ZAPATERO NOS LLEVA A LA RUINA.
El Estatut ha retratado a Zapatero y su voraz apetito por los votos catalanes, dispuesto a pagar el precio político que sea por obtener réditos electoralistas a corto plazo. ZP olvida con extrema frecuencia que la democracia es un procedimiento, no unos resultados políticos. Y Antonio Elorza le recuerda en El País que "alzar la bandera de Cataluña contra España aquí y ahora no es sólo anticonstitucional, sino antidemocrático".
En un artículo titulado "Catalunya o la caja de Pandora", el catedrático Antonio Elorza zurra a Zapatero por su forma de hacer política efectista y a tumba abierta mirando de reojo las encuestas, "sin preguntarse por la racionalidad y los costes futuros de cada operación".
- El último hallazgo ha sido la propuesta de un mea culpa parlamentario por la expulsión de los moriscos en 1609, lo cual, si la cosa se toma en serio, debiera arrastrarnos a una revisión general de la historia de España y de sus antecedentes hasta tiempos de los visigodos, con el fin de no perder demasiado tiempo y publicar la lista de perdones solicitados de una sola vez.
Elorza critica que Zapatero haya convertido el tema del Estatut en un perverso juego político donde todas las combinaciones posibles arrojan una suma negativa:
- El voto es el eldorado de Zapatero. Para obtenerlo en Barcelona hizo la insensata promesa de que lo que se atara en Cataluña quedaría atado en Madrid, y más tarde logró a trancas y barrancas gracias a CiU el respaldo a un Estatuto que tampoco satisfacía demasiado en el Principado y cuya constitucionalidad era ampliamente cuestionada, y no sólo por la horda españolista.
- A quienes ahora opinan que es preciso dar el visto bueno al Estatut por conveniencia política, por ánimo de conciliación, conviene advertirles que el ajuste de las piezas resulta capital para el buen funcionamiento del Estado de las Autonomías, y que los desajustes se pagan con malestar, o "desencuentro" como ahora se dice en plan fino, siendo el único baremo para apreciarlos el Tribunal Constitucional, sobre la base de la prioridad inexcusable del texto de 1978.
- En ese año hubo una Constitución, no "un pacto" entre iguales, debiendo ser recordado que la bilateralidad es lo propio de las Confederaciones y que en los dos últimos siglos todas han estallado. Antes del parto y después del parto, Zapatero careció además de una sola idea. Sólo maniobras, como la actual duplicidad, lanzando a Chacón contra el PP, mientras él sólo muestra "interés" ante el manifiesto de los diarios.
- Alzar la bandera de Cataluña contra España aquí y ahora no es sólo anticonstitucional, sino antidemocrático. Pero ahí estamos: bilateralidad igual a dos soberanías enfrentadas. Fractura.
Elorza concluye preguntándose ¿quién hace unas filtraciones orientadas a obstaculizar una declaración parcial de inconstitucionalidad?
La información aquí publicada pone de manifiesto que alguien dentro del Tribunal ha vulnerado el deber del secreto por intereses políticos. Esto es intolerable y si el TC funciona así, sembrando por tolerancia pasiva la crispación y el desconcierto entre los ciudadanos, más vale que desaparezca. ¿A quién favorecieron tardanza y filtraciones? La única hipótesis verosímil es que a la opción del Gobierno. Al causante en definitiva del embrollo.
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