martes, 24 de noviembre de 2009

ESTATUTO DE CATALUÑA.

La sentencia del TC; hecha antes de aprobarse el Estatuto de Cataluña
La dificultades del TC para emitir una sentencia no son jurídicas, sino políticas. Porque la jurisprudencia del Constitucional hace años que dictó sentencia.

Tiene razón Joan Saura al pedir la dimisión del TC. Efectivamente, que dimitan, y que se guarden la sentencia, porque ya está hecha.
El sábado la Fundación DENAES celebró un gran acto sobre la inexistente sentencia del Tribunal Constitucional en relación al estatuto catalán con el título "España después de la Sentencia del TC". Juristas, catedráticos y políticos del PP y UPyD abordaron la grave situación abierta desde que el Estatuto de Cataluña fuera aprobado, acrecentada con la omisión del deber del TC–durante tres años- de dictar sentencia en un tiempo razonable. Muchas y muy buenas fueron las intervenciones de Pérez de Armiñán, Sosa Wagner, Vidal Quadras, Ignacio Astarloa, Muñoz Merino, Juan Pablo González y Tomás Ramón Fernández.

Pero quiero destacar la intervención de este último, prestigioso Catedrático de Derecho Administrativo, que aportó un enfoque realmente nuevo. Mucho se ha debatido sobre el Estatuto, el TC y la sentencia que éste se resiste a parir. Muchas han sido las presiones sobre el TC de los de un lado; y la indulgencia pastueña sobre el mismo tribunal por parte de los del otro lado. Pero a nadie había escuchado poner el dedo en la llaga de la manera en que lo hizo Tomás Ramón Fernández.

"Está sentencia está hecha. El TC solo tiene que cortar y pegar sus sentencias anteriores", para tumbar un Estatuto que "es inconstitucional de la cruz a la raya". Tal es la tesis de T.R. Fernández. ¿La constitucionalidad de la pretensión lingüística del Estatuto? Cópiense las tres sentencias emitidas por el TC sobre la inmersión lingüística en Galicia, País Vasco y Cataluña. ¿ La cuestión competencial? Cópiese la vieja sentencia de la LOAPA. ¿La tabla de derechos? Cópiese la reciente sentencia sobre el estatuto valenciano. Y así podríamos seguir.

¿Y qué va a pasar si el TC tumba el Estatut dichoso? Se preguntó reiteradamente el catedrático? Nada. Se contestó a sí mismo con igual reiteración y énfasis Lo mismo que pasó con la ilegalización de Batasuna, que iba a arder el País Vasco, y no pasó nada.

Así que, al menos, podemos manifestar un acuerdo con Joan Saura, que ha pedido la dimisión del TC. Efectivamente, que dimitan, y que se guarden la sentencia, porque ya está hecha. Solo han de cortar, y pegar. Como los niños. Y el problema jurídico estará solventado.

Pendiente quedará el problema político que no podemos pretender que resuelvan los magistrados del TC, y que solo se encauzará con una drástica reforma constitucional. Pero eso para otro día.

Por ahora, concluyo lanzando un hurra por Manuel Aragón, magistrado de tendencia liberal progresista, detrás de cuyo patriotismo, parece ser, encontramos la razón de que no se haya perpetrado aun una sentencia nefasta. Claro, para un liberal progresista español, en el sentido de las Cortes de Cádiz, es difícil responsabilizarse de la voladura de la soberanía nacional. (Santiago Abascal/ElSemanalDigital)
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Conclusión. Sólo es necesario un poco de dignidad y respeto por las leyes vigentes para no arrodillarse ante los nacionalistas y los Montillas de turno.

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