Corrupción y democracia
Como sucede en cualquier actividad humana, la corrupción existe también en la vida pública, y no sólo obviamente en los regímenes totalitarios, en donde llega a ser endémica. Esta lacra afecta igualmente a las democracias, pero a diferencia de lo que ocurre en los regímenes autoritarios, se la puede combatir a través de numerosos medios y controles.
Pero cuando la corrupción avanza peligrosamente, porque esos medios no se emplean o no funcionan, puede presentarse una situación límite en la que se produzca un cambio cualitativo y no meramente cuantitativo. Se pasaría así de la "corrupción 'en' la democracia" a la "corrupción 'de' la democracia" y entonces todo puede suceder.
Como sucede en cualquier actividad humana, la corrupción existe también en la vida pública, y no sólo obviamente en los regímenes totalitarios, en donde llega a ser endémica. Esta lacra afecta igualmente a las democracias, pero a diferencia de lo que ocurre en los regímenes autoritarios, se la puede combatir a través de numerosos medios y controles.
Pero cuando la corrupción avanza peligrosamente, porque esos medios no se emplean o no funcionan, puede presentarse una situación límite en la que se produzca un cambio cualitativo y no meramente cuantitativo. Se pasaría así de la "corrupción 'en' la democracia" a la "corrupción 'de' la democracia" y entonces todo puede suceder.
Estas reflexiones vienen a cuento por lo que está sucediendo en España en la actualidad, en dónde no hay día que no nos desayunemos con un nuevo escándalo de corrupción en la vida política. Dicho con otras palabras: si no se reacciona ya, pronto pasaremos ese 'Rubicón' que he señalado, con todas sus consecuencias. La línea que separa a una y otra de estas dos patologías es muy clara: en la primera los casos de corrupción son aislados y no involucran a las instituciones públicas como tales.
En la segunda, lo que se da es un uso desviado de los poderes públicos para la obtención de beneficios económicos personales o partidistas, que pervierten el sentido de la actuación de instituciones que sólo deben servir a los intereses generales. Uno o varios policías que se aprovechan de su cargo para apropiarse de la droga incautada, es un ejemplo de lo primero.
Un ministro que no cumple con el Código del Buen Gobierno, que incumple normas administrativas, que se beneficia de su supremacía política, que no respeta la separación de poderes, es un claro ejemplo de lo segundo. El tratamiento debido es también diferente:
mientras que en el primer caso, basta con la sanción administrativa y, en su caso, penal, en el segundo lo que prima sobre todo es la responsabilidad política, al margen de si hay también de otro tipo, y, por consiguiente, o dimite inmediatamente o se le cesa, porque la corrupción, la ha hecho desde un puesto en el Gobierno, y la sombra de la sospecha alcanza también a éste.
Y eso lo digo tanto en casos de Gobiernos del PSOE, como del PP o de otros partidos, porque lo grave de nuestra situación es que la corrupción se está extendiendo como mancha de aceite a todos los niveles. Por supuesto, hay determinados sectores especialmente sensibles ante el problema de la corrupción: el régimen de financiación de los partidos, la actividad contractual de la Administración, los cambios de calificación urbanística, el confuso régimen de incompatibilidades de la función pública, la práctica continua y "legal", por culpa del Tribunal Constitucional, del fenómeno del transfuguismo político, y para qué seguir.
¿Qué se puede hacer antes de que la ciénaga de la corrupción anegue totalmente nuestra democracia, produciendo la apatía y el asqueo de los ciudadanos ¿Ciertamente, existen medios para evitarlo, pero o no han funcionado o no se ha querido que funcionen. Medidas como un Código de Buen Gobierno, una legislación preventiva adecuada, una Fiscalía Anticorrupción, y unas sanciones que pueden ser administrativas o penales, son sin duda medidas necesarias, pero no suficientes.
