sebastián,
El federalismo por el que aboga Gorriarán, y con el comulgo al 100%, parte de la premisa de que España debe ser un país descentralizado, pero con un reparto de competencias cerrado mediante reforma constitucional y en el que ciertas competencias que determinan la igualdad de los ciudadanos independientemente de dónde residan retornarían al estado (educación, sanidad, etc.), así como todo lo que suponga coordinación legislativa, supervisión de la gestión, control del gasto autonómico. El federalismo impide así que cada cuatro años las competencias sean objeto de negociación para formar mayorías parlamentarias. También impide la bilateralidad, porque impide velocidades distintas en el desarrollo autonómico (es más, lo cierra definitivamente) y reconoce a todas las comunidades exactamente el mismo rango, y no a unas más que a otras. Es decir: café para todos, según expresión odiada por el separatismo catalán.

Sebastián Urbina dijo...

Pero afirmar estas cosas no resuelve los problemas que yo planteo. La cuestión es ¿quién cerrará las reclamaciones y competencias?
Por supuesto que me apunto a que se pare esta reclamación sin fin, la construcción siempre inacabada del Estado y que se retomen las competencias, al menos, de educación y sanidad. Pero ¿quién lo hará y cómo? No es un problema nominal.