lunes, 21 de junio de 2010

NO SEA INGENUO, NO SEA IMBÉCIL.

Redacción | Publicado el 21 Junio, 2010 | (MD)

Un corredor de doctrina extremista islámica antioccidental se extiende por el Mediterráneo español, adentrándose también por zonas no costeras que en general se caracterizan por tener porcentajes relativamente elevados de inmigrantes de religión musulmana.

Esta radiografía del extremismo se complementa con datos procedentes de la lucha antiterrorista que describen una realidad oculta: las células más peligrosas, las que la policía ya considera “potencialmente terroristas”, simulan una perfecta integración occidental para pasar inadvertidas, amparándose en relecturas de la historia del islam.

Según informa Eduardo Martín de Pozuelo para La Vanguardia, los especialistas hablan hoy de dos grandes líneas extremistas coexistentes: la africana y la pakistaní. La primera, compuesta por exaltados argelinos, marroquíes y tunecinos, entre otros, se muestra estos días muy excitada a causa del impulso popular en el Sahel de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) gracias a sus secuestros y a su permanente reivindicación sobre Al Ándalus. La segunda, la pakistaní, intensa y muy hermética, está conectada al movimiento talibán en Afganistán y Pakistán y, según fuentes de la seguridad del Estado, las células detectadas son muy activas y las suponen –afirman sin recato– potencialmente muy peligrosas. Pero no hay ninguna diferencia entre ambas ramas radicales a la hora de intentar asentar a sus seguidores en Occidente como punta de lanza.

Se trata de “extremistas muy radicales pero que simulan estar perfectamente integrados en Occidente y que están siendo observados con alarma en toda Europa”, afirma uno de los responsables de la lucha antiterrorista española. Estos islamistas hacen, según estas fuentes, un uso perverso de la denominada taqiyya o santa hipocresía, que les permite esconder e incluso renegar de su creencia religiosa cuando se supone que de este modo pueden preservar su fe y temen por su vida o la de su familia. La taqiyya no está recogida específicamente en el Corán, pero se basa en un versículo que libera de la ira divina al musulmán que reniega de su fe bajo coacción.

Sin embargo, ahora, extremistas que campan por Europa han adaptado a sus fines esa prerrogativa religiosa, transformándola en una artimaña que llevan hasta sus últimas consecuencias convencidos de que les es lícito y honroso engañar totalmente a las sociedades que les acogen y que ellos consideran el enemigo que batir y el demoniaco aliado de los países musulmanes “infieles” contra los que dirigen el grueso de sus acciones terroristas.

Los agentes subrayan que con esta deformación maliciosa de la taqiyya, apoyada e instigada vía internet por los ideólogos de Al Qaeda, emulan a uno de sus héroes; Mohamed Atta, el líder de la célula suicida de los ataques del 11-S del 2001 a EE.UU. De hecho, Atta y la llamada célula de Hamburgo pueden considerarse el precedente del modo de proceder actual de los islamistas más radicales detectados en zona occidental. Este fenómeno es calificado de “muy preocupante” entre los investigadores europeos e incluso de Oriente Medio.

También afirman que las comunidades musulmanas moderadas son las más perjudicadas por estos grupos. Aunque las fuentes mencionadas se muestran reacias a ofrecer ciertos datos, no niegan que están obteniendo ayuda y colaboración “estimable” procedente del mayoritario mundo islámico moderado asentado en España. El motivo de esta ayuda es simple: el comportamiento de los extremistas puede afectar o afecta ya a la actitud de la sociedad civil española hacia el resto del colectivo musulmán, que en su gran mayoría abomina del extremismo y del terrorismo.

Y es precisamente en el corredor radical que se extiende por el valle del Ebro y la costa mediterránea donde la información es vital. Según los datos de la seguridad del Estado, el 20% de las comunidades islámicas censadas representan tendencias radicales. En Catalunya, el porcentaje se eleva hasta el 25%.

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