Lo que más urge es la ejemplaridad de los diferentes Gobiernos, deduciendo la responsabilidad política inmediata de los que caen en estas irregularidades, el control objetivo y no partidista de los medios de comunicación de masas, y, por encima de todo, una educación democrática de nuestros jóvenes a los que se les inculquen los valores propios de una democracia, objetivo que no parece cumplir la famosa asignatura de marras. Y si falla todo eso, pues sólo queda rezar, porque ya habremos pasado de la "corrupción 'en' la democracia" a la "corrupción 'de' la democracia". (Jorge de Esteban/El Mundo)
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CORRUPCIÓN, VALORES Y DEMOCRACIA.
Más de uno ha dicho que la democracia es un mecanismo de representación. Un conjunto de reglas. Yo no dudo de que así sea pero me parece insuficiente.
Las instituciones no funcioan por sí solas. Necesitan la actividad y el aliento de las personas. Claro es que tal actividad debe estar sometida a reglas. Recordemos el antiguo debate (tan antiguo como Platón, al menos) entre el gobierno de las leyes y el gobierno de los hombres. Sin duda debemos estar gobernados por reglas. Reglas generales y abstractas.
Pero la interpretación y aplicación de estas leyes se hace por personas. Y el lenguaje jurídico, una forma especializada de lenguaje natural, permite diversas opciones, incluso opciones justidicadas. Sin competencia profesional y decencia, las reglas pueden interpretarse a favor de intereses mezquinos. La carne es débil.
Ya no hablo de violación, sin más, de las leyes vigentes. Esto también sucede en España y es muestra de nuestro grave nivel de deterioro. Deterioro 'de' la democracia en España.
En esta breve relexión no podemos centrarnos en los políticos. No sería justo. En no pocas ocasiones, políticos imputados por corrupción han obtenido (en las siguientes elecciones) más votos que en elecciones precedentes. Y no me refiero a imputaciones fallidas, que también las hay. Hay, por desgracia, imputaciones que duermen en un cajón de un determinado señor (?) hasta que éste considera oportuno que salga a la luz. Y los carroñeros mediáticos están al tanto de la jugada. Sí, esto es miseria y podredumbre.
Por tanto, debemos recordar que el problema no reside exclusivamente en los políticos. ¿Está buena parte de la sociedad, moralmente enferma?
Una muestra de lo que digo lo tenemos en el 'CASO FAISÁN'. En una sociedad democrática, no enfangada como la nuestra, el gobierno habría tenido que dimitir. ¿Hay solución? Si la hay, no vendrá de fuera. Falta ver si esta sociedad tiene reservas morales para limpiar la suciedad y renovar el aire. O seguirá usando desodorante y pinzas nasales.
Nos jugamos mucho. Pero sin valores de honestidad, sentido de la responsabilidad, esfuerzo y mérito, no creo que salgamos del lodazal. En otro caso, habrá que mentir y maquillar. O sea, más miseria moral
Sebastián Urbina.
1 comentario:
Está moralmente enferma cuando en el periódico más leído del país se compara a las víctimas del terrorismo con las de los accidentes de tráfico y aquí no pasa nada, cuando quienes se supone que deben atrapar a los etarras les ayudan a escaparse y aquí no pasa nada, cuando el señor(por llamarlo de alguna manera) Carod-Rovira se reúne con terroristas para pactar que no atenten en Cataluña y aquí no pasa nada, cuando la Ley Electoral permite el chantaje de unos pocos y aquí no pasa nada, cuando determinadas autonomías se saltan la Constitución y aquí no pasa nada, cuando una madre tiene una orden de alejamiento por darle una bofetada a su hijo después de que éste le lanzase una zapatilla, mientras los menores pueden agredir impunemente a padres, profesores o compañeros, e incluso atracar nuestros pesqueros y aquí no pasa nada...
Podría seguir así durante horas (por desgracia). O llega la gota que colme el vaso en breve, o mucho me temo que esto ya no tendrá arreglo.
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