Habíamos pasado a Italia. Íbamos a por Francia. Jugábamos en la cabeza de la Champions League. El mundo se rendía ante el esplendor de José Luis Rodríguez Zapatero, faro de la Alianza de las Civilizaciones. Aquí no había crisis, mucho menos posibilidad de recesión. Solo los catastrofistas hablaban de tan absurdos supuestos. Ni un recorte social. Por el contrario: la caravana de las dádivas y las mercedes incrementó su marcha. Zapatero se reía del mundo atribulado.
Un fallo entre tanta euforia: el euro. Sin el euro, un dólar nos costaría hoy 500 pesetas y estaríamos en un corralito a la Argentina. En esa dirección caminaba la política económica de Zapatero. Pero nuestra moneda es el euro. Y las veleidades españolas podían hacer tanto daño a la moneda única que Alemania y Francia se plantaron. Zapatero pasó de ser, como ha escrito El Semanal Digital, de profesor prepotente a alumno ignorante al que han examinado hoy y pueden catear para que repita algunas asignaturas en septiembre.
Ni Ángela Merkel ni Nicolás Sarkozy están por la labor de que las ocurrencias zapatéticas fragilicen la economía europea y troceen el euro. El presidente español ha tenido que envainarse todo o casi todo lo que solemnemente afirmaba hace un año, no digamos hace dos. No le queda otro remedio que tragarse una profunda reforma laboral, reducir los salarios, congelar las pensiones, incrementar los años de vida laboral, abaratar el despido y el empleo, disminuir el gasto público y un largo etcétera adicional, asuntos todos que zarandearán los Presupuestos Generales del Estado en septiembre próximo. (El Imparcial)
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ZAPATERO INCOMPETENTE.
La élite de los economistas españoles no las tiene todas consigo y teme que la reforma laboral que apruebe el Gobierno en los próximos días deje descontentos a los mercados internacionales, que ayer volvieron a penalizar a la deuda española situándose el diferencial con el bund por encima de los doscientos puntos, algo inédito desde la entrada del euro. Por ello, los mismos autores del Manifiesto de los cien, entre los que se encuentran Luis Garicano, Michel Boldrin y Juan José Dolado, entre otros, han elaborado un comunicado, que presentarán entre hoy y mañana, con el que intentan presionar al Ejecutivo para que acometa medidas en “profundidad”.
Este comunicado contaría con el visto bueno del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que ya ha advertido del peligro de que se llegue a un acuerdo meramente cosmético destinado a contentar a los sindicatos y a desactivar una posible huelga general. Mañana tendrá lugar la última reunión entre Gobierno y agentes sociales. En caso de no alcanzar consenso alguno, el Ejecutivo se ha comprometido a aprobar el próximo día 16 de junio, en un Consejo de Ministros extraordinario, el decreto ley que recoja los puntos claves de una reforma laboral que, según aseguran en Moncloa, ya "está perfilada".
En las últimas semanas, las principales agencias de noticias internacionales han venido ligando la debilidad de la deuda española con la aprobación de una reforma superficial que no resuelva los problemas de fondo del mercado laboral. Una relación causa-efecto parecida a la que ayer realizó el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, cuando dijo que España necesitará "de una consolidación adicional más allá de 2011, así como más progresos con las reformas estructurales".
"El mercado puede estar descontando una reforma light, y eso puede ser muy dañino para España", asegura Luis Garicano, de la London School of Economics, a El Confidencial. "El Gobierno tiene que hacer una reforma seria, en profundidad. Los mercados y las instituciones internacionales están mirando con lupa a España y no le va a ser posible hacer un juego de trileros", añade. La razón de ser de este nuevo informe de los Cien economistas no sería tanto la de proponer recetas para combatir el paro ("el manifiesto que elaboramos en su día es más necesario y válido que nunca") como la de animar al Ejecutivo a actuar sin el condicionamiento de los agentes sociales.
"Corremos el riesgo de perder una gran oportunidad", explica Florentino Felguereso, de la Universidad de Oviedo. "Las medidas que propusimos en su día son las que habría que implementar. No encuentro una fórmula mejor que el contrato único indefinido. Deberían estar discutiendo sobre ese tema, pero no está sobre la mesa. Al revés, están hablando del modelo alemán y del austríaco, que es más gasto para el Estado. Debería modificarse la regulación de la negociación colectiva, pero parece que los agentes sociales tampoco están hablando de ello. Debe haber un cambio en el Estatuto de los Trabajadores y esto es algo que sólo puede hacer y debe impulsar el Gobierno", continúa.
Indemnización creciente en función de los años trabajados
Entre los frentes de actuación propuestos por los Cien economistas en su manifiesto se encuentra el de un contrato único indefinido con una indemnización creciente en función de los años trabajados; el de una negociación colectiva en la que los convenios de empresa prevalezcan sobre los convenios de ámbito superior; y el de una política de empleo, tanto activa como pasiva, reorientada y mejor gestionada.
Los firmantes de este comunicado son prácticamente los mismos que rubricaron el manifiesto de hace un año. Además de los ya citados, ahí también figuran Tano Santos, de la Columbia University, o Pablo Vázquez, de la Universidad Complutense de Madrid y director ejecutivo de Fedea, así como representantes de los principales centros y servicios de estudios. (El Confidencial/N. Cardero)
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