domingo, 27 de junio de 2010

MALA EDUCACIÓN.








¿QUÉ HA FALLADO EN EL CASO RAFITA?
Día 26/06/2010 - 17.08h
La Ley del Responsabilidad Penal del Menor está, una vez más, en el ojo del huracán. O, lo que es igual, ha sido el celebérrimo «El Rafita» o «Pumuki», quien ha abierto de nuevo el debate en torno a ella y ha puesto de plena actualidad sus funciones y sus disfunciones.

La Ley del Responsabilidad Penal del Menor está, una vez más, en el ojo del huracán. O, lo que es igual, ha sido el celebérrimo «El Rafita» o «Pumuki», quien ha abierto de nuevo el debate en torno a ella y ha puesto de plena actualidad sus funciones y sus disfunciones.
ABC
«El Rafita» ha desafiado a la justicia una vez tras otra
El motivo no es otro que la finalización, ayer, de las medidas que le fueron impuestas en 2003 a Rafael García Fernández por el salvaje asesinato de Sandra Palo en el que participó el 17 de mayo de ese año, junto a sus otros tres cómplices:los «Ramones» y «El Malaguita», el único mayor de edad entonces. La víctima fue violada en tres ocasiones, una de ellas por él. Tenía 14 años. Han pasado siete años desde entonces.

«Pumuki», pese a ser el menor de los cuatro delincuentes, no era ningún novato. Acumulaba un delito tras otro. Por eso, porque se las sabía todas, él fue el único que no se bajó del coche cuando abandonaron a la víctima en un descampado de la carretera de Toledo y fueron a comprar gasolina para quemarla. «No vaya a ser que me graben las cámaras», dijo en su día.
Así se las gastaba ya «El Rafita», el más conocido de los cuatro condenados por los terribles hechos que acabaron con la vida de la infortunada Sandra. Él se lo ha buscado, con sus constantes idas y venidas desde su salida a la calle en régimen de libertad vigilada tras permanecer cuatro años en un centro de internamiento. Por sus fugas. Por sus quebrantamientos de la medida. Por la media docena de delitos que cometió en el último año... Su caso ha servido para poner en evidencia la controvertida Ley del Menor, señalando sus luces y sus sombras.

Legalmente, él ha pagado su culpa. Sin embargo no se ha rehabilitado. ¿Qué ha fallado? ¿La norma, su aplicación o el seguimiento de las medidas? ABC ha preguntado a representantes de la judicatura, fiscalía y expertos. A continuación, sus análisis.


Eduardo Esteban | Fiscal Jefe de Madrid
«La Ley del Menor funciona pero en este caso no se ha aplicado bien». A su juicio, no hacen falta más reformas ni rebajar la edad penal. España decidió apostar por una legislación para menores que conlleva un tratamiento penal distinto. Además, cuenta con mecanismos suficientes y correctores para que no ocurra lo que con «El Rafita».
En todo caso, si no se consigue la rehabilitación del sujeto, es normal: sucede con los adultos y en un porcentaje muy elevado en comparación con los menores: 11%. No siempre tiene éxito la reinserción. Pero si el sujeto ha cumplido su pena sale en libertad.
Con todo, subraya que la libertad vigilada no es equiparable al tercer grado de un adulto. Para Esteban, el «truco es no dejar al libre albedrío al sujeto. Eso conlleva tratamientos educativos, socioeducativos,...». El problema es que no hay programas específicos, muchas administraciones carecen de medios y el chaval se limita a ir a firmar al juzgado de turno», replica.
«Cada vez que se comete un delito la sociedad fracasa. No hay fórmulas mágicas, algunas se aproximan más que otras, y la ley está bien como está».

José Luis Armengol | Juez Decano
«A la vista está, por su actitud y los delitos que ha cometido en el último año, que el fin que persigue la ley: su rehabilitación, no se producido. Por ello, es evidente que la pena ha sido insuficiente para él», reflexiona José Luis Armengol, juez decano de Madrid.
Con todo, hace una llamada de atención sobre las imperfecciones de la norma: «Las tenía en su día y las tiene hoy. Todos debemos tomar nota para que, de forma rápida, se puedan corregir las distorsiones de la ley más pronto que tarde».
Es partidario de establecer el máximo rigor punitivo en el caso de delitos de extrema gravedad y de sujetos que parecen tan difíciles de recuperar como éste. La rebaja de la edad penal a los 13 (ahora se sitúa en los 14) y el cumplimiento de la pena en prisión al cumplir los 18 años en los delitos más graves son las claves. «Ha fallado el sistema general que establece penas bajas y los mecanismos de rehabilitación pero ya no hay marcha atrás. Él ha cumplido la pena máxima prevista en la ley cuando se le juzgó».

