EL MONASTERIO CATALANISTA.
Después de leer las crónicas de la conferencia que Artur Mas pronunció el pasado martes, he llegado a la conclusión de que la refundación del catalanismo es un asunto metafísico y que la Casa Grande del catalanismo es un monasterio medieval.
El asunto metafísico se percibe en algunas de las expresiones pronunciadas por el conferenciante tales como el «espíritu nacional» o la «Cataluña plena». ¿A qué se refiere Artur Mas cuando dice lo que dice? ¿Qué es el espíritu nacional catalán? ¿Qué será la Cataluña plena? A lo sumo, unas palabras -unas expresiones- sin referente. Una cáscaras vacías, que diría un positivista lógico.
Y para expresiones de difícil interpretación -inefables, a veces-, anoten la siguiente: «es catalán quien se siente catalán, o quien vive en Cataluña y quiere serlo». Algunas preguntas: ¿Será catalán un finlandés que viva en Nueva Zelanda y se sienta catalán? ¿Qué será un catalán que no se sienta catalán en el sentido oficialmente establecido por el nacionalismo catalán?
Otra expresión metafísica: «el derecho a decidir por nosotros mismos sobre aquello que nos es propio». A ver, ¿qué es lo propio sobre lo cual los catalanes tendríamos el derecho a decir? Y, en fin, está el título de la conferencia de Artur Mas: «El catalanismo, energía y esperanza para un país mejor». ¿Energía? ¿Esperanza? En el mejor de los casos, un buen título para un libro de autoayuda. De la metafísica a ese monasterio medieval que es la Casa Grande del catalanismo.
Monasterio, por lo de lugar alejado de la población en que unos monjes viven de acuerdo con sus propias reglas. Medieval, por las discusiones bizantinas que tienen lugar dentro de los muros del edificio. Si los monjes medievales discutían sobre el sexo de los ángeles, o sobre la relación entre razón y fe, o sobre la cuestión de los universales, si los monjes medievales hacían eso, los monjes catalanistas discuten sobre la identidad de Cataluña, o sobre la relación entre Cataluña y España, o sobre la cuestión de la soberanía.
Pese a su carácter metafísico, al discurso catalanista se le entiende todo. Por así decirlo, el discurso catalanista tiene un significado propio e intransferible. Así, el espíritu nacional sería la esencia de lo catalán -la identidad y la lengua catalanas así como la voluntad de ser nación-, la Cataluña plena estaría constituida por todas aquellas personas que participan de una determinada idea -de la idea nacional- de Cataluña, el derecho a decidir es la antesala de la independencia, y la definición propuesta del ser o no ser catalán señala que la condición de tal no reside en la condición administrativa, sino el sentimiento de pertenencia.
En resumen, los monjes del monasterio catalanista elaboran una metafísica nacionalista con la que se debe comulgar bajo amenaza de excomunión y exclusión. No me negarán que tiene su gracia que un finlandés afincado en Nueva Zelanda pueda ser más catalán que un catalán afincado en Cataluña.
Miquel Porta Perales (Crítico y escritor)
ABC (23.11.07)
ABC (23.11.07)
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