EL PRETEXTO.
Necesitaban un pretexto. Y ya lo tienen, en la actuación de Eduardo García Serrano. Un pretexto para tratar de amordazar a un grupo periodístico, sumamente incómodo, que denuncia las iniciativas antidemocráticas del Gobierno y que no se casa con nadie, excepto con el compromiso contraído con sus lectores y espectadores de defender la libertad. La prueba de que estamos ante un pretexto nos la acaba de proporcionar la Comisión de Igualdad del Congreso, al emitir el vídeo de El Gato al Agua con las opiniones de García Serrano contra Marina Gelli; y los ministerios de Aído y Sebastián al abrir un expediente contra Intereconomía TV. Porque en ninguna de estas dos actuaciones se han tenido en cuenta las disculpas del Grupo y del propio periodista pidiendo perdón a la consejera. La Comisión de Igualdad, presidida por Carmen Calvo, no incluyó en el orden del día el fragmento en el que García Serrano se explicaba; y los ministerios lanzaron la ofensiva contra Intereconomía TV sin tener en cuenta los 15 minutos que el programa dedicó a rectificar las palabras del periodista.
La prueba de que estamos ante un pretexto, es que al Congreso no le importó que quien solicitara la emisión del vídeo fuera el diputado de ERC, Joan Tardà, el mismo que pidió la muerte del Jefe del Estado cuando en 2008 dijo: “Muerte al Borbón”. Gravísimo insulto que, por cierto, ha quedado impune.
Lo mismo que otros muchos bastante graves que se han escuchado en los últimos años: desde el político del PSC que llamó “mal ****da” a la directora de TV3 a Pilar Bardem cuando tildó de “hijos de ****” a los profesionales de Libertad Digital. ¿Tiene patente de corso la izquierda?
La prueba de que estamos ante un pretexto, es que tanto la Comisión parlamentaria como el Gobierno se han quedado con la parte que les interesaba, obviando rectificaciones, cuando hace dos años el presidente de este mismo Congreso, José Bono, se apresuró a excusar a Tardà, atribuyendo el insulto al Rey a “su carácter primario”: “En lo que a mí se refiere está disculpado”.
Todo es disculpable, todo menos que alguien ose criticar lo concerniente a los cotos más radicales del zapaterismo como la ideología de género o la educación sexual. En el trasfondo del episodio y al margen de las desafortunadas formas de García Serrano, subyace la crítica contra una guía de prácticas sexuales para niños, auspiciada por la Generalitat. Y eso es intocable para un Gobierno que ha hecho de la demagogia sexual y de la ingeniería social bandera ideológica.
Está archidemostrado que Igualdad no tiene otra función que la ideológica, aunque maldita la falta que les va a hacer el feminismo a la treintena larga de mujeres muertas por violencia doméstica en lo que va de año. Y que el caprichito de Zapatero nos cuesta un pico a los españoles cuando estamos con el agua al cuello (12 millones de euros supuso el traslado de la sede del Instituto de la Mujer).
Pero hay una serie de cuestiones que no se tocan. Y quien pone el dedo en la llaga se expone a que personajes como Tardà acuse a Intereconomía de “deconstruir la democracia”. Aunque ese personaje pertenezca a un partido que negoció por libre con una banda terrorista una tregua unilateral para Cataluña; que ha alentado un Estatut que niega en la práctica la Constitución; que ve un “referente” en la victoria de los separatistas en Bélgica y que personalmente insulta, con total impunidad, al jefe del Estado. Si eso no es deconstruir la democracia... (La Gaceta)
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NO NECESITAN PRETEXTO.
Ni los nacionalistas periféricos, ni el rojerío necesitan pretextos. Con la inestimable ayuda de los medios (la mayoría) de comunicación, y con la dejación ideológica del Partido Popular, la izquierda dictamina lo que es políticamente correcto. Habitualmente, de la mano de los separatistas periféricos.
Este país no da para más. Hace poco tiempo escuchaba (ni siquiera atónito) las palabras del portavoz socialista, el sr. Alonso. Juez, por más señas. Sin que se le cayera nada, decía que la crisis (como todo el mundo sabe) se debe a Reagan, la Thatcher, Bush, Aznar y la avaricia de los ricos.
Dudé y, todavía sigo dudando. ¿Se lo creía? Si es así, es un gilipollas de cuidado. Le recomiendo vivamente la lectura de 'El hombre que cambió su casa por un tulipán', del economista Trias de Bes. Es un libro riguroso y muy pedagógico, así que lo entenderá. Si quiere entenderlo.
La otra posibilidad es que sepa que estaba mintiendo. ¿Es posible? Tengo que admitir que es posible. Un portavoz socialista no es necesariamente tonto del haba. Puede ser un mentiroso. Lo decía uno de los grandes hombres y nombres de nuestra historia, Gregorio Marañón:
'La constante mentira es lo más irritante de los rojos'.
El comportamiento miserable de la izquierda (utilizar dos varas de medir) puede sorprender a una persona ingenua y decente, pero no causa estupor si se les conoce un poco y se conoce (aunque sea mínimamente) la historia de la izquierda. Con independencia de que hay gentes de izquierda que son buenas personas (no perdamos el tiempo con estas obviedades), el problema está en las ideas.
La izquierda, en general, cree que es moralmente superior. También cree, en general, que la derecha es inferior. Al menos moralmente hablando. Por tanto, no ha tenido escrúpulos en tomar atajos para alcanzar el BIEN. Por supuesto, 'el bien' es la utopía de izquierdas. La materialización de las ideas de la izquierda se han saldado con mucho sufrimiento, muerte y pobreza. Pero no importa. La culpa es del capitalismo internacional y otras fuerzas reaccionarias.
Ahí podemos ver que las llamadas 'fuerzas progresistas', no necesitan ningún pretexto para golpear a la derecha. Y lo que ellos esperan es que la derecha (por utilizar la simplificación al uso) calle. O hable en voz baja. De ahí el odio cerval a políticos como Aznar. No tenía complejos. ¡Es intolerable!
Lo que la izquierda, en general, puede aceptar es que haya políticos de derechas acomplejados, como Ruiz-Gallardón. De esos que no osan desafiar ideológicamente a la izquierda. Vean, por ejemplo, cómo reacciona la izquierda ante Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre.
Por tanto, olvídense de que la izquierda necesita pretextos. Los tiene todos. La derecha es facha, casposa y antigua. La izquierda es moderna, solidaria y cachonda. Ya lo dijo Fernández de la Vega a unos adolescentes en un colegio de Valencia. Resumo: hay dos opciones. Por una parte está la derecha, que es mala. Por otra parte, está la izquierda, que es buena.
Para mayores sofisticaciones, hay que acudir a la Fundación Ideas, el think tank de la izquierda española, con perdón.
Sebastián Urbina.
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