jueves, 14 de mayo de 2015

CATALUÑA HACIA EL FASCISMO.

 (Las alternativas de un imbécil son muchas pero suele repetirse. Una de sus manidas repeticiones es llamar 'facha' al que no está de acuerdo con él. Cree, en su imbecilidad, que no tiene que argumentar nada. Basta con la palabra mágica, 'facha'.

Suelen ser de izquierdas, casi garantía de estupidez sectaria. También sus amigos políticos separatistas antiespañoles. Pero hay mucho acomplejado que se suma a la fiesta.

No se deje amedrentar por estos cretinos.)

 EL LENGUAJE DE LOS IMBÉCILES.
Delirio nacionalista entre los padres de un colegio que no quiere el español.

'Hay que arrinconarlos. Ni pobres niños ni nada'

Juan E. Pflüger (La Gaceta)
En varios mensajes cruzados entre algunos padres de las Escuelas Pías de Santa Ana se tacha a los padres de 'fachas'.


FASCISMO EN CATALUÑA. CON LA COBARDE RENUNCIA DE MARIANO Y EL REPUGNANTE  APOYO DE LOS SOCIALISTAS.
Tras la ofensiva, la familia valora renunciar al derecho que le han reconocido los tribunales

Acoso de CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP a una familia de Mataró por pedir educación bilingüe para sus hijos.
A. TERCERO / Destacados dirigentes y concejales de los partidos nacionalistas junto a profesores y al AMPA encabezan una concentración para reclamar -entre gritos de "independencia"- el desacato a una sentencia que ordena a la Escuela Pia Santa Anna impartir educación bilingüe en las clases de dos alumnos. 
Padres y activistas independentistas proponen "arrinconar" a los niños y hacerles "un apartheid como con los negros".




Separatismo: la semilla del odio

La sociedad catalana está emponzoñada por el veneno separatista, fabricado con dosis iguales de victimismo, xenofobia, totalitarismo, delirio histórico y corrupción

“Los hijos deben de ser igual de fachas que los padres”. “Hay que saber los nombres de los padres y de los hijos”. Y “arrinconarlos”. 

Eso sí, “sintiéndolo mucho”. Y si quieren a los hijos, “ya cambiarán de opinión”. Esas son algunas de las perlas que, como denuncia hoy gaceta.es, dedican los separatistas a los padres de alumnos que piden, según su derecho constitucional, que sus hijos reciban enseñanza en castellano. “Vaya democracia”, dice uno de los soliviantados ciudadanos que, en nombre de la democracia, niega a los demás sus derechos. No cabe mejor retrato de la atmósfera de odio que el separatismo, con la aquiescencia o la inhibición de los poderes del Estado, ha creado en Cataluña.

El suceso que denuncia nuestro periódico, descubierto por el Telediario de Xavier Horcajo, ha ocurrido en las Escuelas Pías de Mataró. La causa: el director ha decidido aplicar la ley y ofrecer el porcentaje legal de horas lectivas en castellano (que, recordemos, se reduce a un 25%). Y no, no es un caso aislado. Al revés, es el objetivo buscado deliberadamente por el separatismo. Ninguna sociedad es inmune a la tenaz labor de zapa de treinta y cinco años de discurso del odio, concienzudamente inoculado día tras día por los medios de comunicación –públicos y privados- y por los portavoces políticos.

 Tampoco la sociedad catalana. Hubo un día en que la sociedad catalana se preciaba de ser la más culta de España. Ese tiempo ha quedado ya muy atrás. Hoy la sociedad catalana está emponzoñada por ese veneno fabricado con dosis iguales de victimismo, xenofobia, totalitarismo, delirio histórico y corrupción. Victimismo: “España nos roba”. Xenofobia: “el español es inferior”. Totalitarismo: “en nuestra democracia sólo cabemos nosotros”. Delirio: “Cataluña es una nación oprimida por España”. Corrupción: ¿es preciso decir algo más?

Puede que los intereses económicos y la conveniencia política aplacen o retrasen, hoy, la declaración unilateral de independencia de Cataluña y la segregación de los catalanes que no comulgan con el delirio separatista. Puede. Lo que ya no tiene aplazamiento alguno es la profunda fosa creada en la sociedad catalana por el separatismo. Esa fosa no se limita al campo político, sino que se traga también a las familias, a los comercios, a las casas de vecinos, a los patios de los colegios… Es extremadamente urgente poner remedio a todo esto, en el bien entendido de que ninguna iniciativa podrá suturar la fosa a medio plazo. Hace falta una política de Estado, nacional, que se plantee un programa meditado con la vista puesta en el espacio de una generación.

Los separatistas catalanes han conseguido llegar a esta vergüenza en treinta y tantos años. No harán falta menos para recomponer el paisaje. 

Porque es posible invertir las cosas: es posible hacer valer el derecho de los ciudadanos a utilizar su lengua materna, es posible disciplinar el sistema de enseñanza, es posible desmantelar el aparato de adoctrinamiento instalado por la Generalitat, es posible obligar al gobierno catalán a utilizar sus fondos para atender los derechos ciudadanos (la sanidad, por ejemplo) en vez de invertirlos en romper con España. Ahora bien, para eso hace falta voluntad política. Y he aquí que el partido mayoritario de la izquierda coquetea permanentemente con el separatismo mientras el partido mayoritario de la derecha no se atreve a ir más allá de estériles aspavientos en los tribunales. ¿Es que en España ya no queda un político digno de tal nombre?

(Edit. La Gaceta)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa gente son unos miserables que no saben ni porqué no están viviendo en un vertedero de basura como en Bangladesh. Ni aportan nada bueno ni dejan aportarlo a otros.