jueves, 24 de junio de 2010

¿DISCRIMINACIÓN LABORAL?







¿DISCRIMINACIÓN LABORAL?


D. SORIANO (LD).

Bibiana Aído denunció en el Congreso la “intolerable” desigualdad salarial por razón de género en España, y aseguró que una mujer necesita trabajar un mes y 22 días más que sus compañeros masculinos (por eso la fecha del 22 de febrero para esta reivindicación) para lograr los mismos ingresos.

El problema es que, en los últimos años, numerosos estudios han demostrado que los empresarios no discriminan entre hombres y mujeres, sino que las diferencias de salarios se explican debido a las diversas formas en que ambos colectivos se enfrentan a su carrera profesional.

O por decirlo de otro modo, entre un hombre y una mujer en circunstancias similares (mismo nivel de estudios, edad, experiencia, cargas familiares, historial laboral,…) no existen diferencias salariales. Lo que ocurre es que, en general (y aquí hay que señalar que se trata sólo de una cuestión estadística, con todas las excepciones que se quieran) los hombres y las mujeres no participan de la misma manera en el mercado laboral.

Por eso, medir simplemente lo que cobran los hombres y las mujeres no tiene demasiado sentido económico (incluso aunque se restrinja a un determinado sector o se divida la muestra por niveles de estudios). Si no se introducen más variables (fundamentalmente, situación familiar e historial laboral) los datos saldrán sesgados.

Dos estudios

Eso es lo que han hecho dos de los estudios más citados de los últimos años. En el primero, Marianne Bertrand, analizó para la University of Chicago Booth School of Busines, la evolución de los salarios de los licenciados en sus programas de MBA (dirigidos a futuros ejecutivos). En el segundo, June O`Neill, analizó para NBER, las razones de las diferencias entre salarios de hombres y mujeres. Y en ambos casos, las conclusiones fueron idénticas: no hay diferencias, cuando las circunstancias son iguales.

De esta manera, por ejemplo, O`Neill descubrió que en EEUU, “comparando los salarios entre mujeres y hombres de entre 35 y 43 años que nunca se han casado ni han tenido un hijo, se encuentra una pequeña diferencia a favor de las mujeres”. Algo parecido a lo que afirma Bertrand, cuando dice que “las diferencias salariales se pueden explicar fundamentalmente en razón de la experiencia laboral y el número de horas trabajadas”, sin que el sexo del empleado tenga relevancia.

¿Cómo se entiende entonces que, en EEUU, país donde se hicieron ambos estudios, los hombres ganen hasta un 20% más que las mujeres? Pues porque hombres y mujeres no tienen la misma experiencia laboral ni trabajan el mismo número de horas. ¿Y esto por qué? Pues en la mayoría de los casos, porque así lo han decidido libremente las familias norteamericanas.

Titulados MBA

Así, el estudio de la Chicago Booth University, que sólo analiza titulados de MBA, en teoría los más proclives a altos sueldos y carreras exitosas, descubre que a los diez años de graduación, un 16% de las mujeres no trabaja (porque prefiere quedarse en casa con sus hijos), frente a sólo un 1% de los hombres. No sólo eso, el 92% de los varones trabaja a tiempo completo, frente al 62% de sus compañeras. Y además, el tiempo trabajado, que en el primer año tras el MBA era casi idéntico entre ellos y ellas, a los diez años muestra siete horas semanales más a favor de los chicos (56,7 horas frente a 49,3). Son estas diferencias en el comportamiento ante el mercado laboral las que explican el superior salario de los hombres, y no su sexo.

Por eso, las cuarenteañeras estadounidenses solteras ganan algo más que sus homólogos masculinos. Son dos muestras homogéneas, que se puede suponer que han tenido un comportamiento similar desde el punto de vista profesional y que, como consecuencia, tienen nóminas también muy parecidas. Como explica el profesor Mark Jerry, de la Universidad de Michigan, “la edad, el matrimonio y los hijos explican casi toda la brecha salarial entre hombres y mujeres”.

Factores explicativos

En cierto sentido es lógico y la experiencia parece corroborarlo. Así los factores que podrían explicar estas diferencias serían:

-Peligrosidad de la tarea: Por ejemplo, en una empresa de taxis con conductoras mujeres y hombres, estos son más proclives a pedir el turno de noche (más peligroso y menos cómodo para quien tenga hijos) que aquéllas.

- Trabajo parcial: el propio Ministerio de Trabajo reconocía ayer que el 80% de los contratos de media jornada en España son para mujeres.

- Parones a lo largo de la vida familiar: como demuestra el estudio de Bertrand, incluso entre los estudiantes de MBA, ellas están más dispuestas que ellos a dejar su carrera durante unos años para cuidar a sus hijos.

- Carreras mejor remuneradas: este mismo informe muestra cómo los MBAs masculinos tienden a escoger especialidades que exigen más tiempo laboral, pero que también aportan más sueldo (como finanzas), mientras ellas eligen más a menudo otras menos remuneradas (como marketing).

La conclusión de estos informes es que los titulares tipo “las mujeres cobran un 20% menos por realizar el mismo trabajo” no son demasiado precisos. Puede ser una frase fácil para llamar la atención, pero la lógica y la estadística dicen que hay mucho más que analizar antes de anatemizar a todos los empresarios como machistas y a una sociedad entera como discriminadora.

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Recordemos que la discriminación es mala. La desigualdad, no necesariamente.


‘Una sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad, terminará sin libertad ni igualdad’.

M. Friedman.

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