AHORA LOS MORISCOS.
Miércoles , 25-11-09
UNA vez puesta en marcha, la máquina del absurdo resulta muy difícil de controlar.
Rodríguez Zapatero impulsó una ley de memoria histórica que causa un perjuicio grave al espíritu de concordia propio de la Transición democrática.
Ahora el retrovisor llega hasta 1609, cuatrocientos años atrás, con la intención ridícula de «reparar» los daños ocasionados por la expulsión de los moriscos. El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley que pretende un «reconocimiento institucional» de aquella comunidad frente a las injusticias cometidas por causa de la intolerancia religiosa.
El despropósito llega al extremo de crear «vínculos económicos» con las víctimas, con referencia expresa al fanatismo y al racismo como origen de «uno de los más terribles exilios en la historia de España». En plena crisis económica y con un Ejecutivo desbordado por las circunstancias, el PSOE dedica su tiempo y su esfuerzo parlamentario en volver a escribir una historia de buenos y malos, al estilo de la Alianza de Civilizaciones, con la ridícula pretensión de aplicar criterios actuales a determinados acontecimientos que sucedieron en un contexto histórico muy diferente.
Rodríguez Zapatero impulsó una ley de memoria histórica que causa un perjuicio grave al espíritu de concordia propio de la Transición democrática.
Ahora el retrovisor llega hasta 1609, cuatrocientos años atrás, con la intención ridícula de «reparar» los daños ocasionados por la expulsión de los moriscos. El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley que pretende un «reconocimiento institucional» de aquella comunidad frente a las injusticias cometidas por causa de la intolerancia religiosa.
El despropósito llega al extremo de crear «vínculos económicos» con las víctimas, con referencia expresa al fanatismo y al racismo como origen de «uno de los más terribles exilios en la historia de España». En plena crisis económica y con un Ejecutivo desbordado por las circunstancias, el PSOE dedica su tiempo y su esfuerzo parlamentario en volver a escribir una historia de buenos y malos, al estilo de la Alianza de Civilizaciones, con la ridícula pretensión de aplicar criterios actuales a determinados acontecimientos que sucedieron en un contexto histórico muy diferente.
El más elemental sentido común exige que los políticos se ocupen de resolver los problemas de los ciudadanos y dejen la historia en manos de los historiadores. Abrir fosas, anular procesos y, en este caso, recuperar una imaginaria memoria colectiva son puras maniobras de distracción que provocan perplejidad -cuando no indignación- en la gran mayoría social.
La expulsión de los moriscos (por cierto, lo mismo que la de los judíos) forma parte de una trayectoria histórica que una sociedad moderna y democrática debe comprender y asumir sin plantear responsabilidades absurdas, ni realizar comparaciones anacrónicas con la actualidad. La mezcla de intolerancia y sectarismo es muy peligrosa cuando alcanza determinados niveles.
Lo mejor que puede hacer el Grupo Socialista es retirar esta iniciativa desafortunada y exigir a sus diputados que no pierdan el tiempo en cuestiones ajenas a su competencia. Lo que procede respecto a la expulsión de los moriscos y cualquier otro acontecimiento histórico es dejar trabajar a los expertos, con criterios de prudencia y objetividad. (ABC)
La expulsión de los moriscos (por cierto, lo mismo que la de los judíos) forma parte de una trayectoria histórica que una sociedad moderna y democrática debe comprender y asumir sin plantear responsabilidades absurdas, ni realizar comparaciones anacrónicas con la actualidad. La mezcla de intolerancia y sectarismo es muy peligrosa cuando alcanza determinados niveles.
Lo mejor que puede hacer el Grupo Socialista es retirar esta iniciativa desafortunada y exigir a sus diputados que no pierdan el tiempo en cuestiones ajenas a su competencia. Lo que procede respecto a la expulsión de los moriscos y cualquier otro acontecimiento histórico es dejar trabajar a los expertos, con criterios de prudencia y objetividad. (ABC)
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