domingo, 5 de octubre de 2008

GALGOS O PODENCOS.


4/10/2008. (PD).- En unas condiciones políticas normales, un partido que comparte el modelo de Estado del PP y la agenda social (aborto y laicidad) del PSOE no tendría mucho sitio en el consolidado sistema bipartidista español.

Subraya Ignacio Camacho en ABC que el hueco que la UPD de Rosa Díez (R10) ha logrado abrirse en un año se debe a la evidente crisis funcional de ambas grandes fuerzas, a la decepción que provocan de un lado el aventurerismo temerario de Zapatero y de otro, el liderazgo pasivo de Rajoy. Aunque a ella no le gusta admitirlo, porque al fin y al cabo proviene del socialismo, el crecimiento de sus expectativas procede más del segundo ámbito que del primero.

La valerosa R10 puede ser la gran sorpresa de las próximas elecciones europeas en virtud de la paradoja política de que una mujer de izquierdas se ha convertido en referencia de una parte de la derecha. Lo curioso del caso es que este peculiar modelo de nuevo centro, cuyos razonables promotores reniegan del radicalismo derechista, ha comenzado a sedimentar en virtud de la decepción de muchos votantes del PP con lo que consideran una deriva centrista del «marianismo».

Y su previsible ascenso constituye la gran esperanza táctica de quienes aún trabajan para descabalgar a Rajoy de la candidatura a la Presidencia del Gobierno.

Ese voto disconforme se suele expresar en los comicios al Parlamento Europeo, que constituyen una oportunidad clásica de castigo electoral sin mayores consecuencias. La particularidad de los de 2009 es que en ellos no sólo va a recibir un fuerte varapalo el Gobierno, sino que los sectores derrotados en el último Congreso popular tendrán también la ocasión de mostrar gratis su descontento ante la nueva estrategia del partido.

R10 lo sabe, y aprovecha esta confluencia de intereses con enorme sentido de la oportunidad política. Su discurso elude los perfiles más afilados de un programa social que puede espantar al electorado conservador, y se centra con énfasis en el proyecto de regeneración nacional para aprovechar en su favor la ambigüedad de un PP necesitado de tender ciertos puentes con el nacionalismo moderado y el centro-izquierda social.

Mientras Rajoy busca votos a su izquierda, Díez escarba con eficacia para robárselos por ambos lados. También, y sobre todo, por la derecha, a la que seduce con su corajuda firmeza antinacionalista, un aspecto tan dominante en su discurso que en ocasiones parece una propuesta unívoca. Para sacar un buen resultado no necesita más, por ahora.

La segunda paradoja consiste en que el liderazgo que peligra con el progreso de UPD es el de Rajoy, no el de Zapatero. Si R10 se queda con los votos que priven al PP de una posible victoria en las europeas, el sector crítico del centro-derecha estará listo para iniciar el segundo asalto antimarianista, confiado en que ya tendrá tiempo de desembarazarse de quienes ahora considera compañeros de viaje.

A ambos les favorece la tradicional pasividad del impasible dirigente gallego, que parece el único convencido de que la crisis económica le aupará inexorablemente como alternativa de poder sin que se le caiga la ceniza del puro.

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GALGOS O PODENCOS.


Aunque pueda doler a algunos militantes de UPyD (a pesar de que no es ningún desdoro), el nacimiento y éxito de este partido se debe a la decepcionante deriva política del pesoe y del pepé. Si estos dos partidos nacionales hubieran mantenido (aunque sea con errores) los principios que oficialmente defendían hasta finales del siglo pasado, yo creo que el nuevo partido no habría aparecido. Nadie debe avergonzarse por esto. Al contrario. Dado que la realidad política es la mencionada (así lo creo), es muy bueno para la sociedad española que haya aparecido UPyD con tanta fuerza.


Algo parecido a lo que sucedió con Ciutadans/Ciudadanos. También creo que esta formación política no habría aparecido, a no ser por la conversión del PSC en un partido nacionalista catalanista y el pepé en un partido acomplejado ante el catalanismo. Dispuesto a hacerse perdonar. Ellos sabrán el qué. Pero las cosas son como son.


Opino que no es necesario estar de acuerdo al cien por cien para apoyar a un partido político. En este caso UPyD. Para tan milagrosa circunstancia (acuerdo al 100%) cada ciudadano tendría que crear su propio partido. Y no cambiar de ideas, o de aplicación de los principios formulados por el ciudadano en cuestión. Pero las cosas son, más bien, como decía Galbraith: 'no votamos entre buenos y malos sino entre malos y peores'. Creo que, hoy por hoy, este es el partido mejor, o menos malo, que tenemos en España. Algo parecido decía W. Churchil de la democracia: 'La democracia es el menos malo de los sistemas políticos'.


Opino que el voto exige dosis de pragmatismo y, también, de principios. La mezcla que deba hacerse depende de la visión de cada uno. No hay fórmulas apriorísticas que permitan eliminar la responsabilidad política, y moral, de decidir lo que debe apoyarse. Y asumir la responsabilidad de la decisión que se ha tomado. Por ejemplo, yo pienso votarles a pesar (entre otras cosas) de que Fernando Savater defiende la asignatura de Educación para la Ciudadanía y a pesar de que arremete contra sus críticos. Acusándoles, por ejemplo, de reaccionarios y otras bobadas. Decido, además, no tener en cuenta las cosas que le hacen sudar al filósofo.


Creo que es más responsable poner todas las cartas sobre la mesa y en función de todas ellas, decidir. Y en estos momentos, que a mí me parecen muy graves (¡ojalá me equivoque!) la aparición de un partido UPyD, liderado por una mujer con experiencia política, ideas claras, respeto a la Constitución y a España, y valor contrastado, es suficiente en mi caso. Sin cheques en blanco. Pero no discutiré si son galgos o podencos. Tenemos sobre nuestras espaldas realidades amenazantes que los enemigos de la Constitución y de España, minusvaloran y desprecian. Hacen escarnio, a través de su cuasimonopolio informativo, de los avisos y advertencias que hacen las personas más serias y responsables de nuestro entorno político y no político.

Recordemos, una vez más, el libro de Sosa Wagner, 'El Estado fragmentado', que debería provocar una profunda reflexión en nuestros políticos. Y, por supuesto, en los ciudadanos que se precien de serlo. Pero quieren hacernos creer que estamos locos, o que somos fachas, o que vemos visiones. Pero no. Es mentira. Mienten como bellacos.


Necesitamos políticos honrados que no mientan. Pero también necesitamos ciudadanos responsables que sepan distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Si, por desgracia, el relativismo (aupado por Educación para la Ciudadanía, por ejemplo) ha calado como lluvia fina en las mentes de la gente, no habrá lugar a distinguir entre unos políticos y otros. Se podrá decir: 'Todos son iguales'. ¡Qué más da, Rosa o Zapatero! O se podrá decir que tan bueno es dialogar con los asesinos como no hacerlo. O se podrá decir que tan bueno es que un Presidente mienta públicamente a los ciudadanos como que no mienta. Todo será verdadero y respetable. Ya saben: 'Nada es verdad ni es mentira ...'


Si hemos llegado a este punto, el horizonte es realmente negro. Esperemos que no. Yo apuesto por la esperanza. Lúcida, no tonta. Y esta es, al menos de momento, Rosa.


Sebastián Urbina.

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