Javier Urra | Forense y psicólogo
«En circunstancias especiales y en delitos de una gravedad extrema habría que buscar una vía legal para que si el sujeto no se ha rehabilitado su delito deje “rastro”. Más que nada, para evitar la reincidencia».
Urra dice que basta verle hablar para comprender que no ha interiorizado lo que hizo. «Ha pagado jurídicamente, no emocionalmente. Tendría mejores perspectivas de futuro si pensara que su vida no tiene razón de ser. Denotaría su arrepentimiento». En contra de lo que se cree, «se ha trabajado mucho con él. Lo que sucede es que debería romper con su pasado para tener futuro. Su familia está instalada en la delincuencia; su entorno es criminógeno. Se le ofrece cambiar de entorno y un trabajo y lo rechaza para estar con los suyos. Ha tenido 4 quebrantamientos de medida. Yo, le hubiera encerrado y, en caso de informes psicológicos negativos, prolongaría el internamiento». ¿De quién es el problema, de la ley o del sujeto? «De cómo se aplica. Hay que darle una segunda oportunidad, no una tercera porque no la va a aprovechar».

Francisco Granado | Consejero de Justicia
El consejero de Justicia e Interior, Francisco Granados, ha sido uno de los defensores de la reforma de la ley del menor en los casos más graves, al igual que el PP y el Gobierno regional. Sin embargo, sus intentos han sido infructuosos. «La reforma de la Ley del Menor no ha podido salir adelante por el voto en contra del PSOE y sus socios en el Congreso de los Diputados».
Dicha propuesta, realizada por los populares, establecía el paso automático a prisión para mayores de 18 años condenados por delitos muy graves, como el caso de «El Rafita», la modificación de la libertad vigilada, con el fin de que fuese más efectiva, y la existencia de antecedentes penales para estos menores, que quedan sin ellos cuando finalizan la condena impuesta. «Me parece profundamente injusto para la familia de Sandra Palo que, después de perder a una hija, tengan que contemplar cómo ese señor realiza una vida normal sin haber respondido por sus actos, y que no haya habido voluntad política por parte de los socialistas para resolver este tipo de situaciones tan graves». (ABC/M.J.Álvarez/Madrid)
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¿QUÉ HA FALLADO?


En ocasiones, cuando los padres tienen que hacer frente a la realidad de un hijo delincuente, o drogadicto, etcétera, se preguntan: ¿qué hemos hecho mal? En esta pregunta está la idea de que, siempre, una buena tarea educativa de los padres hace que los hijos sean, necesariamente, buenos ciudadanos. Esto es un error.


Es cierto, estadísticamente hablando, que unos buenos padres suelen 'crear' buenos hijos. Pero no hay garantías de que sea así. Por esto la angustiada pregunta de los padres carece de sentido, si se comportaron 'normalmente'. A pesar de la inevitable vaguedad del término.



Uno de los más graves errores de nuestra legislación es la creencia tan fuerte en la reinserción. Una cosa es que la sociedad y las instituciones deban tratar de reinsertar a los delincuentes (especialmente si son menores) y otra cosa es creer que la reinserción se va a producir necesariamente.

Y otro error, es creer que la reinserción debe ser la única respuesta al delito.
No. Salvo las personas que, por diversas circunstancias, no están en condiciones reales de entender la sanción que se le impone, consecuencia del delito, las demás deben sufrir un castigo (judicialmente establecido, previa ley penal) por lo que han hecho. Y, además, tratar de rehabilitarle.


Se castiga porque hay bien y mal. Por supuesto, en sociedades relativistas en que no existe la noción del bien y del mal, no tiene sentido castigar. Esto lo hacen (mal) bastantes padres. No castigan a sus hijos si se portan mal. Creen que son malos padres, o que no quieren al hijo. ¡Qué estupidez!


Los niños han de recibir amor y disciplina. No basta con una de las dos cosas. Tienen que saber que hay límites. Aquí empiezan muchos de los males que nos aquejan. Aquí nacen los malos tratos de hijos a padres. Aquí nacen los comportamientos groseros e, incluso, violentos contra los profesores. La despreciable educación progresista, que rechaza el esfuerzo, el mérito y la disciplina, es basura ideológica que hace un gran daño a las jóvenes generaciones. Que los padres se den cuenta es de suma importancia.


Sebastián Urbina.

2 comentarios:

hmpaquito dijo...

Sebastián,

Muy acertado como siempre.

Un dia escuche a Benigno Blanco que educar es sacar lo bueno que tienen los chavales...

Y ese es el problema: una sociedad relativista, por definicion, es una sociedad que no sabe educar, pues no distingue entre bien y mal

saludos

María dijo...

Y me temo que con Bolonia, eso va a llegar a nuestras universidades... Me queda la esperanza de que en algún momento las cosas no puedan ir peor y empiecen a mejorar, aunque sea por inercia.